“Me da rabia la reducción de lo cultural al entretenimiento”
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Donostia - El escritor Ramon Saizarbitoria (Donostia, 1944) recibió ayer la Medalla de Oro de Gipuzkoa, la máxima distinción que otorga la Diputación de Gipuzkoa, por su aportación a la literatura vasca moderna y por impulsar el euskera batua. “Emocionado”, recogió el premio en nombre de una generación de escritores que decidió no renunciar al euskera para demostrar que la lengua vasca y la modernidad no estaban reñidas.
El autor de obras como Egunero hasten delako (1969), Hamaika pauso (1995) o Martutene (2012) fue certero y crítico en el discurso que pronunció en el Salón del Trono del palacio foral rodeado de autoridades. Entre otras cosas, se mostró partidario de recuperar algunos hábitos del pasado en un momento en el que se está produciendo una “antropologización del término cultura”. “Correr con un eslogan en la camiseta, tirar de una cuerda de un lado a otro en un puente, un grupo abriendo paraguas de colores en la playa, cocinar bacalao al pilpil en una plaza? Me apena que cualquier cosa se considere cultura. Me da rabia la reducción de lo cultural al entretenimiento y que las inversiones en cultura se tengan que justificar para traer turistas que compren camisetas con el lema Basque Country”, señaló el escritor, que tachó de “lamentable la tendencia a bajar el nivel de exigencia cultural” y consideró “inaceptable pagar y promocionar con dinero público vulgaridades y basuras, cuando son dirigidas a los jóvenes, especialmente en la escuela”. “Como ayer, hoy sigo pensando que la calidad puede salvarnos”, aseveró.
Sin olvidar a compañeros como Rikardo Arregi, Ibon Sarasola, Iñaki Beobide o Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi, se reconoció miembro de una generación de “antifolkloristas” que se oponía a “quienes creían que eran euskaldunes por ponerse la txapela y tocar el txistu”. Saizarbitoria, para quien el euskera ha sido siempre “un elemento integrador”, dijo no entender “a quienes son incapaces de asumir que el euskera es de todos, incluido de quienes no lo hablan”. “Me parecen tan patéticos los que llevan la boina con orgullo como los que se avergüenzan de ponérsela”, agregó.
Asimismo, consideró que datos como el de la tasa actual de euskaldunes “difícilmente podían ser más positivos”, tras lo que advirtió de que no se puede “incurrir en un optimismo imprudente ni caer en la autocomplacencia”. También confesó echar de menos “los años en los que la gente iba al euskaltegi por amor y a pasárselo bien o cuando los padres se juntaban porque querían abrir una ikastola”. En una clara defensa del batua, afirmó que le saca de sus casillas “la chulería de los jóvenes que utilizan su euskerie -en alusión a los dialectos de la lengua vasca- para diferenciarse y despreciar a la mayoría que está euskaldunizándose en la escuela”. “No soporto el euskera muchas veces incomprensible que usan en ETB. Me dan rabia quienes justifican su racismo en nombre de la difusión (del euskera)”, señaló.
Antes de pronunciar su discurso, el escritor había accedido a la Diputación acompañado del diputado general, Markel Olano, a través del arco de espadas de los dantzaris que bailaron la ezpata-dantza. Arantxa Urretabizkaia, colega y escritora, leyó la laudatio en su honor y recordó el revuelto que supuso Egunero hasten delako, una novela que hace 47 años hablaba del aborto. También destacó la valentía de Saizarbitoria para abordar las relaciones, el sentimiento abertzale o la figura de la madre vasca. Urretabizkaia también elogió su incansable labor a favor del euskera batua -“se dio cuenta de que sin eso no habría literatura, educación o medios de comunicación”- y en el plano literario, subrayó que “Ramon no ha tenido altibajos”: a su juicio, sus libros han transcurrido entre “cumbre y cumbre, de 8.000 en 8.000” en una trayectoria cuyo Everest es Martutene.
Olano, que cerró un acto que duró cerca de hora y media, destacó la capacidad de Saizarbitoria para “poner en duda convenciones y temas que se dan por sabidos”, al tiempo que opinó que los más pequeños detalles “son grandes puertas en sus libros”.