madrid. La muerte, a los 81 años, del actor catalán Fernando Guillén, que durante mucho tiempo luchó contra la enfermedad, dejó ayer un hondo pesar en el cine y el teatro español, ámbitos que él cultivó con notable éxito durante su carrera. Desde que se conoció la triste noticia, numerosas personalidades del mundo de la cultura expresaron su pesar por la desaparición del intérprete y la persona.

Sus hijos, Fernando, Natalia y Cayetana, y su exmujer, Gemma Cuervo, con la que mantenía una excelente relación, agradecieron el cariño con que el público y los medios de comunicación han tratado al actor. Hasta la capilla ardiente se acercaron directores de cine, productores, actores y actrices, que expresaron su respeto, afecto y admiración por el fallecido.

Fernando Guillén nació en Barcelona en 1931. Como muchos actores de su generación, tuvo que conformarse con una industria cinematográfica pobre y nutrir su prestigio en el teatro durante los años de la dictadura, pero emergería para la gran pantalla en los años 80 con algunas interpretaciones deslumbrantes. Pero el hombre que volvía locas a todas las Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar, o que ganó el Goya con el pictórico y decadente Don Juan en los infiernos es solo la punta del iceberg de una amplia carrera premiada con la Medalla de Oro de las Bellas Artes al del Mérito al Trabajo.

Guillén empezó a estudiar Derecho, pero pronto cambió esta carrera por las clases de declamación en el Real Conservatorio de Madrid. Ya entonces coincidió con dos nombres importantes en su vida, Gonzalo Suárez y el actor Agustín González, con quienes representó El momento de tu vida, de William Saroyan, y se curtió con obras como Tres sombreros de copa y Escuadrilla hacia la muerte. En sus inicios aún encontraría más compañeros que se convertirían en grandes figuras, casos de Fernando Fernán Gómez o Nuria Espert, y en el cine fue José María Forqué quien le descubrió en Un día perdido (1953).

Mientras el séptimo arte le reservaba títulos del tipo Las de Caín, La decente o Vente a Alemania, Pepe, en el teatro formó en 1969 compañía con su mujer, Gemma Cuervo. La popularidad de Guillén comenzó a hacerse efectiva gracias a la televisión recién acabada la dictadura, especialmente con La saga de los Rius, así como en la primera realización de Pilar Miró, Lilí. En los 80 llegó su momento en la gran pantalla. Asalto al Banco Central, de Pedro Costa, o La estanquera de Vallecas, de Eloy de la Iglesia, reivindicaron al galán para el nuevo cine quinqui. Y entonces aparecieron sus tres directores clave: Pedro Almodóvar, Gonzalo Suárez y José Luis Garci. Con el primero, además de Mujeres al borde de un ataque de nervios, trabajó en La ley del deseo, ¡Átame!, Tacones lejanos y "Todo sobre mi madre". Con Suárez llegó al Goya con Don Juan en los infiernos, y con el tercero desarrolló una gran amistad y una fructífera relación profesional, que arrojó títulos como La herida luminosa, El abuelo, You're the One y Sangre de mayo. Todo ello, sin dejar de escuchar a las nuevas voces, pues estuvo en los debuts de Isabel Coixet (Demasiado viejo para morir joven) o Álex de la Iglesia (Acción mutante).