nueva york. El director estadounidense David Fincher presentó ayer en Estados Unidos The Girl With the Dragon Tattoo, filme con el que se introduce en el universo de la trilogía Millennium, del sueco Stieg Larsson, pero sin plantearse aún si dirigirá las siguientes entregas de la exitosa trilogía literaria.

"Normalmente, los estudios cinematográficos no se comprometen con un director incluso cuando se espera que haya tres entregas", señaló Fincher (La red social, El curioso caso de Benjamin Button, El club de la lucha) en la presentación de la cinta en Nueva York.

Flanqueado por los protagonistas, Daniel Craig y Rooney Mara, el conocido cineasta explicó así que a la espera de que Sony Pictures evalúe cómo funciona su película en la cartelera, en su agenda no se encuentra con seguridad la dirección de las versiones de los otros dos libros de la trilogía Millennium.

Por el momento Fincher estrenó ayer The Girl With the Dragon Tattoo, la versión estadounidense de la primera entrega que escribió Stieg Larsson (1954-2004) de Millennium y que en castellano se tradujo fiel al original sueco como Los hombres que no amaban a las mujeres. La continuación de ese título fueron La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, que se convirtieron en éxitos mundiales y cuya primera adaptación cinematográfica -premio Emmy a la mejor miniserie- la hicieron en Suecia el realizador danés Niels Arden Oplev y el sueco Daniel Alfredson, con los actores Michael Nyqvist y Noomi Rapace como protagonistas.

La expectación por una versión made in Hollywood nació apenas se detectó que la saga funcionaba bien en Estados Unidos.

Craig, conocido como el agente 007 rubio y de ojos claros, interpreta ahora al periodista Mikael Blomkvist, quien se une para resolver un misterioso asesinato a Lisbeth Salander, una compleja hacker informática a la que da vida Mara, quien apareció ya bajo las órdenes de Fincher en La red social.

Para esta cinta, Fincher y el guionista, Steven Zaillian (La lista de Schindler), decidieron que no se trataría de una adaptación a una realidad estadounidense, algo que hubiera significado "cambiarla por completo": "Tenía que pasar en Suecia, no podía ocurrir en Connecticut", aseveró el director.

El mayor desafío de la cinta recae, más allá de la existencia de películas previas, en la idoneidad de Rooney Mara para dar vida a Lisbeth Salander, una "hacker punk" que se ha convertido ya en icónico en la literatura popular del siglo XXI y con una complejidad en la que reside buena parte del atractivo que lectores de todo el mundo han encontrado en las novelas de Larsson.

La dificultad de Mara, que ya ha logrado una nominación a los Globos de Oro por este papel, fue la de huir tanto de la imagen cinematográfica que ya existe de Salander como de todas las ideas que cada lector se ha hecho de la heroína.

Mara tuvo que prepararse a conciencia para convencer a Fincher de que era la Lisbeth que buscaba e incluso se marcó una lista de propósitos para convertirse en el personaje: como pasar "mucho tiempo sola" en Suecia, empezar a fumar, hacerse piercings o aprender a montar en moto, que fue lo más complicado.