El sobrio vestíbulo del aularium Elbiria Zipitria acoge la muestra de las últimas pinturas de Juan Antonio Barrenetxea, arquitecto, pintor, escultor, creador plástico y artesano de la materia. El creador se apoya en las características espaciales del vestíbulo para ubicar sus obras entre los estratos geomé tricos del mismo, organizándolas mediante un elegante ejercicio expositivo que consigue integrarlas en el planteamiento arquitectónico. Así, los intensos trazos óxidos, ocres, azules y verdes de los cuadros, dialogan abiertamente con las austeras tonalidades en blanco y negro del local, generando un juego de tensiones cromáticas y vibraciones que potencia la disciplinada belleza del espacio interno.

La muestra recoge trabajos del último periodo del autor, elaborados mediante pintura aplicada sobre soporte textil reciclado -lienzo, lona, toldo, velas náuticas-, tras haber experimentado otras modalidades como la fotografía, el collage, y la escultura materigráfica. Barrenetxea transmite a su pintura este conocimiento dual que integra los ámbitos físicos de lo tangible -la materia- y las teorías del intelecto -la abstracción-, plasmándolos en sus obras, mediante un proceso manual intenso con el que consigue materializar dicha alquimia.

Los cuadros de la planta inferior, en formatos cercanos a 2x2 metros, demuestran que las limitaciones expresivas atribuidas habitualmente a este medio pictórico, no inhiben la creatividad artística, sino que la excitan, pues, en ellos, los incidentes iconográficos utilizados -pinceladas, trazos, colores, capas, espesores, etc.- se agrupan, se mezclan y confrontan, revelando una compleja estructura estética integrada por energías entrelazadas, emotivas y poderosas, que, al quedar plasmadas sobre la tela, registran las turbulencias íntimas que las han hecho surgir, acaso en un estado de trance o en arrebatos inconscientes de emotividad.

Presidiendo el atrio se expone el gran mural cuyo contenido y nombre, Locus Amoenus, invoca al conocimiento y alegoriza la noble intencionalidad del edificio. Mural de doce metros de longitud, elaborado en técnica mixta de pintura y collage, incorpora elementos constructivos extraídos del propio edificio: materiales que, como pasa también con el grafismo de los textos -in scripto latino- ofrecidos, enriquecen la textura didáctica, e incorporan códigos informativos diferentes al de los trazos de color, aportando, además, identidad y dinamismo a su elaborada naturaleza abstracta.

En ambos casos y formatos -cuadros y mural-, los métodos de trabajo, la técnica utilizada y los materiales escogidos, dan a conocer la compleja capacidad creativa del autor, capaz de desarrollar métodos diversos y formatos diferentes en los que se percibe siempre la exultante fusión de rigor, contención, libertad e invención puramente expresivas. Diríase que, con ellos, sea pintura, escultura o collage, habría adquirido la cualidad de pintar sus ideas, como si ellas, volviéndose corpóreas, le fueran perceptibles y pudieran ser captadas para quedar plasmarlas en esa combinación de colores y formas con las que la lógica y la firmeza de la construcción, se concilian, en estado de gracia, con la belleza de los trazos inefables causados por el placer de pintar. Un placer que podemos ver prolongarse incluso sobre los cantos de los bastidores, pintados también, como reflejos sutiles del motivo que desarrolla la portada principal

El variado conjunto de su obra muestra mucho más que un ejercicio de expresión artística, semejándose propiamente a un diario en que queda constancia de lo visto, lo sentido, lo vivido y los impulsos personales. Como la memoria plástica de lo intuido por el autor en el paso de su vida, y que recoge las ideas captadas durante su trayectoria estética, navegando aguas arriba, con las velas impulsadas por las brisas misteriosas de la inspiración.Arquitecto