pamplona - ¿Cómo llevan estos días de pases previos al estreno?
-Marta Etura: Hay mucha emoción. Para mí hoy [por ayer] es un día de máxima felicidad porque presentamos un trabajo en el que has puesto el alma y estás deseando que guste. Además, a este estreno viene la familia, lo que da un plus de nervios. (Risas)
-Fernando González Molina: Es la primera vez que presento una película mía en mi casa y es sobre una novela que transcurre aquí y que casi es un hijo para todos los navarros, así que siento presión, pero casi más emoción. Creo que lo de esta noche será bonito. Me parece un orgullo que DeAPlaneta, Atresmedia y Nostromo aceptaran que la película se viera aquí una semana antes que en Madrid. Hace justicia a lo bien que nos trataron cuando rodamos y a que, en definitiva, la película forma parte de la historia de Navarra.
Marta, en su caso lleva el peso de una historia con un personaje con dos caras: la que muestra es la de una profesional eficiente y la que lleva por dentro es la de una niña/mujer herida. ¿Cómo trabajaron esos aspectos?
-M.E.: El guion definía muy bien al personaje y, además, tanto Fernando como yo teníamos muy claro cómo tenía que ser. Por un lado es muy fuerte, muy profesional en medio de un ambiente hostil, ya que de momento trabaja en un mundo de hombres, y eso le hace mantener una coraza de fortaleza. Pero a la vez, viene de donde viene, tiene una herida muy fuerte y emocionalmente es una persona frágil, y cuando le toca enfrentarse a estos sucesos en el lugar en el que le sucedió lo que le sucedió, esa profesionalidad se ve perjudicada.
-F.G.M.: Era necesario plasmar esos dos puntos de vista. La del principio, la mujer profesional, pero también la que tiene ese pasado oculto. En ese sentido, la mirada de Idurre Puertas, la Amaia niña, es muy importante y había que enseñarlo. Cuando trabajas un personaje es muy importante poner los ovarios encima de la mesa y creo que Marta lo ha hecho, usando su corazón y sus vivencias. Como actriz, tiene esa fuerza y contundencia, pero también esa fragilidad, y ha sido muy generosa regalándosela al personaje.
Resultaría agotador.
-M.E.: (Risas) Acabábamos agotados, pero al día siguiente poníamos de nuevo toda la energía y toda la pasión porque el trabajo lo requería y porque era nuestro deseo hacer el mejor personaje y la mejor película.
-F.G.M.: Durante el rodaje éramos vecinos en Elizondo y dejábamos los dos un reguero de barro hasta la puerta. (Risas) El rodaje aquí fue un ejercicio de guerrilla, pero en Madrid también. Las películas adquieren su propia identidad, y esta fue dura y seca también a la hora de hacerla.
Tuvieron algún que otro percance, hasta se rompían las claquetas...
-F.G.M.: Se rompió todo, se quemó el camión... (Risas) Y fue la primera vez en la que en medio de un rodaje tuve que irme a casa a la hora de comer porque tenía hipotermia. La escena del cementerio fue un infierno...
-M.E.: Recuerdo que era la única escena del guion en la que no llovía, pero llovió y estuvimos catorce horas bajo el agua. Y Fer es increíble, porque el director no tiene por qué mojarse, pero él se mojaba, se pringaba de barro, se metió en el río... La implicación del equipo ha sido una gozada, todos creíamos firmemente en esta historia y queríamos dar lo mejor de nosotros mismos.
Esta es una película gris, azul...
-F.G.M: Esta película se conforma de Amaia Salazar y Baztan. El director de fotografía, Flavio Labiano, es donostiarra, conoce la zona y entendía muy bien esa luz del valle entre montañas, que es oblícua, que parece que siempre está atardeciendo. Estudiamos muchísimo la gama cromática, los colores cálidos solo aparecen con Engrasi y James, por ejemplo; el resto es frío.
Y la música también es muy norte.
-F.G.M.: Fernando Velázquez también es vasco y conoce muy bien las sonoridades de aquí. Cuando hablamos, le transmití dos claves: la música no tenía que ser de un thriller al uso, electrónica y fría, sino que debía ser muy emocional, y, además, tenía que recordar al lugar, de ahí los sonidos de la txalaparta y de algunos instrumentos propios de aquí.
No parece que esta sea una película más en sus vidas...
-M.E.: Tanto Fernando como yo somos muy profesionales y en cada proyecto entregamos lo mejor de nosotros mismos, pero para mí es una película especial porque por primera vez me enfrento a una historia que está contada a través de la mirada de mi personaje; estoy en todos los planos. Nunca había tenido este peso y también ha sido muy especial trabajar con Fernando. Es apasionado y entregado a la hora de trabajar, igual que yo. También es especial porque está rodada en el norte. Hay muchas cosas que conectan con mi corazón.
-F.G.M.: En mi caso, es especial no tanto por el cambio de género, sino más por el viaje que he hecho con la película, con este personaje y con Marta y en Navarra. Seguramente es la experiencia más satisfactoria de mi carrera; probablemente es en la que he puesto más corazón. Es la vez que más nervioso estoy, así que... (Risas)
¿Con ganas de reemprender el viaje con ‘Legado en los huesos?
-F.G.M.: Muchas. Legado en los huesos es muy interesante porque la historia y el personaje crecen mucho. Llevo trabajando varios meses con Luiso Berdejo en los guiones de la segunda y tercera parte, así que espero que el público así lo quiera.
-M.E.: Yo firmo ya. (Risas) Ojalá.