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Los jóvenes Trapp del Kursaal

En vísperas de que el musical 'Sonrisas y lágrimas' llegue a Donostia los intérpretes de más corta edad -todos vascos- trabajan duro para las funciones que comienzan mañana.

Los jóvenes Trapp del KursaalGorka Estrada

En vísperas de que el musical 'Sonrisas y lágrimas' llegue a Donostia, los intérpretes de más corta edad -todos vascos -trabajan duro para las funciones que comienzan mañana

Un reportaje de Marta Esnaola Fotografías Gorka Estrada

El Kursaal calienta motores para acoger el musical Sonrisas y lágrimas. Mientras el público se prepara para llorar y reír desde el patio de butacas, los niños que participarán en las funciones ensayan duro para que todo vaya sobre ruedas.

Desde mañana y hasta el domingo, nueve chavales vascos formarán parte de la familia Trapp, interpretando a los hermanos más pequeños del clan. Gonzalo Ortiz de Zarate, Iñaki Urbe y Xanti Korkostegi interpretarán a Kurt, Lara Rodríguez, Mariana Gómez y Sarah Albistur, a Marta, y Carla Candaudap, Lucía Cuevas y Jaione Elorza encarnarán a Gretel.

El lunes, ya con las frases y canciones estudiadas, empezaron con los ensayos. "Ahora toca preparar bien cada escena, ya que no harán ninguna prueba con los actores antes de la primera función", apunta Manuel Rodríguez, encargado de dar vida al malísimo Zeller y trainer de los niños, que bromea diciendo: "Van directos al matadero".

En los ensayos, él interpreta a todos los personajes para que los niños sepan qué referencias deben tener cuando suban al escenario. "Tenéis que aprender también las frases que os preceden y os siguen en todo lo que hagáis", les aconseja su trainer, que adiestra a todos los niños que el musical recluta en las distintas ciudades. Pese a no contar con los actores, las versiones donostiarras de Kurt, Marta y Gretel conocen bien la película que protagonizó Julie Andrews en 1965 y se han leído el guion de arriba a abajo. En los ensayos, Manuel les pone vídeos de otras funciones para que se hagan una idea de la escena.

"Grupo muy trabajador"

Do re mi y Cosas que me hacen feliz son melodías que los niños conocen al dedillo y las cantan llenos de energía durante los ensayos. Aseguran no estar muy nerviosos, quizá porque todos han pisado antes un escenario, ya sea haciendo ballet, euskal dantza o actuando. Además, las bilbainas Jaione y Mariana ya participaron en las funciones de Sonrisas y lágrimas de Logroño. Para los demás, todos donostiarras, es su primera experiencia junto a profesionales.

Lara vio el anuncio del casting en el periódico y no dudó en apuntarse. "En parte me gustaría ser actriz", asegura la niña. Lucía, su hermana pequeña en la ficción, se animó gracias al apoyo familiar. "Me dijeron que canto muy bien y encima mi tío es actor", afirmó la pequeña, a la que le gustaría seguir los pasos de su tío.

Pero por ahora, su trabajo no se parece tanto al de los intérpretes profesionales, porque los niños corren una especie de sprint. "Los actores ensayan durante un mes para una actuación, y ellos tienen que preparar su papel en cinco días", explica Manuel. Por ello, se les quitan cosas del guion para que puedan llegar a todo y no se líen con demasiados movimientos en escena. "Me tienen frito con eso de hacer caso siempre al guion y la película", ríe Rodríguez.

En los casting de Donostia seleccionaron a quince niños, cinco para cada personaje. Dos semanas después, organizaron talleres durante dos días con los niños seleccionados. El actor añade que después de los talleres se quedaron con tres personajes para cada miembro de la familia Trapp. En este caso, se muestra muy contento con el grupo al que prepara, pues es "muy formal y trabajador".