la cantante británica transgénero Antony Hegarty, que lideró a The Johnsons en la última década, ha regresado a la actualidad como Anohni, un nombre inventado, en su último disco, Hopelessness (Rough Trade. Popstock), en el que, transformada en mujer, realiza un giro estilístico radical, lanzándose a la electrónica con un mensaje radicalmente político y ecologista que presentará en el festival Sonar de Barcelona.
Muchos descubrimos a Antony en un concierto de Lou Reed en Bilbao, cuando era parte del trío coral del autor de Walk on the wild side, con quien ya había colaborado previamente en su The raven, disco dedicado a Allan Poe. Hasta su reciente nominación a los Oscar su carrera no resultó fácil, ya que empezó en antros de cabaret de Nueva York centrados en el público homosexual. Seguidor confeso de Boy George y Marc Almond, fue convirtiéndose en un artista de culto gracias al apoyo de Reed y su esposa, Laurie Anderson, y las comparaciones de su quebradiza y emocionante voz con las de Aaron Neville o Nina Simone.
Antony trasmutó en estrella underground con discos de lirismo exacerbado como The crying light, Swanglights y, sobre todo, I am a bird now (2015), su segundo e insuperable disco, que ofrecía un trío de gemas incuestionable como My lady store, For today I am a boy y You are my sister. Su peculiar voz y piano se convirtieron en protagonistas de anuncios de perfumes y el contrapunto a la acción o la reflexión en películas como V de Vendetta o La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, respectivamente. Incluso protagonizó giras con la Orquesta Sinfónica de Dinamarca.
Mutación El recién editado Hopelessness es, además del primer disco en solitario de Antony firmado como Anohni, su introducción en la música electrónica, con la que ya había coqueteado colaborando con Hercules and Love Affair en la canción Blind. Ahora, la incursión es total gracias a la ayuda del músico estadounidense Oneohtrix Point Never y el productor escocés Hudson Mohawke y el resultado revitaliza con un barniz contemporáneo su repertorio anterior, clasicista y cercano al pop de cámara.
Sin dejar de lado el cargado tamiz soul de la voz de Anohni, el álbum oscila entre un entramado electrónico que alterna las baladas y los ritmos más contundentes, y fluctúa de los pasajes accesibles y pop -caso de Drone bomb me, la épica 4 degrees, la sinfónica Watch me o Crisis, en los que participa Mohawke- a otros más abstractos, difíciles y experimentales, donde el colaborador es Lopatin. Y se nota en Violent man y también en Obama, donde la cantante doma su registro superlativo vocal habitual sin renegar, en conjunto, de la fragilidad y la melancolía que incorpora su obra.
Y si el manto musical resulta novedoso, no lo es menos el planteamiento de las letras del disco. De un lado, un ropaje sintético usado habitualmente para el baile; del otro, unas letras rabiosamente críticas y políticas a excepción del tema I don´t love you anymore, en el que expresa su rabia ante el abandono de su pareja. El resto del repertorio habla de la maldad, el terrorismo, el maltrato infantil, la pena de muerte, la ecología, el imperialismo de los estados?
Como introducción, conviene visionar el video de Drone bomb me, donde Anonhi se pone en la piel de una niña bombardeada por un drone mientras la modelo Naomi Campbell llora desesperada.