Donostia. Los poemas y las cartas que Rainer Maria Rilke escribió en Ronda, una de las ciudades que más influyeron en su concepción estética, han sido reunidos con el título En Ronda. Cartas y poemas (Pre-Textos) en conmemoración del centenario del viaje que el poeta austríaco hizo a la ciudad malagueña.

El profesor Anthony Stephens, que ha preparado esta edición, explica que el libro reúne todos los poemas y textos que Rilke compuso en Ronda, incluyendo sus cartas, "lo que permite una lectura en contrapunto, con una particular mirada tanto a su vida como a su obra", y que la antología está ilustrada con fotografías que "ayudan a recrear el ambiente que tanto inspiró al poeta".

Stephens, que califica de "productiva" la estancia de Rilke en Ronda, de diciembre de 1912 a febrero de 1913, señala que "la experiencia del paisaje es central en la obra de Rilke y algunos de sus grandes poemas de este periodo, como La trilogía española, se hacen más cercanos cuando se leen en el lugar de su composición". Por este motivo, cree que "una visita a Ronda es esencial para una apreciación real de este enfoque en el desarrollo poético de Rilke".

El origen del viaje de Rilke a Ronda se halla en la terminación de su novela Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, en París, a principios de 1910, según recuerda Stephens: "Se había centrado en este trabajo como con ninguno anterior, pero terminarlo no le trajo ningún alivio; más bien le sumió en una depresión, sin saber qué dirección deberían tomar su trabajo y su vida".

"La respuesta surgió en Duino, en la costa del Adriático, donde, entre enero y febrero de 1912, un repentino arranque de inspiración le hizo acabar las dos primeras Elegías de Duino. Sabía que tenía una gran obra en sus manos y estaba ansioso por acabarla. Pero su dominio poético le había abandonado repentinamente en Duino y cuando en ese año emprendió viaje a España fue con la urgente creencia de que podría recuperarlo allí", según afirma Stephens.

El profesor añade que "esta es una de las muchas paradojas de la creatividad de Rilke, que mientras él creía que necesitaba un ambiente ideal para escribir, era más productivo cuando tenía todo en contra".

Stephens recuerda que "escapó de Toledo, pasó por Córdoba y Sevilla y llegó de casualidad a Ronda, donde consiguió quedarse tres meses y donde pasó un tiempo reflexionando sobre el curso decisivo que iba tomar su obra, confirmó su rumbo y escribió aquellos poemas que habían quedado fuera de su alcance en Toledo".

Por este motivo, el profesor cree que "por un lado Ronda es un descubrimiento personal para Rilke" y, como señala en su prólogo a En Ronda, la ciudad malagueña no fue un locus classicus para "el turista con intereses poéticos" como lo fueron Roma, Capri, Florencia, Aviñón, Brujas, Venecia y Toledo.