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"Somos clásicos sin rival y no vamos a cambiar"

Se saben "clásicos" y por eso, dos años y medio después, regresan al Victoria Eugenia de Donostia con el espectáculo 'Parecido no es lo mismo', un título que da pistas acerca de una fórmula que apenas ha cambiado en 30 años pero sigue teniendo éxito y vigencia

"Somos clásicos sin rival y no vamos a cambiar"Javi Colmenero

Donostia. Javier Pozuelo (Javier Cansado) y Juan Carlos Arroyo (Carlos Faemino) ofrecerán seis funciones entre los días 13 y 18, todas ellas a las 20.00 horas y con precios de 10, 16 y 22 euros. Para el martes y el miércoles quedan algunos tickets, pero para el resto de los días es más difícil, prueba de la fidelidad de los seguidores de un dúo que vuelve al teatro donostiarra con el mismo espectáculo.

Quien no sea muy fan igual no repite por mucho que parecido no sea lo mismo. ¿Cómo convencen a los indecisos?

Nosotros eso de ir a Ohio como Obama y Romney no lo vamos a hacer... (Risas) En realidad, hablamos un poco para los convencidos. Cuando alguien nos dice que no sabe si venir a vernos porque igual no le gusta mucho, le decimos: "No vayas". Nuestro público tiene que ser alguien que esté muy a favor.

¿Incluso a favor de la misma función?

Aunque sea el mismo espectáculo, siempre cambia; no radicalmente, pero cambia. Hemos modificado al menos la mitad de la función que trajimos a Donostia en 2010, y el 50% restante también lo cambiamos cada día. (Risas). Tenemos una tendencia grandísima a morcillear y cambiar las frases, y eso hace que siempre se abran otras puertas dentro del espectáculo. De todos modos, a la gente le gusta nuestro rollo, seguirían viniendo aunque hiciéramos exactamente lo mismo. Además, tenemos la suerte de que la gente tiene poca memoria.

Entonces les da igual no llegar a 'nuevos mercados'.

Hombre, nosotros estamos ya un poco en recesión. Somos cómicos veteranos, padres de la nueva generación. Aunque quisiéramos, no podríamos captar nuevos públicos. Ganamos algo con los chavales que nos ven por Internet, y es halagador cuando ves espectadores jóvenes en el espectáculo, pero somos clásicos y nuestro trabajo fundamentalmente está hecho ya.

Habla como si fuesen a ingresar directamente en el museo del humor.

Pero un museo vivo y activo. (Risas) Somos buenísimos pero veteranos.

Pronto cumplirán tres décadas sobre los escenarios.

Treinta años de profesionales porque antes estuvimos trabajando en la calle, haciendo situacionismo y performance solo por el puro placer de hacer cosas, sin ganar dinero. Actuábamos en el escaparate de la tienda de muebles que tenía un amigo o nos disfrazábamos de fachas para ir a una fiesta de izquierdas. Era todo muy underground y nosotros, unos bestias. Luego nos profesionalizamos.

¿Y no da vértigo llevar 30 años en la misma profesión?

Tenemos la suerte de que nuestro discurso no se ha quedado anticuado, tenemos vigencia. Y hemos evolucionado con la gente. Yo soy padre y hablo de mis hijos, y los cómicos jóvenes, en cambio, hablan de sus padres. Hay un salto generacional pero Faemino y yo no hablamos de cosas de hace 20 años. De hecho, si en alguna improvisación uno de los dos dice algo obsoleto -qué sé yo, una broma sobre Starsky y Hutch-, tiene multa de diez euros que se incorporan a una hucha y cuando hay pasta suficiente, invitamos al equipo a comer.

Habla de evolución, pero en realidad no hay muchos cambios en su propuesta, salvo que, por ley, ya no pueden fumar en escena.

Es que salvo cuando estábamos en la calle, siempre ha sido así: dos micrófonos y dos tíos contando historias. Siempre hemos sido nosotros, que no tenemos esa pátina actoral de otros compañeros. Por eso, cuando nos dicen que este espectáculo es como el anterior, les decimos: "Y como el anterior y el anterior".

Ahí siguen Arroyito y Pozuelón.

Si no metíamos a esos personajes en la función la gente se mosqueaba y decidimos que siempre los mantendríamos. La gente quiere verlos.

¿Cuánto se parecen a ustedes? Comparten apellido...

Es una especie de broma, sí. Arroyito y Pozuelón son los más libres, los que hacen y dicen más barbaridades. Son como los personajes que veíamos en nuestro barrio (Carabanchel), gentes deslenguadas que hablan de todo aunque no tienen ni idea de nada. Dicen lo que piensan y a nosotros nos sirven para despojarnos de cualquier corrección política.

