todo empezó hace doce años, de forma modesta, con un par de conciertos en la plazoleta de Madalen Karrika. Quién hubiera dicho entonces que hoy, y ya desde hace años, Hondarribia iba a ser capital europea del blues en estos días del mes de julio, con un Hondarribia Blues Festival que atrae a miles de visitantes, venidos no sólo de todo el estado sino incluso del extranjero.

El último año no ha sido fácil, porque ya durante la edición de 2016 empezó a circular el rumor de que Hondarribia podía quedarse sin su festival de blues.

Ayer mismo, el director de este evento, Carlos Malles, señalaba que “eso era algo más que un rumor, porque llevamos años de mucho trabajo y el modelo de gestión y relación con el Ayuntamiento, principal motor económico, era y es complejo y farragoso”.

Para esta duodécima edición, “todo ha ido un poco más lento. Se cerró el programa más tarde que nunca y ha sido aún más agotador”, señala un Malles “cansado”, a quien por otro lado se le iluminan los ojos cuando habla de este festival, que tiene algo que lo hace único y especial.

deseando repetir Tanto es así, que hay artistas que una vez han pisado los escenarios de la ciudad costera, están deseando repetir.

Este año, por ejemplo, lo hacen entre otros el guitarrista canadiense JW Jones, quien tras su paso por el festival en 2012 y “tras insistir una y otra vez en volver”, decía Carlos Malles, ha hecho esta vez doblete en el escenario entre el viernes, en solitario, y anoche, con el flamante premio Blues Hondarribia, Charlie Baty. Y todavía tiene hoy una tercera actuación pendiente.

Otro que también repite es el austríaco Raphael Wressnig, teclista que estuvo el año pasado en Hondarribia con su propia banda y este año, se presenta con los brasileños Igor Prado Band y el veterano vocalista estadounidense Willie Walker.

“Repetir en Hondarribia es una maravilla. Por el público y la ciudad, que tiene unos escenarios increíbles, por la comida, que es fabulosa y por el cartel del festival, que tiene a músicos excepcionales“, decía Wressnig.

El festival también tiene un público fiel. Aficionados como el donostiarra David Domínguez no se pierden este evento. “Intento venir todos los años, alguno incluso hasta me vine los cuatro días, de camping. Para mí, este festival es increíble, por la calidad de los músicos y por el ambiente que se respira, muy familiar y de buen rollo”, decía este aficionado.

En cambio, Jota Pardo, un tarraconense que tiene una sala de conciertos en la localidad de Torredembarra, ha venido por primera vez este año al Hondarribia Blues Festival. “Este festival ha cogido mucho nombre y tenía ganas de venir un año. Ahora que me he jubilado, tengo más tiempo. Me está gustando mucho en lo musical y la ciudad es preciosa”, señalaba Pardo.

impacto económico Pero además de ser del gusto de artistas y visitantes, el Hondarribia Blues Festival se ha convertido también en un evento que deja un importante impacto económico en la ciudad, en especial, en la hostelería.

Iban Amiano, de 37 años, lleva 20 años trabajando en la hostelería hondarribiarra y desde hace un mes, lleva las riendas del Loretxu, un histórico bar en el que han acometido una profunda renovación ubicado muy cerca del paseo Butrón y del escenario principal de la Benta.

“El jueves trabajamos muy bien, ayer todavía mucho más y hoy va a ser un día muy largo. Hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias y por la noche, quitamos la carta de raciones y pintxos calientes, y serviremos únicamente pintxos fríos y bocadillos”, explicaba Amiano.

Para este hostelero, “sería terrible que Hondarribia dejara escapar este festival. Los hosteleros somos los grandes beneficiados de esto, porque viene mucha gente, a hospedarse y sobre todo, a comer y beber. Se trabaja al menos igual que en las fiestas de la ciudad, si no más. Si hace falta dar un paso adelante el año que viene y ayudar al festival, deberíamos hacerlo”, decía Iban Amiano.

una gran fiesta Un año más, el blues inunda Hondarribia y la ciudad es una fiesta en torno a este género musical, con un ambiente excepcional y una gran organización.

Ayer, por la mañana, el investigador Héctor Martínez y el guitarrista Fernando Beiztegui ofrecieron una interesantísima charla concierto sobre Magia y superstición en el blues, y el Blues Village de la Benta estuvo a reventar en la barbacoa popular, amenizada por la música de The Black Snakes e Igor Prado Band, Raphael Wressnig y Willie Walker.

La tarde fue para Headline Blues Band y Marco Marchi & The Mojo Workers y la noche, en el escenario principal de la Benta, para los locales White Towels Blues Band, JW Jones y Charlie Baty y como fin de fiesta, The JB´s, la banda original del mito James Brown.

Hoy, Granujas a Todo Ritmo llevará la música de los Blues Brothers por las calles de la ciudad por la mañana y por la tarde, y a las 13.00horas, arranca la paella popular, con White Towels Blues Band y JW Jones sobre el escenario.

Más tarde, a las 19.00 horas en Arma Plaza, la cita será con Annika Chambers, y a las 20.00 horas, The Black Snakes estarán en la calle San Pedro, antes de la jam session de clausura en el Blues Village de la Benta.

Charlie Baty, Txapeldun. El guitarrista californiano Charlie Baty recibió anoche el premio Blues Hondarribia 2017, con el que este festival homenajea y reconoce cada año la trayectoria de grandes nombres de este género musical. Baty, cuyo nombre está irremediablemente ligado a su banda Little Charlie and the Nightcats, con la que tocó 30 años hasta 2008, toma el testigo del veterano pianista Henry Gray, galardonado el año pasado. Foto: Javi Colmenero