Lemmy, puro vicio
Aunque parecía inmortal, un cáncer fulminante se lo llevó el día de los santos inocentes; sin embargo, al excesivo líder de Motörhead le sobrevivirán su rock crudo y un influyente legado.
En Lemmy (2010), el imprescindible documental dirigido por Greg Olliver y Wes Orshoski, el protagonista y líder de Motörhead respondía con sorna que “el secreto de la longevidad es no morirse”. El músico británico cumplió 70 años en Nochebuena y hacía tiempo que parecía vivir de prestado tras una existencia trufada de excesos. Sin embargo, el viaje tocó a su fin este lunes, “después de una corta batalla contra un cáncer extremadamente agresivo”, según anunciaron sus compañeros de banda.
Además de un influyente legado sonoro, el cantante y bajista deja en el camino un abigarrado inventario de vicios, a saber: la música (más de 20 discos publicados al frente de una banda de rock duro, acelerado y sucio) y las mujeres (le atribuían haberse acostado con 2.000 aunque él solo reconocía haberlo hecho con 1.000, que “no son tantas” para un tipo de su edad); las drogas, el Jack Daniel’s con Coca Cola, las tragaperras, los videojuegos y el coleccionismo de imaginería nazi. Su inigualable estética -sombrero, bigote, botas de cuero y cruz de hierro colgada del cuello- será por siempre patrimonio de la historia del rock, como también lo son su bajo Rickenbacker o las dos verrugas que adornaban su mejilla izquierda.
Trayectoria Ian Fraser Lemmy Kilmister nació el 24 de diciembre de 1945 en Stoke-on-Trent (Inglaterra) cuando aún no existía el rock and roll. Los arquitectos de ese estilo -Little Richard, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Eddie Cochran...- le cautivaron en su juventud hasta convertirse en una influencia notable, aunque no siempre perceptible. Fan acérrimo de los Beatles -a los 16 años vio a “la mejor banda del mundo” en The Cavern, cuando aún no habían publicado un disco-, en sus años mozos fue roadie (asistente técnico en los conciertos) de Jimi Hendrix, a quien solía suministrar ácido.
En 1971 se sumó a las filas de Hawkwind, un grupo de rock espacial y psicodelia hipnótica del que fue expulsado por trifulcas internas y tras un incidente que finalizó con su arresto en Canadá por posesión de speed, su droga fetiche. No tardaría en fundar Motörhead junto al guitarrista Eddie Clarke y el batería Phil Taylor, fallecido en junio de este año a los 61 años. Entre sus trabajos más exitosos figuran discos como Overkill (1979) o Ace of Spades (1980), título de su mayor himno.
El propio Ozzy Osbourne ha reconocido que su banda, Black Sabbath, comparte con Motörhead el honor de haber puesto los cimientos del heavy metal. No son pocos los expertos y músicos que consideran que sin la influencia del grupo de Lemmy no existirían Metallica, Anthrax, Megadeth o Slayer. Los integrantes de esas bandas han rendido infinidad de homenajes al líder de un grupo que en agosto publicó Bad Magic, el disco número 22 de su carrera. Sus numerosos seguidores en el Estado lamentaban ayer la cancelación de los conciertos que iba a ofrecer el 4 de febrero en Barcelona y el día 6 de ese mes en Madrid.
En el citado documental Lemmy decía que no se arrepentía de nada y respondía premonitoriamente que si su vida fuera una película, le gustaría que concluyera de este modo: “Con rayos y truenos mientras yo desaparezco de la cima de una montaña dejando atrás solo una placa que dice: Les engañé. De nuevo”.
Más en Cultura
-
Morodo estrena los conciertos de Sagües: "Volver a Donostia y encima en Aste Nagusia será muy especial"
-
El cuerpo y el espacio arquitectónico danzan en Tabakalera
-
'Ya no quedan junglas', la película que imagina Donostia como una narcociudad, en el Zinemaldia
-
El exbajista y cofundador de Shinova anuncia acciones legales contra la banda después de ser expulsado