En su anterior visita decían haberse radicalizado con los años y que ahora se sienten más libres.

A veces parece que tienes que ir con cuidado para no decir cosas que puedan herir a alguien, pero es que mi discurso es ese, y si a alguien le molesta... ¿Que no hace falta decir palabras malsonantes? Hombre, nosotros decimos lo que nos sale de la polla. Nuestro planteamiento es despojarnos de pequeñas rémoras y de cualquier tipo de corrección. De política no solemos hablar porque no nos gusta, pero si lo hiciéramos, actuaríamos igual.

En definitiva, no tienen intención de hacer eso tan de moda y que suena tan feo: reinventarse.

No, no… Fíjate que hace poco en un teatro de Jaén nos anunciaron como "Faemino y Cansado: los Lope de Vega del humor". Me pareció fantástico, formidable, somos clásicos sin rival y no vamos a cambiar… (Risas) Los textos pueden ser diferentes, pero nuestra manera de ver la vida, nuestro punto de vista, no lo cambiaremos jamás… A veces nos hemos equivocado modificando los roles, Faemino haciendo de tío listo y yo de tonto, y no funciona.

Qué faena para Faemino...

(Risas) Es que Carlos tiene una capacidad cómica y gestual brutal, es un dibujo animado. Él tira más a los personajes menos espabilados y yo hago de listo. Eso no lo vamos a cambiar.

¿Y las estrecheces económicas? ¿Les afectan?

La crisis no nos afecta y, de hecho, trabajamos más. El humor es lo más buscado en un espectáculo. La comedia es lo que más interesa, y en tiempos de crisis, el humor es terapia, la gente lo necesita. Nosotros solemos respetar un número de funciones, ocho al mes, pero podríamos hacer el doble, 16. Es una putada que sea por la crisis, pero a nosotros no nos afecta nada.

¿Ni siquiera a la hora de conseguir la risa del espectador, que igual tampoco está para muchas gaitas?

No, porque es una catarsis… Otra cosa es que alguien tenga un problema duro o sentimental, pero la gente que viene agobiada por la crisis o la economía lo olvida todo durante la función. Además, cuando te ríes, generas endorfinas, que calman el dolor y la ansiedad. ¡Es terapia! Una sesión con nosotros es beneficiosa en todos los aspectos y no voy a decir que te hace mejor persona, pero tienes un talante mejor.

Como son alérgicos a tocar temas de actualidad, no usarán la crisis como materia humorística...

No, no… Hombre, como vives en el mundo, igual en alguna improvisación surgen ideas o cosas, pero es siempre algo coyuntural y que ocurre ese día o en ese momento. Pero nunca ha sido nuestra línea y tampoco hablamos de política porque es algo absolutamente mediocre. No nos interesa.

Siempre le ha gustado a usted salsear al margen de su trabajo con Faemino, pero últimamente se le ve muy promiscuo, arrimado a humoristas como Pepe Colubi o Javier Coronas.

Sí, con ellos y otros compañeros hago Ilustres ignorantes, el mejor programa de televisión del momento. Y no lo digo yo, sino la gente que sabe del tema. Coronas, que es el director, hace muchas preguntas y los demás vamos improvisando, el espectáculo crece y tiene un tono un poco intelectual, con gente reflexionando desde el punto de vista cómico, acerca de temas trascendentes o triviales. También tenemos un espectáculo de teatro.

No se está usted quieto...

Yo me lo paso como un cabrón, me río un montón y tengo licencia para soltar pedanterías y barbaridades. Todos mis proyectos, también la radio que hago en la Cadena Ser, me divierten. Y eso es lo esencial, porque todos los proyectos que he hecho por dinero me han salido mal. En cambio, lo que hago porque me gusta, funciona.

¿Cómo ve el panorama del humor en España?

El humor en España vive su mejor momento, no ha habido tiempos tan brillantes como ahora. Hay un par de decenas de cómicos con un nivelazo bárbaro: los de Muchachada Nui, Dani Rovira, Hovik, Goyo Jiménez, Agustín Jiménez... Veo mucho a los humoristas americanos y británicos y no estamos por debajo de ellos, el nivelazo es impresionante.

¿Y cuándo se separarían Faemino y usted? ¿Qué tendría que ocurrir?

Que no tuviéramos éxito. En nuestra profesión tenemos la suerte de que el público es muy claro. En otras disciplinas del arte te puedes escudar en que haces vanguardia y no te entienden, pero en el humor, si la gente no se ríe, no hay nada que hacer: tienes que retirarte. Así que lo dejaremos el día en que la gente no se ría… Seguiremos juntos porque somos amigos de toda la vida, pero fuera de los escenarios. Tenemos la casa pagada, así que nada: buenas noches. (Risas)