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“No podíamos hacer un mini BBK Live; el Donostia Festibala tenía que coger su propia identidad”

El Donostia Festibala comenzará este viernes en el hipódromo de Donostia. El encuentro musical cambia su línea editorial y apuesta por la música urbana

“No podíamos hacer un mini BBK Live; el Donostia Festibala tenía que coger su propia identidad”

donostia - No son pocas las novedades relacionadas con el Donostia Festibala, que se celebrará este viernes y sábado, por segundo año, en el hipódromo. Además de la desaparición de Kutxa de su nombre, el festival ha decidido apostar por la música urbana para intentar captar nuevo público. La promotora vizcaina Last Tour International, responsable del Azkena Rock de Gasteiz y del BBK Live de Bilbao, adquiere más peso en la organización del festival, del que sigue al frente Sergio Cruzado.

¿Por qué Kutxabank decide no aparecer referenciado en el nombre del festival?

-Ellos preferían una participación en el festival que estuviese relacionada con ventajas para sus clientes. Se decidió mantener el apoyo de Kutxa pero con otro acuerdo, sin figurar en el nombre.

¿Su aportación es similar?

-Sí, así es.

Kutxabank colabora en los festivales de las tres capitales de la CAV, que están organizados por Last Tour International. No obstante, la entidad bancaria solo se referencia ya en el BBK Live de Bilbao.

-En el Donostia Festibala el tipo de colaboración es como la que tienen con el Azkena Rock Festival de Gasteiz. El BBK es una apuesta más potente, supongo que como banco, y tiene otra trascendencia.

En esta nueva edición la promotora vizcaina Last Tour International ha tomado más peso.

-El festival comenzó con mi promotora, Ginmusica, y con otra que se llamaba Dale. El segundo año lo hicimos solos y a partir del tercero la explotación del festival la compartimos a medias con Last Tour. Desde Ginmúsica, dentro de una reestructuración mental, quería coger más peso para desarrollar ideas y para dirigir el festival y no tanto para producir y tampoco para tener tanta presión de estructura empresarial. Seguimos trabajando los dos, pero de otra forma. Yo la prefiero por opción personal.

Organizar un festival de estas características tiene que ser cansado para una promotora pequeña.

-La gente no es consciente de la presión y el riesgo que puede tener una promotora. Sobre todo, cuando es una empresa muy artesanal como Ginmúsica. Con un festival de estos volúmenes cualquier detalle te desequilibra.

¿De cara a un futuro piensa dejar la dirección del Donostia Festibala?

-No. Con Last Tour hay una conexión muy fácil y buena relación. Trabajamos a gusto y vamos a seguir así. El proyecto en el hipódromo es para cinco años, es el contrato que firmamos. No tengo ninguna duda de que vamos a trabajar estos años y bastantes más porque el festival ahora tiene un mayor potencial a largo plazo.

El año pasado afirmó que el cambio de Igeldo al hipódromo les había “penalizado”. ¿Redimensionarán el festival en esta edición?

-Vivimos en una ciudad con sus características y todos tenemos que ser autocríticos. Somos muy conservadores y cualquier cambio, a priori siempre se penaliza. Sabíamos que podía ocurrir, pero también que después de que el público viese el espacio, se iba a recuperar el sentido. La apuesta por el hipódromo es clarísima. Es un espacio increíble. El otro condicionante del año pasado fue el mal tiempo que provocó que el festival fuese más incómodo pero no hubo una crítica por ello, sino, más bien, un lamento por la mala suerte. Es cierto que bajó mucho la asistencia, pero no te puedes basar solo en el clima, porque solo te marca la venta de los últimos días. Ha habido una reflexión y una autocrítica sobre hacia dónde llevar el festival.

¿Viene de ahí el cambio en la línea editorial y la apuesta por las músicas urbanas?

-Sí. Además, hay que reconocer que Donostia es la ciudad que es y tiene la dimensión que tiene. Es muy difícil hacer en esta ciudad un festival muy grande con las mismas características que en otras ciudades con mayor potencial económico, mayor apoyo público y mejor comunicadas. La reflexión es que no podíamos hacer un mini BBK, porque la gente va al BBK, sino que tenía que coger su propia identidad. Luego vimos los perfiles de los que acuden a los certámenes de Bilbao o Gasteiz. Conformaban pirámides de edad, donde en la base más ancha se encontraban los más jóvenes y en la punta los mayores. En nuestro caso era como un abeto y se ensanchaba a partir de los 30.

El público de Donostia es más viejo que en los otros dos festivales.

