aunque lo parezca por su música, First Aid Kit no nacieron en Nashville, ni en Texas, ni en ningún otro estado de la tierra de Trump. Este dúo de hermanas veinteañeras son de Suecia, el país de ABBA. Quizás por ello tienen tal dominio de los secretos del pop, que ellas visten con arreglos de Americana -especialmente folk y country-, en su cuarto disco Ruins (Sony), grabado junto a luminarias del otro lado del Atlántico y con un repertorio fresco y melódico, ideal para esos primeros cuidados necesarios tras una ruptura amorosa.
Suecia mola si hablamos de pop. Y no solo por ABBA, uno de los grupos pop por excelencia de la música popular. De allí también provienen Neneh Cherry, Roxette, Ace of Base, Jens Lekman, el DJ Avicii, Icona Pop, The Cardigans... Y First Aid Kit (Botiquín de primeros auxilios), un proyecto de nombre atractivo y enigmático. Dio sus primeros pasos hace ya más de una década, después de que la pareja fraterna Söderberg (la cantante y guitarrista Klara y la teclista y corista Johanna) saltara al éxito mundial tras subir a YouTube una versión de Tiger mountain peasant song, del grupo Fleet Foxes. Ahí ya quedaban claras sus intenciones. Y sus gustos, también, al igual que en los siguientes pasos: tres discos con los que giraron por medio mundo y se convirtieron en estrellas en Suecia y conocidas en USA. No en vano, uno de ellos, The lion’s roar, editado hace un lustro, incluía toda una declaración de principios titulada Emmylou (en homenaje a Emmylou Harris) y cuyos versos -“yo seré tu Emmylou y seré tu June/si tú eres my Gram y mi Johnny también”- evidenciaban también su pasión por mitos estadounidenses del country como Gram Parsons y Johnny Cash.
Grandes apoyos El dúo sueco, que pasó un momento de crisis en su última gira al cumplirse una década de trabajo profesional en un negocio que partió como una afición, acaba de publicar su cuarto disco, Ruins, producido por Tucker Martine, quien ha colaborado con bandas tan recomendables como My Morning Jacket, Spoon o Grandaddy. El álbum incluye colaboraciones de Peter Buck, guitarrista de REM; Glenn Kotche, integrante de Wilco, y McKenzie Smith, de Midlake.
El disco llega después de que el dúo publicase en 2017, en el Día Internacional de la Mujer, la canción You are the problem here, un tema de empoderamiento y contra la cultura de la violación cuyos beneficios, en parte, se donaron a Women for Women International.
Su nuevo repertorio lo tiene todo para ser un éxito en Estados Unidos: preciosas melodías pop vestidas con arreglos de country-folk ortodoxo; el empastado juego armónico de sus gargantas; toda una colección de acústicas y steel guitars; y un sonido sin mácula, brillante y efectivo, a la vez que sencillo, sin alharacas ni efectismos.
Apto para la mayoría El dúo, que ha iniciado una gira por USA esta semana, es todo naturalidad... y bonitas canciones pop. Música amable que rinde tributo a sus gustos folk y country, pero capaz de gustar a una amplia mayoría, indies incluidos en el caso de su apertura, Rebel heart, con su poder rítmico, sus arpegios de guitarra eléctrica (gustará a los indies amantes de Fleet Foxes) y su final mecido por una sección de vientos.
Pasto de Grammy y versión hollywoodiense de Lucinda Williams, las suecas no desentonarían en la banda sonora de la serie Nashville, con canciones como la deslumbrante It’s a Shame, con su bonita línea melódica y su encantador teclado soul; o Postcard, de sabor rural (a honky tonk tradicional con piano), incluso en las inflexiones vocales. “Es una de nuestras canciones de sonido más tradicional, y queríamos que quedara reflejado en la producción”, explican.
Ruins, que incluye desnudos retratos folk como To live a life y encantadoras baladas atemporales como Fireworks y My wild sweet love. El álbum exhibe orgulloso, entre bellas armonías vocales y profusión de steel guitars, piezas incontestables como la profunda y sentida Distant star y la enorme Hem of her dress, arropada por un coro casi litúrgico y una trompeta tex-mex que atraviesa el corazón.
Y las ruinas a las que alude el título se acumulan en los versos y estribillos de unas canciones repletas de rupturas y separaciones, de rebeldía y soledad, no siempre aceptada. “Un adiós nunca parece terminar, como estas canciones que escribo”, canta el dúo, que a veces acepta la derrota y desea buena suerte en el viaje a su expareja, como en Postcard, y otras, simplemente, reconoce que no vive quien no sufre y no arriesga, cuando entona por ejemplo: “No estaba buscando problemas, pero llegaron por perseguir cosas imposibles o sueños inalcanzables”.