Tras las exposiciones Santas Faces, Zarza ardiendo y Espacios para una aparición, la basílica de Santa María muestra hasta el 25 de julio obras de otra conocida serie de Xavier Álvarez de Eulate (Donostia, 1919-Bermeo, 2012). Bajo el título de Paisajes, la exposición organizada por Arantzazuko Adiskideak y la Fundación Arantzazu Gaur reúne quince piezas del pintor franciscano que van “del realismo más figurativo a la abstracción más rabiosa”. Todas ellas resisten sin problema el paso del tiempo y, aunque las últimas datan de los años 90 del pasado siglo, “se mantienen muy bien”.

Es la opinión del crítico de arte Edorta Kortadi, párroco de la basílica y comisario de una muestra quizás “no tan coherente como las anteriores” porque salta hacia adelante y hacia atrás entre diferentes épocas y estilos. Sin embargo, los paisajes místicos y naturales de Eulate poseen una vertiente “muy didáctica” que permite descubrir la versatilidad de “un pintor místico con un fuerte temperamento y una gran carga religiosa y sensitiva”. “Era un franciscano que vivía en la tierra pero tenía aspiraciones de mirar al cielo”, dijo.

En los años 50, Eulate diseñó las coloristas vidrieras de Arantzazu como parte del equipo de artistas que decoraron la basílica. En ese tiempo entabló amistad con el escultor Jorge Oteiza, que le convenció de abandonar la madrileña Academia de Bellas Artes de San Fernando porque allí sólo le enseñarían la técnica y el arte es también “concepto e inteligencia”. Desde entonces, el franciscano se convirtió en autodidacta y Oteiza fue su único maestro reconocido, además de la persona que le animó a intentar nuevos caminos.

La influencia de Lucio Muñoz, autor del retablo de Arantzazu, se adivina en el bajorrelieve amarillo titulado Paisaje (1964), caracterizado por un realismo “más matérico” y cuyas texturas invitan casi a tocar la obra. Junto a ella se exponen en Santa María cuadros de los años 70 en los que Eulate inmortalizó en clave “figurativa” los lugares en los que habitó y trabajó: Olite, Pamplona, Arantzazu... En esos lienzos se advierte el influjo del impresionismo francés, que contrasta con obras posteriores que tratan de captar la espiritualidad desde la abstracción.

La muestra incluye pinturas de clara inspiración cubista como un paisaje de 1976 o una azulada y original Visión cubistoide de la bahía de San Sebastián (1980), así como abstracciones “más líricas” y piezas en las que se advierte “sintonía” con artistas del grupo Gaur como Sistiaga o Ruiz Balerdi. También sorprende, en opinión de Kortadi, la semejanza de algunas obras como Abstracción en amarillo (1976), emparentada claramente con maestros del expresionismo abstracto americano como Jackson Pollock o Mark Rothko. A juicio del comisario, no deja de ser llamativo que en los años 70, con la falta de información que imperaba durante la dictadura, un franciscano estuviera “al tanto” de las nuevas tendencias del arte.

Hay dos obras en las que el paisaje no es “sustancial” sino de “acompañamiento” a una figura religiosa: es el caso de Ascensión de Cristo (1975), en la que Jesús sube a los cielos ante una colorida estampa en la que puede leerse “Viernes Santo en una aldea sin cura”, y de la pintura más reciente de la exposición, Dios Padre (1993), en la que el rostro de Dios se dibuja entre las nubes.

“Al ojo hay que acostumbrarle a experiencias nuevas y en eso Eulate era un maestro”, añade Kortadi sobre un pintor cuyo trabajo aguanta “muy bien” el paso de los años. De hecho, aseguró, muchos de los turistas y visitantes que han conocido su obra en la basílica de Santa María suelen preguntar de dónde es un artista al que imaginan aún en activo. Siempre innovador, el donostiarra plasmó su discurso artístico en formatos y técnicas diametralmente opuestas; tanto es así que en Euskal Herria se le considera pionero en la representación de la religiosidad y la espiritualidad -“algo tan invisible”- a través de la abstracción.

Iñaki Beristain, representante de Arantzazuko Adiskideak, define a Eulate como un hombre “muy apasionado” en su modo de vivir la fe y el arte. Dado que desarrolló casi toda su carrera en su estudio del convento de Olite, es más conocido en Navarra que en Gipuzkoa, pero gracias a las exposiciones que Donostia le ha dedicado desde 2014 su figura está ganando visibilidad en su ciudad; el artista nació en el edificio que hoy alberga el centro Koldo Mitxelena, la antigua escuela de artes y oficios en la que su padre era bedel.

En años venideros, promete Edorta Kortadi, habrá nuevas exposiciones dedicadas al franciscano, cuya orden custodia más de 600 obras repartidas por distintos conventos. Según agrega el comisario, Eulate fue un pintor de series que cultivó pocos temas a los que sacó un gran partido; por ello, en futuras ocasiones la Basílica de Santa María podría mostrar temas nuevos de Eulate como los retratos, los horizontes o los bodegones.