Síguenos en redes sociales:

El misterio de Victoria Figuerido

musikaste recupera la obra de la compositora de irun que, tras cosechar éxito, desapareció de la vida pública

El misterio de Victoria Figuerido

EL tiempo acostumbra a ser cruel con los artistas, solo una exquisita minoría sobrevive a la dictadura del olvido. Existen también unos pocos casos en que los propios creadores entierran su nombre, alérgicos al reconocimiento público. Musikaste rescata hoy (Centro Cultural Villa de Errenteria, 20.00 horas) las obras de la compositora y violinista guipuzcoana Mª Victoria Figuerido (Irun, 1912-Donostia, 1972), dueña de una enigmática carrera. Un misterio para su propia familia.

Por su ADN circulaban corcheas y semifusas. Su abuelo Manuel fue director de la Banda de Irun, su madre era la pianista Claudia Torija y Elices, y su padre, el violinista y compositor César Figuerido Guelbenzu, ejerció de director de la Academia de Irun, fundó la Sociedad Filarmónica Irunesa, la Orquesta Kursaal y la Filarmónica de San Sebastián, impulsó el Conservatorio de Donostia en el que daría clases su hija, y fue encumbrado como heredero de Sarasate.

A César Figuerido se le presupone, además de su talento, un don para las relaciones públicas. En 1930 fundó la Agencia Internacional, a través de la que contrató a grandes músicos extranjeros. Gracias a sus gestiones, el público guipuzcoano disfrutó de las actuaciones de Maurice Ravel y Béla Bártok. De sus cinco hijos, las dos chicas, Carmen (1904-1988), pianista, y Victoria heredaron su pasión por la música. No ocurrió lo mismo con sus habilidades sociales.

La cuarta de sus vástagos logró en 1937, con 25 años, el primer premio fin de carrera de violín en el Conservatorio Municipal de Música de Donostia y recibió el galardón de la Fundación Paulino Caballero, y en 1943 fue nombrada profesora de violín. La obra Minueto, compuesta para la boda de su hermano Álvaro, se estrenó en 1945 en el Teatro Victoria Eugenia y fue publicada por la editorial Unión Musical Española. Después, el silencio.

exilio interior Uno de sus sobrinos, Luis Figuerido, recuerda que de niño escuchaba en casa que su tía que "tenía una gran capacidad musical, que era muy buena como intérprete, compositora y profesora, y que tenía una voz muy bonita, ideal para la radio". Sin embargo, "no debía llevar bien los elogios, y a partir de que comenzaran a alabarla, se empezó a retraer". "En lugar de hacerle avanzar y darle ánimos, al parecer le provocó lo contrario", reflexiona Luis, al que le sobran la mitad de los dedos de una mano para contar las veces que estuvo en la casa de la calle Miracruz donde vivieron, prácticamente aisladas, sus tías.

Porque el enclaustramiento fue doble. Victoria y Carmen se encerraron en su domicilio a una edad temprana, entre los 40 y los 50 años. "Poco después del premio y de la boda, se recogieron, vivían en su mundo, no salían de casa y la relación con el resto de la familia era casi nula. Había que avisar con antelación antes de visitarlas", evoca. En sus últimos años, el único vínculo de las dos hermanas con el exterior eran sus pedidos de comida por teléfono.

No dejaron descendientes directos, ni transmitieron el gen melómano a sus sobrinos, ni las han sobrevivido demasiados documentos. "Se dedicaron a la música cuando eran jóvenes y a partir de cierto momento no hicieron nada, o si compusieron en casa, se hallaron pocas partituras en su piso, y casi todas del abuelo", explica su pariente. De hecho, gran parte del archivo de los trabajos de César Figuerido se ha perdido, y la parte que puede recomponerse se ha depositado en Eresbil, donde practican una ardua labor de reconstrucción y transcripción de sus obras.

Resultan indescifrables los motivos de Victoria Figuerido para desvanecerse, por lo que tampoco se puede especular con lo que pensaría si supiera que, cien años después de su nacimiento, se consagra un concierto a su redescubrimiento. Bien escoltada por piezas de Emma Chacón, la autora catalana afincada en Bilbao, de la navarra Emiliana Zubeldia -"una gran compositora", según Jon Bagüés, responsable de Musikaste-, del respetado autor lezotarra Tomas Garbizu y del gasteiztarra Sabin Salaberri, con la bendición de la compositora o sin ella, hoy las obras de Figuerido volverán a volar.