BiDEhUTS, la música en el filo
El sello irundarra publica ‘Mirailak’ en su 10º aniversario un trabajo en el que los artistas de su escudería, Anari, Mursego, Audience, Jupiter Jon o Lisabö, se versionean entre ellos
donostia - Ya lo decía Springsteen: la vida es complicada para aquellos que buscan en el límite, en el borde, ya sea de la ciudad o del arte, la música incluida. Esa búsqueda puede ser compleja, sí, pero también estimulante, como prueba el sello biDEhUTS, que cumple una década de camino autogestionado, libre y heterodoxo ligado a las canciones de células creativas de la vitalidad de Anari, Mursego, Audience, Jupiter Jon o Lisabö, entre otros. Su última marcianada se llama Mirailak, un disco en el que los músicos de la escudería se versionan unos a otros.
Ha pasado una década desde que biDEhUTS editó su primera referencia, Ezkelekuak, cuarto CD de Lisabö, aunque el embrión del sello se gestó en 2006, en “una tertulia de sobremesa” en la que participaron también Inroren ero Ni, Hotel y Anari. Buscaban un cauce de expresión tras el cierre de Metak, la discográfica creada por el entorno de Fermín Muguruza en el arranque de este milenio.
“El primer proyecto había de ser un single conjunto (Inoren ero Ni y Lisabö), para luego dar pie a otros proyectos”, explican desde el sello asentado en Irun. Tras varias “comidas y sobremesas”, se optó por abrir boca con el citado disco de Lisabö, que “se adelantó al proyecto inicial”. Desde entonces, sin alzar la voz y apostando por la autogestión y la búsqueda más allá de las autopistas del pop y el rock convencional, se ha creado un camino cuyo objetivo es “hacer nuestros propios discos, publicarlos, difundirlos y en caso de que hubiese beneficios, ir a por otro”, apostillan.
como una cooperativa Discográfica que tomó prestado su nombre del disco de Bap!!, ?bide huts eta etxe huts (1988), biDEhUTS no es una escudería al uso. Cada uno de sus artistas está involucrado directamente en el sello, que funciona de manera casi asamblearia, como si los músicos fueran socios de una cooperativa y se produjeran ellos mismos sus discos. Desde su concepción a grabación y posterior venta y difusión.
Una década después, 14 grupos, 38 discos y un libro forman el catálogo de esta escudería, que celebra su primera década con Mirailak, un recopilatorio que, en su caso, no podía ser el habitual, ya que plantea una mirada distinta a su fondo de armario, en el que sus músicos ofrecen un espejo diferente, distorsionado y personal de la obra de sus compañeros con versiones marcadas (!cómo no!) por la independencia más libérrima, la inquietud y la impronta personal.
El recopilatorio, cuya idea surgió con un concierto de Audience en febrero, que incluyó ya algunas versiones y ha cerrado el círculo en Donostia con otro con una participación más amplia, ofrece un discurso coherente dentro de la diversidad, poblado de grandes canciones que se nos ofrecen ahora con otras armas y ropajes, rehechas y con aires novedosos.
El omnipresente Joseba Irazoki, uno de los últimos incorporados a este proyecto musical colectivo, acelera e imprime nervio eléctrico al, en origen, rítmico Gangsterrak operara doaz, de Jupiter Jon. Estos rebajan (algo) la densidad asfixiante de Lisabö en su versión de Oroimenik gabeko filma mientras que Anari ralentiza y se apropia de Udaberriko eguzki, de Irazoki, llevándolo a terrenos slowcore.
El ruidismo es cosa de Sacco en su revisión de Gora Japon, quienes se atreven con Sombrero man, de Nire, el proyecto de Ivan Zabalegi, batería de Lisabö y ex-Donut, en clave experimental, con un collage de sonidos, instrumentos y voces de pesadilla que lo alejan de la Americana inquieta del original. Experimental es también sinónimo de Maite Arroitajauregi. Bajo su alias de Mursego lleva a su universo inclasificable el hardcore de Sacco en Eskuen lur azpia, con un bellísimo final de cuerda y teclados.
Audience, el grupo más marciano de un sello marciano como biDEhUTS junto a los rockeros Willis Drummond, muestran respeto a Anari y a su Ametsen eraiste neurtua, grabado en su garaje de Gernika, con Martín Guevara, de Capsula. Por su parte, Lisabö sacan chispas esquizoides a su versión de Inoren ero Ni y estos conducen Criminal tango festa (Audience) al universo susurrante y oscuro (más de jazz minimal que tango) de Tom Waits, especialmente en su parte final.
Finaliza el juego de espejos Nire trasladando a Mursego y su Iragana... a las tierras fronterizas de Estados Unidos y México. A los despistados, Mirailak les servirá para descubrir un sello vital, marcado por el riesgo y la música en el filo; y a sus seguidores, para disfrutar de un ejercicio de metamúsica, a la espera de nuevas aventuras.