-Era más madura y nos dimos cuenta que para desarrollar algo a largo plazo había que darle la vuelta y llegar a la gente joven. En un mundo lleno de ofertas y de festivales tienes que coger tu identidad. En Igeldo, la identidad la daba el espacio y la dimensión y el hipódromo tiene otras características. Lo que hace falta es un festival que mire sin prejuicios a las nuevas tendencias, a las músicas urbanas y a la gente joven, y que coja la identidad ahí. El Azkena va dirigido al rock, el BBK es el gran festival alrededor de la música independiente y el nuestro debe potenciar su identidad en las músicas urbanas. Y apostar por ese público que muchas veces por prejuicios de los programadores públicos y privados que ya tenemos cierta edad dejamos a un lado. Realmente se están cociendo cosas muy interesantes y quiero disfrutar con lo que se hace ahora, no con un revival o la nostalgia. Creo que ahí hay un hueco en el que van a entrar todos los festivales y cuanto antes lo hagamos nosotros, antes adquiriremos esa identidad.

¿Al donostiarra le cuesta moverse?

-Depende de la edad. En este festival no se va a valorar tanto el entorno como la accesibilidad, sino la música. El público joven está más habituado a buscarse la vida y es más fan. El aficionado de Berri Txarrak o Case. O está más acostumbrado a buscarse la vida, está más interesado en lo que pasa en el escenario que en el evento en sí.

¿Cómo va la venta de entradas?

-A esta fecha se han vendido más del doble que el año pasado. Se puede decir que va a ser la edición que más público va a tener de la historia del festival.

¿De qué cifras hablamos?

-El aforo en Igeldo era de 5.500 entradas. Los diez últimos días marcan mucho la venta del festival, pero habrá entre 6.000 y 7.000 por jornada.

Por lo tanto, el cambio de línea ya ha dado sus frutos.

-Creo que hemos acertado. El público ha respondido, que es lo importante, porque es quien hace el festival. Además de haber acertado, le veo mucho más recorrido al festival así, de lo contrario envejecería al igual que el público.

¿Había pensado en la apuesta por la música urbana con anterioridad? Se lo pregunto porque es el mismo giro que dieron hace un par de años al Donostikluba Festibala, que también coorganiza Ginmusica.

-La música evoluciona. Yo estoy muy orgulloso de haber colaborado cuando comenzó Donostikluba hace trece años a abrir la ciudad a los circuitos de música independiente. Pero los tiempos cambian y la ciudad goza de bastante más salud y de una programación muy estable en ese tipo de música y me interesa ver qué pasa con los nuevos estilos. Es donde me veo ahora mismo. Creo que ahora tiene sentido dirigirse a nuevas generaciones que están haciendo cosas muy potentes. Los grupos que llevamos ahora en Ginmusica son también de otra generación: Izaro, Belako y Niña Coyote eta Chico Tornado. Estoy aprendiendo mucho de ellos. Al igual que nosotros pasamos por unos tiempos en los que parecía que existía la cultura de los grandes grupos y las grandes operaciones económicas con las que podías llegar a la fama, esta generación viene de la crisis y sus expectativas son cero. En vez de intentar copiar patrones de música estándar para llegar al éxito y al mainstream, la actitud es la contraria. Son librepensadores que quieren hacer su camino. Me parece que hay mucha más creatividad en esa generación que en otras que se han dedicado a copiar melodías.

Ha mencionado a Belako, ¿fue un duro golpe la imposibilidad de llevar a cabo el concierto que tenían programado con Fermin Muguruza en el polideportivo Gasca de Donostia?

-Los dos grupos tenían mucha ilusión, además de ser la presentación del disco de Belako. Se respetan mucho los dos e iba a ser una historia muy bonita.

¿Tiene Donostia un espacio para ese tipo de conciertos?

-No tiene una sala grande. Hablando de aforo de pie, la más grande es Gasteszena que tiene 700 localidades y, de hecho, ya no se usa para la música, sino que se usa para la danza, con lo que nos quedamos con las 500 de Intxaurrondo. Falta una sala para 1.500-2.000 personas. Eso tiene que ser una apuesta o privada o pública. Eso luego hay que rentabilizarlo. Si fuese privada, insisto, que es una ciudad pequeña; si fuese pública debería ser multiusos para adaptarla a distintos aforos.

¿Cómo va a ser este año el espacio del hipódromo?

