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"He conservado el alma punk"

Los años 80 pasaron a una velocidad de vértigo pero ella supo retratarlos inmejorablemente a base de talento, intuición y una alta velocidad de obturación, tal y como queda plasmado en 'Yo disparé en los 80' (Munster Records), el primer libro de fotografías de Marivi Ibarrola

"He conservado el alma punk"

DONOSTIA. Nació en Nájera en 1956 pero "de pequeñita" se vino a vivir a Donostia. Aún se considera "una chica del norte" aunque lleve desde la adolescencia instalada en Madrid por motivos de trabajo. Mientras "sueña" con regresar a vivir a su ciudad adoptiva, estos días ultima los preparativos de su nueva exposición: Lo juro por los Ramones. Se inaugurará este viernes en el centro Ernest Lluch de la capital guipuzcoana, pero de momento prefiere no adelantar acontecimientos y centrarse en su primer libro, que reúne 89 imágenes de artistas y personajes a los que retrató en los 80 cuando se iniciaba en el fotoperiodismo de modo autodidacta. Entre muchos otros, Derribos Arias, Radio Futura, Siniestro Total, Eskorbuto, Duncan Dhu, RIP, Alaska, Hertzainak o Potato se pusieron un día a tiro de Marivi Ibarrola.

En el libro muestra solo 89 fotos de las miles que tiene en su archivo...

El archivo de blanco y negro lo tengo aún sin digitalizar porque es un proceso lento y pesado que requiere mucho tiempo. Por eso, he hecho la selección a partir de las fotos que ya tenía escaneadas, pero aún me falta el 40% de mis negativos por digitalizar. Y en color no tengo nada escaneado todavía...

Así que su archivo aún le puede deparar grandes sorpresas.

Sí, es el caso de la foto en la que aparezco con Joe Strummer. Yo sabía que tenía fotos con él pero no sabía dónde, hasta que la encontré en la caja negra. No recuerdo quién nos hizo la foto, pero está tomada con mi cámara en la sala Joy Eslava de Madrid. La he utilizado para la contraportada de Yo disparé en los 80 como homenaje, porque supongo que no habrá tantas mujeres que salgan en una foto con Strummer. (Risas)

¿Qué fotos recuerda haber hecho y no logra encontrar?

Por ejemplo, estoy buscando las fotos de Iggy Pop, porque sé que le hice varias y aún no han aparecido, y también algunas de Pedro Espinosa, fundador de Potato.

Decir que su libro retrata la Movida madrileña puede ser reduccionista porque también hay múltiples imágenes del rock radical vasco...

Claro, hay fotos de Rock-Ola en Madrid pero también de músicos flamencos, de Granada, de los tiempos del rock radical vasco… He querido que estén todas las sensibilidades reflejadas porque en distintas ciudades estaba sucediendo lo mismo: había expresiones de gente que cantaba y decía cosas parecidas aunque fuera en otro idioma. Estábamos en lo mismo, al menos al principio, porque luego cada uno fue yéndose por su lado: los rockabillys no se mezclaban con los heavies, ni estos con los punkis... Ya sabes, divide y vencerás. Pero en origen, cada uno en nuestro estilo, defendíamos lo contrario de lo que cantaban Eskorbuto: "Mucha policía, poca diversión".

¿Cuáles son sus fotos predilectas?

La de Evaristo, de La Polla, me gusta mucho, destila sabiduría a pesar de su juventud y demuestra que es muy buena persona. También me gusta la de la portada del libro, en la que aparece Poch con el casco: fue un personaje totalmente adelantado a su tiempo, un incomprendido también. Me reía mucho con él y creo que me veía como su hermana, tenía mucha ternura. Luego está la de Enrique Sierra con su cresta, el alma de Radio Futura: nos hicieron tan felices con sus canciones de los 80 que aún hoy me sigo emocionando. Y les tengo cariño Los No, que cantaban "¡Soy paralítico total!": eran el único grupo punk del centro de San Sebastián, porque todos eran de la periferia o de pueblos cercanos.

¿Cómo era sacar fotos en los 80?

Muy diferente. Ahora con una cámara digital puedes sacar todas las que quieras, pero entonces no hacíamos más de cuatro o cinco fotos por tema. Yo utilizaba una cámara Nikkormat que compré de segunda mano en Murcia. Aún la conservo, es una joya, la llevaban los reporteros en la guerra de Vietnam, aunque ahora la tengo un poco averiada.

¿Se colaba en las salas de conciertos?

