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“La confianza de los ciudadanos hacia las instituciones ha tocado fondo en Francia”

A punto de cumplir un año en París, desayuna con ‘Le Monde’, le siguen sorpren-diendo las portadas de ‘Libération’ y está encanta-da con ‘Le Canard Enchaîné’

“La confianza de los ciudadanos hacia las instituciones ha tocado fondo en Francia”

donostia - Nerea Reparaz (Arbizu, 1992) ha tenido un año cargado de trabajo, con campaña presidencial incluida. Ya no ve el país “con ojos de turista” y sabe que el otoño será caliente en Francia con la reforma laboral como primer reto.

¿Ser corresponsal es como creía?

-Llegué sin una idea preconcebida. Me empujó un cóctel entre curiosidad, ganas de crecer como profesional, abrir fronteras y retarme a mí misma. He tenido la suerte de cubrir eventos históricos y momentos de cambio. Ha sido un año cargado de actualidad, perfecto para romper el hielo. Ha superado mis expectativas.

¿Conocía el país como turista?

-He visitado mucho Francia con mi familia, desde pequeña ha habido un lazo especial. Pero ya no veo París con los mismos ojos. Me he hecho mi hueco y no me siento una mera visitante. Eso sí, no hay fin de semana que no descubra algún rincón.

¿Está progresando adecuadamente con el Francés?

-Llegué con un nivel básico y fue la barrera más grande. Ahora puedo seguir la actualidad y realizar entrevistas en francés, pero es una asignatura pendiente. Estoy intentando corregir el vicio de hablar en inglés con los compañeros corresponsales. He ido a clase; pero el método de soltarse, cometer errores y aprender de ellos está resultando el más eficaz.

¿Qué le costó más: pasar de la radio a la tele o de Euskadi a Francia?

-El salto de radio a tele ha sido muy natural. He tenido que adaptarme a los aspectos técnicos, pero la base es igual. Me gusta continuar haciendo radio, el encanto de las ondas es real. Pero ahora que también monto vídeos, me doy cuenta de la fuerza de una imagen. El salto de país ha sido más grande, pero París es una ciudad muy multicultural y el choque no ha sido tan brusco.

Francia sufrió tres atentados gravísimos: ‘Charlie Hebdo’, Bataclan y Niza. ¿Le han sorprendido las medidas de seguridad?

-En los eventos que me ha tocado cubrir el dispositivo ha sido extremo: elecciones, visitas de líderes mundiales, Día Nacional... no existe margen de error. Policía, militares y seguridad privada blindan la ciudad. Las largas colas de control son el pan de cada día para los periodistas.

Usted asistió a la reapertura de la discoteca Bataclan con el concierto de Sting. ¿Se emocionó?

-Fue una mezcla de sentimientos, una sensación agridulce. Yo sólo he conocido el nuevo Bataclan, el de después de aquella trágica noche. Se podía palpar en el ambiente, en el ánimo del público que cantaba y bailaba, que deseaba pasar página. Fue un homenaje a las víctimas pero también una celebración de la música y la vida. Guardo la entrada de la reapertura y la edición del aniversario del ataque a Charlie Hebdo.

¿Ve recelo en los franceses, un distanciamiento de los musulmanes?

-La sociedad en general es abierta, especialmente en las capitales. Francia es un Estado laico, pero muy diverso en cultura y religión. Sin embargo, es innegable que los sucesivos ataques pesan sobre la comunidad musulmana. Cierta parte de la sociedad se ha vuelto más intransigente y partidos como el Frente Nacional han echado leña al fuego.

La campaña presidencial fue interesante como pocas. ¿Podía ganar Marine Le Pen o fue un “que viene el lobo” para movilizar a la gente?

-Con un lavado de cara y moderando el discurso, Marine Le Pen ha conseguido parecer apta para el Elíseo. El Frente Nacional ha dejado de ser marginal y el voto a la ultraderecha se ha normalizado. El hartazgo con la clase política y el deseo desesperado de cambio han favorecido a Le Pen. Pero a la hora de la verdad, se desinfló la burbuja y ni siquiera han formado grupo parlamentario.

¿Es posible que a la tercera vaya la vencida y un Le Pen presida la República?

-Sabe jugar sus cartas y sacar partido de las preocupaciones y miedos. Es buena oradora atacando y tiene respuesta para todo. De hecho, es la contrincante más temida por el resto. Pero sus argumentos hacen aguas en debates más profundos. El cara a cara presidencial con Macron fue un desastre y desde entonces la campaña cayó en picado. Creo que han tocado techo, pero dependerá del actual Gobierno que el fantasma de la ultraderecha vuelva o no en 2022.

Los chanchullos de Fillon, el furibundo ataque a Mélenchon... Le tocó una campaña feroz.

-Tuvo varios ingredientes que la convirtieron en mediática pero a veces el nivel del debate político fue escaso y los escándalos ocuparon las portadas. En medio año vimos el hundimiento de la derecha de Fillon, la amenaza del Frente Nacional tocando la puerta del Elíseo, la Francia Insumisa de Mélenchon sustituyendo a los socialistas como alternativa de izquierdas y Macron arrasando con una ideología indefinida y un movimiento sin aparato político. Cada día había giros inesperados y nadie se atrevía a decir quién sustituiría a Hollande. Hace un año yo no habría dicho que sería Macron.

