David Bowie, (casi) a la altura de su leyenda
El veterano músico británico ha roto una década de silencio con 'The next day' El disco, moderno pero conectado con el pasado, es uno de sus mejores trabajos en las tres últimas décadas
donostia. Entre la sorpresa general, David Bowie ha regresado con un disco nuevo tras casi una década de retiro. Cuando parecía que su interés por la música era menor que por el cuidado de sus múltiples negocios y su colección de arte, el autor de Ziggy Stardust se ha descolgado con The next day (Sony), un disco (casi) a la altura de su leyenda, un regreso incontestable que fluctúa entre la actualidad y las referencias a algunas de sus mejores obras, cortesía del productor Tony Visconti. Y también -algo que no resulta baladí- letras críticas con el presente en un nutrido grupo de canciones.
Todos creíamos que Bowie -el siempre camaleónico extraterrestre, Ziggy, el Duque Blanco? -había decidido dejar la música tras aquel infarto que canceló la gira de su disco Reality (2003), incluido el concierto que tenía previsto realizar en Bilbao. Una década después, a sus 66 años y sin previo aviso, después de puntuales colaboraciones con artistas jóvenes como TV on the Radio o Arcade Fire, ha regresado con The next day, posiblemente su mejor disco en las tres últimas décadas.
Aunque Bowie no ha concedido ni una sola entrevista y ha advertido de que no saldrá de gira, su regreso ha sido recibido como se merece en el caso de una de las personalidades más sugerentes que ha dado la música popular en el último medio siglo. "El mejor álbum de regreso", según The Independent. "Una maravilla absoluta, valiente y hermoso", ha aplaudido The Telegraph. "Un gran disco y algo que es poco común en una época en la que todo se explica y se revela: una sensación de misterio", concluía The Times.
Dos años de trabajo Este regreso es fruto de dos años de trabajo a escondidas, reciclando ideas, probando con canciones y músicos, y, lo más curioso en estos tiempos, donde nada es ajeno a las redes sociales e internet, sin que nadie de los muchos colaboradores se fuera de la lengua. Solo el imaginativo guitarrista Robert Fripp explicó que le había citado y no pudo ir. Nadie le hizo caso, nadie se creyó que Bowie estuviera trabajando con un equipo de lujo liderado por el productor Toni Visconti, con quien colaboró en el mítico Space oddity (1969) y en otras obras clave de Bowie como Young americans, Heroes o Scary monsters, sin olvidar discos más recientes como Heathen o Reality. "Nunca me dijo que se había retirado y cuando le vi en persona parecía tener muy buena salud", ha explicado Visconti a la revista Rolling Stone.
El disco, que cuenta con músicos como el bajista Tony Levin, el batería Zachary Alford y los guitarristas Ferry Leonard y David Torn, y en el que Bowie toca teclados y guitarras, se presenta con una de las portadas más impactantes y esclarecedoras de los últimos tiempos. Con ella eleva el reciclaje -manipula la vieja carátula de Heroes y la traslada al presente ¿o es el futuro?- a la categoría de arte y sugiere con tino su contenido: sonido clasicista, pulcro, bien interpretado y repleto de guiños a su diferentes y mejores etapas pero también anclado en el presente.
Moderno pero conectado con el pasado, The next day es un tobogán que alterna las guitarras afiladas y berlinesas en el tema homónimo con la "oscuridad sexy" de Dirty boys, con un arranque a lo Tom Waits, la melodía y el encanto pop a lo Let's dance y China girl de The Stars (are out tonight) o medios tiempos opresivos con ambientes a lo Scary monsters en Love is lost.
Y ahí no queda la cosa porque el disco, además del etéreo y nostálgico Where are we now?, ofrece gemas glam por las que Suede mataría como Valentine's day; prog-rock en If you can see me; la enorme How does the grass grow?, con guiños a su obra previa; la abrasiva, a lo Tin Machine, (You will) Set the world on fire; una bestial torch song soulera titulada You feel so lonely you could cry; o una Heat oscura y dramática que podría compartir con Scott Walker.
En sus letras, el álbum suena desesperanzado y oscuro. Bowie deja las cosas claras -"aquí sigo, no suficientemente muerto"- y no se corta en sus críticas a las celebrities o al mundo actual, ya que en Love is lost canta "el amor es pérdida, y la pérdida es amor" y "tu miedo es tan viejo como el mundo/dile adiós a la vida sin dolor"; y ofrece varios guiños a la guerra con versos repletos de sangre entre la hierba, tumbas y "generales de mierda". "¿Dónde estamos ahora?", se pregunta el viejo Bowie, quien se siente "un hombre perdido en el tiempo, caminando como un muerto", y también entona "no sé quién soy". Al final del disco, su mirada madura se muestra traviesa al descolgarse con un verso - "soy un mentiroso"- que añade misterio a un enorme regreso.