Hacía lo posible por colarme porque imagínate: había que pagar los carretes, los líquidos del revelado, el sello para enviar las fotos por correo... No me llegaba ni para cervezas, solo tenía lo justo para volver a casa. Estábamos sin un duro, pero teníamos olfato. (Risas) Malvivía, no me pagaban bien pero yo era muy feliz.

¿Tuvo alguna vez algún problema desagradable mientras trabajaba?

En los conciertos no. Aunque durante uno de Mano Negra una vez me robaron otra cámara que había comprado. Dentro tenía las fotos de la actuación y no pude enviarlas a la revista.

Antes no habría tantos fotógrafos en las primeras filas como hoy...

Bueno, también había gente pero se trabajaba de otro modo: había que controlar muchos parámetros para llevar a cabo un enfoque, un encuadre, una medición de luz... Y el positivado también era complicadísimo. Se sufría mucho para lograr una imagen que fuera especial. Por eso, el libro es como una oda a los fotógrafos analógicos: hay que reconocer todo el trabajo que hicieron los pobres...

El proceso sería doloroso, pero las fotos reflejan instantes de gran efervescencia y diversión.

Sí, y narran: las fotos están contando un montón de cosas. He conservado el grano y las rayas, no he querido retocarlas. El blanco y negro cuenta todo eso que no se había contado de los fans, lo bien que se lo pasaba la gente, lo que era capaz de hacer... Y cada imagen está comentada por un personaje de la época. Algunos han descubierto su alma en los textos.

¿Qué es lo esencial para usted en una imagen?

Lo importante es el contenido de cualquier historia: sin eso no vale nada. Lo esencial es lo que estás contando tú y lo que vale es tu mirada, porque otra persona lo contará de modo diferente. Mis contemporáneos tienen fotos diferentes de los mismos conciertos porque a mí, por ejemplo, me gusta utilizar el angular y a otros el teleobjetivo. ¿Que es mejor o peor? Cada uno tiene su mirada y se fabrica su propia regla de oro.

La fotografía digital lo ha cambiado absolutamente todo.

Yo misma uso una Leica digital... La fotografía se ha democratizado y eso no es malo, aunque de lo fácil suele abusarse.

¿En qué sentido?

Hoy todo el mundo puede hacer una foto de cualquier manera y en cualquier sitio, corriendo el riesgo de comprometer a terceros. Hay que tener cierta sensibilidad y cuidado en no herir a la gente.

Ahora enseña usted fotoperiodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. ¿Qué les dice a los alumnos?

Sobre todo intento transmitir criterio porque en la vida hay que tener criterio: para hacer fotos y para todo lo demás. Trato de enseñarles a encuadrar, algo muy importante, y solemos visitar algún museo, la mejor forma de ver cómo encuadran los grandes pintores: Velázquez, Goya, Sorolla... El otro día, por ejemplo, les enseñé el libro de Weegee, un reportero clásico.

Conocido por sus fotografías de sucesos y de la sociedad neoyorquina de los años 40.

Sí, ese mismo. Su trabajo es una maravilla: tiene desnudos, imágenes de crímenes, de juerga. Tenía interceptada la frecuencia de radio de la policía y en el maletero de su coche había instalado un cuarto oscuro para revelar más rápido.

Él también tenía la virtud de estar siempre en el sitio y momento adecuados.

Pero imagino que sufrió un montón para darnos esas imágenes. Además, imagino que en su día no tuvo reconocimiento. Sería un reportero más, que solo ha sido reconocido con el tiempo.

¿Y era usted consciente de estar atrapando con su cámara un periodo clave de la cultura musical y artística del Estado?

No, pero vamos a ver. Los 80 tienen valor porque han pasado ya, pero en la década actual están ocurriendo otras cosas de las que no me estoy enterando porque ya no estoy ahí. Ahora también habrá jóvenes que, como yo entonces, estén documentando la época en la que vivimos. Lo primordial es que la gente lo siga haciendo porque el día de mañana ese documento cobrará su valor. Por eso suelo decir que tan importante como hacer la foto es archivarla correctamente.

El paso del tiempo hará el resto.

Claro. Por ejemplo, yo tengo una de las mejores fotos de Nacha Pop. Es de 1982, cuando Antonio Vega aún no era yonqui. El paso del tiempo es lo que da valor a una imagen.

¿Qué echa en falta de aquella época?

Evidentemente la juventud. Y también la inocencia, éramos más inocentes... Éramos jóvenes y tomábamos lo que la vida nos brindaba. De todas maneras, creo que he conservado mucho el alma punk.

¿Por qué lo dice?

Porque la esencia de cada uno siempre se mantiene. Lo importante es mantenerse como uno quiere ser. Lo consigas o no, que te dejen o no, es otra cosa, pero hay que intentar vivir de lo que más feliz te hace.