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Monumental Javier Aramburu

El pintor donostiarra expone en el Koldo Mitxelena su visión pagana y contemporánea del martirio de San Sebastián

Monumental Javier AramburuRuben Plaza

Donostia- Javier Aramburu (Donostia, 1966) expone por primera vez en su ciudad natal y lo hace mostrando una sola y monumental pieza, Done Sebastian / San Sebastián, expuesta en la Ganbara del Koldo Mitxelena Kulturunea hasta el 4 de marzo. Es monumental por su tamaño, por el año y medio que ha empleado en terminarla y por la fuerza que destila. En ella aparece el santo atado a un frondoso árbol, en pleno martirio, antes de morir por no traicionar sus ideas. “Es una obra muy fronteriza en todos los sentidos, un San Sebastián pagano con muchas lecturas”.

El entrecomillado es del comisario de la muestra Álvaro Matxinbarrena, que acompañado de la directora foral de Cultura, María José Telleria, guió la presentación de ayer ante la ausencia de Aramburu, nada amigo de las apariciones públicas. Nunca concede entrevistas ni participa en las inauguraciones de sus exposiciones, pues a su juicio, “la historia demuestra que, si algo ha de decirse, deberá ser la obra y no su autor quien lo diga”, reza la nota de prensa facilitada por la Diputación. “Javier defiende que trabaja la imagen, no la palabra. Esa es su postura y no le hace falta hablar de su trabajo”, justificó Matxinbarrena al presentar la labor de un artista huidizo y enigmático que en 2007 dejó de diseñar portadas de discos para centrarse en exclusiva en la pintura.

Múltiples lecturas Con este colorista lienzo de enormes dimensiones (260 X 160 centímetros), Aramburu pone de relieve la “contemporaneidad” de una de las imágenes más representadas en la Historia del Arte. San Sebastián sufrió martirio por defender su fe cristiana en pleno imperio romano y “veinte siglos después, idénticas formas de sometimiento se han repetido en nuestro tiempo y en nuestra tierra”. “El cuadro nace de esa descorazonadora realidad y pretende ser un canto al compromiso con la honestidad de quienes se han atrevido a defender sus principios, aun encontrándose con la violencia como única respuesta, hasta el final”, añade la nota.

Preguntado por el significado de estas palabras, Matxinbarrena respondió que “las lecturas de este cuadro son muchas”, aunque él opina que contiene “una especie de mensaje social”. Llama la atención que no hay rastro de las flechas que iniciaron la agonía de San Sebastián y las dos heridas ensangrentadas -una en la axila izquierda y otra en la parte baja del abdomen- “podrían ser de bala”, lo que aporta una dimensión actual a la obra. En el gesto del santo, como es habitual, hay una “mezcla de placer y dolor” y en su rostro se adivina un “éxtasis casi sexual”. El comisario también destacó la base de la pintura: “Da sensación de que todo se cae, como si fuera un derrumbamiento de tierras”.

El artista ha cuidado especialmente la disposición de su trabajo, suspendido del techo en el centro de una sala en la que reina la penumbra. La idea era crear “una pequeña escenografía” que “tiende al lirismo” y que da al conjunto un aire de “capilla vascofrancesa”. “Está hecho a propósito. El cuadro levita, está solo, invita a la intriga y al recogimiento”, dijo Matxinbarrena, sin olvidar una minúscula pintura que corre el riesgo de pasar desapercibida en la Ganbara. Se trata de un pequeño retrato de la madre de Aramburu, a quien está dedicada Done Sebastian / San Sebastián.

“Realismo MUY emocionante” El comisario consideró un privilegio la posibilidad de contemplar en directo la obra de “un artista fuera de lo común, que no se prodiga mucho y que destaca por la destreza con la que se enfrenta a todos sus cuadros”. Aramburu formó parte del efímero dúo musical Family, uno de los baluartes del Donosti Sound gracias a un solo álbum, Un soplo en el corazón (1993), que aún hoy mantiene su aureola de disco de culto. Retirado de la música, se dedicó profesionalmente a la ilustración y al diseño gráfico, campo en el que guarda “una mochila de gran prestigio” como autor de portadas de discos para Los Planetas, La Buena Vida y Le Mans, entre otras bandas. En 2007 decidió refugiarse en exclusiva en la pintura y hoy en día las únicas carátulas que diseña son las de Single, el grupo de su pareja y agente Teresa Iturrioz.

En su faceta actual, Álvaro Matxinbarrena le define como “un hombre cultivado”, un artista de “mucha reflexión” aficionado al “pintor de oficio. silencioso”, como Matisse o Morandi, que practica un “realismo muy emocionante”. “En cada pincelada” se revela como un “pintor emocional” y es ahí “donde conecta” con la gente, opina el comisario, que no duda en situar a Aramburu entre los artistas “más importantes de su generación” en el Estado. Y ello pese a que apenas ha protagonizado dos o tres muestras desde Primera exposición (2011) en Madrid. A la pregunta de por qué su obra nunca se ha visto antes en su ciudad, el comisario respondió que el panorama donostiarra “es pobrísimo” y que el mundo del arte funciona “por modas”. “Las galerías apuestan por vender y su estilo está más en la línea de Matisse o Morandi que en el de, por ejemplo, Txomin Badiola, que también es estupendo. Javier nunca está cerrado a ningún proyecto, pero le gustaría que fuese en buenas condiciones”, concluyó.