Ekainberri acaba de estrenar una muestra que permite abordar la presencia del oso en Gipuzkoa durante más de 200.000 años, para lo cual exhibe por primera vez al público restos tan “excepcionales” como el cráneo de Ursus deningeri/Ursus spelaeus hallado en la cueva de Lezetxiki (Arrasate), uno de los únicos de Europa que permite atisbar la evolución entre dos especies.

La exposición está organizada por Gordailua, el centro de colecciones patrimoniales de la Diputación de Gipuzkoa, que de este modo inicia un proyecto para dar a conocer sus fondos mediante dos exposiciones itinerantes anuales en colaboración con otras instituciones culturales de Gipuzkoa. En esta ocasión, la museografía ha sido realizada por San Telmo, cuya directora, Susana Soto, participó ayer en la rueda de prensa junto a María José Tellería, directora foral de Cultura; Imanol Agote, su homólogo en el Gobierno Vasco; Juanjo Aranburu, gerente de Ekainberri, y Aritza Villaluenga, comisario de la exposición que acoge la réplica de Zestoa.

Especialista en oso prehistórico, este último explicó cuáles son las tres especies que han habitado en Gipuzkoa desde la prehistoria y casi hasta nuestros días. El más antiguo, con 240.000 años, fue el oso de Deninger (Ursus deningeri), que era omnívoro y evolucionó hasta el popular oso de las cavernas (Ursus spelaeus), que vivió por estos lares entre 150.000 y 25.000 años atrás. Era de un tamaño mucho mayor pese a ser vegetariano, y precisamente fue la dieta la que pudo originar su desaparición, ya que se extinguió coincidiendo con los momentos más fuertes de la última glaciación, debido quizá al notable descenso de la biomasa. En tercer lugar está el oso pardo (Ursus arctos), que llegó a Europa hace unos 90.000 años y que todavía hoy pervive en zonas como el Pirineo navarro aunque en Gipuzkoa se extinguió hacia el siglo XVI.

Según explicó el experto, en Lezetxiki convivieron esos tres tipos de osos, pero el cráneo localizado en 2009 en el yacimiento de Arrasate es “excepcional” porque que se sitúa a caballo entre las dos especies más antiguas, el oso de Deninger, cuyos restos aparecen también en la sima de los huesos de Atapuerca, y el cavernario. Además, salvo el caso de un ejemplar similar hallado en Grecia, es el único de Europa que se conserva completo y en perfecto estado. Tiene 200.000 años, pertenecía a un macho y en Ekainberri se expone junto al cráneo de un oso pardo, a fin de comprobar las diferencias de peso y tamaño: el más antiguo de los tres podía llegar a pesar 600 kilos, mientras que el cavernario evolucionó hasta los 800 kilos y hasta los tres metros y medio de altura, aproximadamente el doble que la especie más joven, el oso pardo.

Ekainberri también muestra dos fémures de oso de las cavernas, uno de macho y otro de hembra, y dos colmillos. La geología kárstica, con abundantes cuevas y simas de Gipuzkoa, ha permitido la conservación de multitud de restos óseos en 16 yacimientos del territorio: solo en Lezetxiki se han hallado 4.000 vestigios de las dos especies más antiguas. En cualquier caso, según apuntó Aritza Villaluenga, y pese a lo que sugieren novelas tan populares como El clan del oso cavernario, no existen “indicios” de que en Gipuzkoa y en el sur de Europa los distintos homínidos que convivieron con el oso se dedicaran a cazarlo con fines alimenticios. “En realidad, evitaban a los grandes carnívoros y tampoco cohabitaban en las cuevas”, aseguró el especialista.

La exposición, que permanecerá en Ekainberri hasta el 30 de junio antes de desplazarse a otras localidades, se completa con dos réplicas de importantes piezas de arte mobiliario realizadas en arenisca y que fueron encontradas en Isturitz (Iparralde): un colgante cuyo original está en el Museo del Hombre de París y una pequeña cabeza de oso que recientemente ha servido de logo para una exposición sobre este animal organizada en Francia a escala nacional.

Como no podía ser de otro modo en la réplica de Ekain, la muestra también incluye reproducciones relacionadas con el arte rupestre. En principio, no abundan las representaciones de carnívoros en el arte paleolítico, pero se han hallado osos en las paredes de Isturitz y, por supuesto, en las de Ekain, entre cuyas joyas del Magdaleniense -15.000 años de antigüedad- figuran los contornos de dos osos, presumiblemente una hembra y su cría pintadas en negro.