-El formato es parecido al del año pasado. Se ha cambiado la disposición de escenarios, aunque los dos principales siguen estando en el centro del recinto. En el montaje vamos a intentar no pisar la zona donde va estar el público, para que, aunque no han dado lluvias, la gente esté más cómoda. El segundo escenario que era una carpa de circo, esta vez será poligonal para que entre más gente. Va a ver conciertos en este espacio como La M.O.D.A. que van a mover a mucho público. El tercer escenario se situará también en el mismo sitio, pero me hace ilusión porque programarán las salas Le Bukowski y Dabadaba, porque queremos acercar el festival a la gente que está todo el año programando. Cuantas más visiones, el festival será más rico.

¿Qué nos podemos esperar de C. Tangana?

-Hay que verlo. Yo entiendo que haya gente que no le guste y que haya gente que flipe. En 2018 que C. Tangana no toque en tu ciudad es una putada, porque todo el mundo tiene muchas ganas de verlo (ríe). Las crónicas siempre hablan de que la gente sale o flipada y encantada u odiándole. Eso es música y lo peor que puede pasar en un escenario es que seas indiferente para el público. Y luego es innegable que cada vídeo que saca tiene 19 millones de visitas en YouTube. Ha creado un personaje que hay que verlo.

¿Vendrá con motos, confeti y llamaradas?

-Viene con el espectáculo. Además, tiene mucha ilusión porque tiene mucha relación con la ciudad. Su representante es de aquí y pinchó en el Doka hace muchos años, dentro de la programación de la segunda o tercera edición del festival con el colectivo Agorazein. Ahora viene con otro recorrido bastante más grande.

¿Qué apuesta hace el Donostia Festibala por lo local este año?

-Hemos llegado a muchos acuerdos. El Dabadaba ha hecho una selección muy bonita, muy personal y cuidada con Lester y Eliza, Betacam y con Pet Fennec. Le Bukowski ha elegido a Liher, Señor No y a Pelax, que representan la identidad de la sala. Luego está el recorrido que hacemos con Kutxa Kultur con Albert Cavallier; Ane Leux, que me parece una voz super especial; están Los Bracco que me parecen un grupo que tienen que estar en todos los festivales; y The Young Wait, es la elegancia pura dentro del rock. Juan Valls y Deus ez vienen de la mano de Katapulta Tour de la Diputación. Nos apetecía mucho recuperar ese escenario a pie de suelo en el market que hicimos el año pasado.

Pese al cambio de línea editorial, aún queda mucha herencia de las ediciones anteriores que se puede visualizar, entre otros, con grupos como Cala Vento o La M.O.D.A.

-Hay muchos grupos, sí. Los locales, para empezar, o los djs como Telmo Trenor o Alvva. Cala Vento me flipa, me parece una de las mejores bandas que hay actualmente. En la gira con Belako hemos coincidido varias veces con La M.O.D.A. y tienen un directo muy potente. Berri Txarrak también estuvo hace unos años, el rock siempre ha estado en el festival. Tampoco hay un cambio estilístico muy grande pero sí una apuesta más clara hacia la nueva línea. Hay propuestas muy interesantes como Niño de Elche o Nathy Peluso. Qué te voy a contar de Kase.O que es toda una referencia para todas las generaciones más jóvenes. También me parece interesante la fusión que hicieron en su día Los Chicos del Maíz y Habeas Corpus para crear Riot Propaganda. Hay gente que relaciona el hip hop con una historia más de macho alfa y de letras más sinsorgas, pero tienen letras sociales brutales. Hay mucho texto, mucho cantautor y mucha canción protesta.

Uno de los últimos nombres que han cerrado ha sido Pussy Riot.

-Es la primera vez que tocan en Euskadi. Está bien visualizar y abrir una puerta a gente revindicativa, intentando transmitir mensajes de cuestiones por las que hay que pelear. Aparte de un concierto es una performance que creo que va a aportar mucho.

Como ha dicho, Berri Txarrak vuelve al festival y, quizá, en su punto más álgido.

-Que Berri Txarrak esté en este festival me parece un hecho de justicia social y que sean cabezas de cartel. También haciendo autocrítica tendemos a pagar auténticas millonadas a grupos internacionales por ganar estatus o ganar prestigio, pero tampoco venden entradas. Grupos que en una gira de salas no serían capaces de meter 1.000 personas. Y luego dejamos un poco de lado a grupos como Berri Txarrak que han metido 12.000 personas en el BEC, algo que no hace ninguna banda internacional. Tendemos a los fichajes estrella, pero no valoramos al local. Para crear una programación robusta necesitas dar valor a quien lo vale, es quien te hace un festival más sostenible.