Entonces era poco conocido y arrasó. Con la misma rapidez ha caído su popularidad. ¿Por qué?

-Diez puntos en un mes, el mayor descenso desde el 95 con Chirac. Incluso el impopular Hollande gozaba de más aceptación en su momento. Han sido semanas complicadas y un cúmulo de hechos ha hecho mella en su imagen tan medida y cuidada. A la gente le preocupa la reforma laboral que se avecina y los sindicatos han llamado a la movilización. Además, la crisis con el ejército impulsó la caída al poner en duda su autoridad. El mandato ha empezado como una montaña rusa.

¿Tiene carisma y fuerza para cohesionar la UE?

-Al principio, todos le criticaban por no tener programa e ideología definida, decían que vendía humo. Pero finalmente ha tenido éxito un movimiento en el que priman las ideas y los acuerdos por encima de siglas o del debate izquierda-derecha. Por otro lado, no hay discurso de Macron sin Europa. Ha prometido reformas en Francia para impulsar la credibilidad y el papel del país a nivel europeo. Quiere que el pastel del poder vuelva a repartirse.

¿Puede ser Macron quien evite que EE.UU. y la UE se distancien?

-Él se ha ocupado de convertirse en pieza clave en el panorama internacional. En tres meses ha recibido a los principales líderes mundiales. Las visitas de Putin y Trump suscitaron mucha polémica pero para el presidente galo, Trump es una oportunidad para relanzar su figura y la de Francia en el tablero internacional. Macron quiere ser el nuevo intermediario, la referencia europea en las relaciones con EE.UU. o Rusia.

¿Los medios franceses le quieren o se acabó el periodo de gracia?

-Ha dado sólo un par de entrevistas y su relación con los medios es escasa. Sin embargo, es mucho más activo en las redes sociales que sus predecesores. Un presidente 2.0 con nuevos métodos que no todos comparten. Recientemente ha sido duramente criticado por elegir, supuestamente, a los medios que le acompañan en sus desplazamientos.

¿Una Asamblea Nacional con sólo el 25% de repetidores, más joven (48 años de media) y femenina (el 39%) es motivo de esperanza?

-Hay que distinguir entre la forma y el fondo. La Asamblea Nacional ha cambiado, se ven nuevas caras, más paridad de género y representación de la sociedad civil. Sin embargo, Macron ya anunció su intención de aprobar leyes por decreto. Es el caso de la tan polémica reforma laboral.

Acaban de aprobar medidas contra clientelismo y nepotismo. Una ley de transparencia para moralizar la vida pública. ¿Era necesaria?

-Ha habido casos de corrupción muy mediáticos. El escándalo del conservador Fillon fue la gota que colmó el vaso. Existen prácticas poco éticas del pasado muy arraigadas en la política. La confianza de los ciudadanos hacia las instituciones ha tocado fondo en Francia y esta nueva ley puede ser un paso importante en el camino a la reconciliación.

Cuatro ministros han tenido que dejar el gabinete. ¿Eso da o quita autoridad moral a este Gobierno?

-Ha sido la primera crisis. La lucha contra la corrupción ha sido su reforma estrella desde la campaña y fallar en eso mermaría su credibilidad y legitimidad. Los cuatro ex ministros eran del MoDem, aliados de En Marche. Macron tiene mayoría en el Parlamento y no los necesita para gobernar cómodamente.

La reducción de ayuda al alquiler, el pulso con el jefe del Ejército, el status de la primera dama... Pronto, reforma laboral y legislación antiterrorista. ¿Habrá bronca?

-Sin duda será un otoño caliente, se asoman cambios polémicos e importantes. El 12 de septiembre, una gran movilización contra la reforma laboral da comienzo al curso. Si se gobierna a base de decreto, la oposición se hará oír en las calles.

¿El desalojo de la ‘jungla’ de Calais fue un momento muy duro?

-La jungla era la vergüenza de Francia. Casi 6.000 migrantes fueron repartidos en centros de acogida provisionales de todo el territorio. El objetivo de muchos es cruzar el Canal de La Mancha. La odisea que es llegar al Reino Unido ha hecho que aumenten los demandantes de asilo. Un trámite que hoy se alarga casi dos años, el objetivo es reducirlo a seis meses como máximo.

La alcaldesa de París ha activado varias iniciativas y empuja al Gobierno. ¿Funcionan?

-El choque en la capital es si cabe más dramático. Al norte de París el Ayuntamiento abrió un centro que está desbordado. Cientos de migrantes viven en las calles y en continuo movimiento debido a las evacuaciones de la Policía. La Alcaldía ha presionado al ejecutivo para incrementar los medios y el Gobierno ha prometido crear 12.000 plazas adicionales para demandantes de asilo en los próximos dos años. Eso sí, no menciona los migrantes irregulares.

ETA desveló a Francia dónde tenía ocho arsenales. ¿Los medios franceses se hicieron eco?

-De hecho fue Le Monde quien reveló en primicia que el desarme iba a ser realidad y que el 8 de abril ETA sería una organización sin armas. Obviamente, el impacto fue menor en la sociedad gala. Los medios, como los ciudadanos, estuvieron pendientes. Un final que no hubiese sido posible sin el visto bueno del Elíseo.