bilbao - Le esperaban ayer por la mañana en la sede de EITB en Miramon donde tenía que probarse el vestuario y participar en los ensayos de la teleserie Aitaren etxea, que prepara la cadena vasca. Pero no llegó a su cita. El actor Aitor Mazo (Bilbao, 1961) fue encontrado muerto en su casa del barrio de Txurdinaga a las 11.30 de la mañana por la mujer que le asistía en las tareas domésticas. Todo parece indicar que la muerte se debió a causa naturales, al parecer víctima de una insuficiencia coronaria.

Nada parecía presagiar el terrible desenlace. Hace unos días aún se le podía ver sobre el escenario del Teatro Arriaga de Bilbao encarnando al explorador y promotor de la cultura vasca Anton Abbadia, en un montaje escrito por Patxo Telleria. Hoy también estaba anunciada su presencia en el Teatro Gayarre de Iruñea, donde iba a representar la obra La calma mágica, una coproducción del CDN con la compañía Tanttaka. Sus compañeros de reparto, entre ellos la actriz Mireia Gabilondo, se encontraban ayer muy afectados.

Cine, teatro, televisión... El actor bilbaino podía con todo. Mazo sorprendía por su imponente físico, tanto dentro como fuera del escenario. Desde muy joven tuvo muy claro que quería dedicarse a la actuación, aunque hizo algunos pinitos con el fútbol, donde jugó como portero. “Con doce años ya era un mocetón de 1,80 metros y jugaba en la ikastola el Karmelo, donde por mi altura era apodado jirafa”, confesaba Mazo.

Los ojeadores se fijaron en él y le ficharon para jugar en el Zugazarte, donde estuvo de los 12 a los 18 años. “Pero lo mío eran los escenarios. Cuando les dije a mis padres que quería ser se actor, mi madre me dijo que cuánto mejor trabajar en una caja de ahorros”, recordaba riéndose. Pero Mazo siempre lo tuvo muy claro: “¿Qué me hubiera gustado ser si no hubiera sido actor? No sé... No se me ocurre ninguna otra cosa”, decía cuando se le preguntaba.

cine-teatro-televisión En 1983 comenzó su actividad teatral en Maskarada, donde permaneció hasta 1987. Mazo construyó una sólida carrera sobre las tablas del teatro. Fundó la compañía Txirene junto a Patxo Telleria y Lander Iglesias, con la que llevó a cartel, entre otras muchas obras, Torito Bravo y Birus. Pocos son los actores que pueden decir haber interpretado a un toro bravo sobre un escenario. Él fue uno de ellos; en la obra teatral Torito Bravo, Aitor Mazo se metió en la piel de Percatao, un viejo semental que entabla conversación con Lunero, un utrero ingenuo y enamorado.

En su faceta teatral, además, trabajó a las órdenes de directores como Pere Planella en las obras Agur Eire... Agur y en Mephisto; de Santiago Ramos, en Métele Caña, y de Lluís Pasqual en La Tempestad.

El cine le llegó cuando debutó como actor de reparto en Lauaxeta, a los cuatro vientos (1987), de José Antonio Zorrilla, y después prosiguió su carrera con papeles secundarios en películas como Vacas, de Julio Medem; Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, y La comunidad, de Alex de la Iglesia.

Aitor Mazo también trabajó a las órdenes de algunos de los directores de cine españoles más importantes, como es el caso de Manuel Gutiérrez Aragón, Emilio Martínez Lázaro y Daniel Monzón. Realizó una pequeña aparición en la taquillera Ocho apellidos vascos, de Martínez Lázaro, en la que interpretaba al padre Inaxio que casa a la pareja protagonista. En este filme, con guion de Borja Cobeaga, trabajó también con Karra Elejalde, con el que compartía tablas escénicas y amistad.

Con más de 60 títulos a sus espaldas, entre cine y televisión, entre sus últimos papeles en el cine, además de en la exitosa Ocho apellidos vascos, figuran 15 años y un día (2013), de Gracia Querejeta, y Lasa y Zabala (2014), de Pablo Malo, que recrea el secuestro y asesinato de esos dos militantes de ETA durante el secuestro del capitán de Farmacia del Ejército Martín Barrios. En el filme de Malo, Mazo encarnó a un juez.

El rostro de Aitor Mazo se hizo popular también con su aparición en series de televisión como Los ladrones van a la oficina, Policías, La familia Mata, El comisario, Médico de familia y Amar es para siempre. También apareció recientemente en la serie El ministerio del tiempo como miembro del tribunal de la Inquisición.

Las trayectorias profesionales de Patxo Telleria y Aitor Mazo se cruzaron muchas veces a lo largo de sus carreras. En 2008 los dos actores debutaron en la dirección de cine, recreando el Bilbao de 1974 en La máquina de hacer nubes. Ambos escribieron a cuatro manos el guion de esta película sobre el viaje iniciático de un chaval que quería ser artista. El filme cuenta las circunstancias que rodean la vida de Asier, un adolescente que interpretó el actor Bingen Elorza. En 2012 volverían a dirigir juntos Bypass, una cinta en euskera que reunía delante de la cámara a rostros populares del cine vasco como Gorka Otxoa y Bárbara Goenaga, además de a Sara Cózar, Itziar Atienza, Mikel Losada y el propio Mazo.

Ayer fue su última función. Aunque resulta difícil imaginarse al incombustible Aitor Mazo sin subirse a un escenario. Seguro que ya está preparando una obra con Mariví Bilbao, Koldo Losada y Álex Angulo, que partieron unos meses antes que él.