david Bowie nació llamándose David Robert Jones, el 8 de enero de 1947. Lo hizo en Brixton, un barrio al sur de Londres, conocido por su comunidad multicultural y sus mercados callejeros. Su madre, Peggy, trabajaba de camarera, y su padre, John, hacía lo propio en Barnardo’s, una organización británica que ayuda a los niños.
Ayer, Brixton se despedía de uno de sus vecinos más famosos. Los responsables de un blog de la zona llamado Brixton Buzz organizaron una fiesta para bailar en el pub Prince Albert, a pocos metros de donde nació el cantante. “Vamos a beber, bailar y celebrar la vida del mejor hijo de Brixton en una noche con su música. Vamos a poner sus éxitos, sus álbumes, sus tinieblas, más algunas de sus influencias y de los artistas a los que inspiró”, anunciaron en la bitácora.
En otro rincón del barrio, a las puertas del teatro The Ritzy también celebraban la vibrante vida y trabajo de su niño. “El tiempo de Bowie en la Tierra quizás ha terminado, pero lo que es seguro es que nos ha dejado muy buena música. Es un día para reunirnos y celebrarlo”, decía la organizadora, Honor Louise, pidiendo a los asistentes que llevasen instrumentos, altavoces, comida, y, lo más importante, amor.
Pero quizá el punto más visitado ayer fue su casa de la niñez, en el número 40 de la calle Stansfield. “A veces desconocidos se acercan a tomar fotos, pero nada más que eso”, explicaba hace unos años en una entrevista el señor Stainton, dueño de la propiedad en la actualidad. Compró la casa de cuatro dormitorios por 275.000 libras en el año 2000 y ahora su valor se ha triplicado en el frenético mercado londinense.
“El vínculo con Bowie no tuvo nada que ver con mi decisión de comprar la casa. No es muy emocionante. Después de todo, cada uno tiene que vivir en algún lugar”, añadía, quitando importancia al asunto. Lugar de peregrinación para muchos, Stainton dijo no querer convertirla en un museo. Por el momento, vive en España desde hace más de una década y la tiene en alquiler. Ayer cubrían las ventanas en negro desde el interior para evitar las miradas de curiosos y periodistas.
Al girar la esquina, había velas y flores en el suelo que los seguidores dejaban para dar su último homenaje en el mural que conmemora la portada del disco Aladdin Sane, publicado en 1973. El mural fue creado por el artista australiano James Cochran, quien lo completó en junio de 2013. Con obras en Berlín, París y Barcelona, Cochran pinta normalmente en paredes del barrio londinense de Shoreditch, pero hizo una excepción con David Bowie para recordarle a la gente los orígenes del músico.
Hasta allí se acercó la residente Vicky Webber, de 37 años, para dejar un ramo con una tarjeta con el mensaje D.E.P. David Bowie. Te queremos siempre. “Soy una fan de Bowie y lo he sido desde que iba a la universidad. Nunca tuve la oportunidad de verlo en concierto. Cuando encendí la radio esta mañana, me preguntaba por qué todas las emisoras estaban tocando sus canciones. Entonces me enteré de la noticia. Es triste, era una leyenda”, afirmó Webber.
En la Academia 02 del Brixton, bajo su cúpula negra, el espacio en el que se anuncian los conciertos recordaba en letras mayúsculas al artista: “Nuestro héroe por siempre, David Bowie”. Pero entre tantas muestras de amor, cabe recordar que Bowie apenas vivió seis años aquí, antes de trasladarse al suburbio de Bromley. Tuvo tiempo de ir al colegio Stokwell Infants y se “ganó la reputación de tener talento y de luchador desafiante”, tal y como explica Christopher Sandford, autor de su biografía Amante al extraterrestre, publicada en 2005.
Otros seguidores pasean por el barrio tarareando las canciones de su último álbum, Blackstar. No pueden dejar de pensar en Lazarus como en una canción de despedida que no supieron entender por completo hace unos días. David Bowie los llevaba a la cama de una habitación de hospital, donde les cantaba “Mirad aquí, estoy en el cielo/ tengo cicatrices que no se pueden ver”. Una despedida por la puerta grande del niño de Brixton.