Lugar. Salas Kutxa Boulevard. Donostia. Fecha. Hasta el 11 de diciembre. Horarios. 11.30-13.30 horas / 17.00-21.00 . Visitas guiadas grauitas. Sábados y domingos (18.30 horas en euskara y 19.30 en castellano). Para grupos previa concertación en el 943 428 830, de lunes a viernes entre las 10.00 y las 12.00 horas. Sobre el autor. La trayectoria pictórica de Xavier Álvarez de Eulate (Donostia, 1919), aliada desde muy pronto con la inspiración y el poder intelectual de Jorge Oteiza, es un ejemplo de ruptura, de querencia por la variación, de valentía a la hora de optar por una incómoda trasgresión.
LAS Salas Kutxa Boulevard de Donostia acogen una excelente exposición antológica del franciscano Xavier Álvarez de Eulate (Donostia, 1919), comisariada por los catalogadores de su obra, Larraitz Arretxea y Mikel Lertxundi.
Álvarez de Eulate, más conocido por sus vidrieras de Arantzazu, Zarautz, Olite y otros lugares, ha pintado también interesantes frisos de pintura abstracto religiosa en el Seminario de San Sebastián, en las Iglesias de Loyola, Lasarte, Bergara, Arantzazu, Gernika, y además ha realizado una enorme producción de pintura tanto figurativa como abstracta de tema religioso, que puede ahora contemplarse en esta muestra antológica.
Alentado por Valentín de Zubiaurre y por Ignacio Zuloaga, se inició en la Academia de San Fernando de Madrid, teniendo como verdadero promotor y amigo durante su vida a Jorge Oteiza, con cuyos consejos se introducirá en las sendas del arte contemporáneo. Vázquez Díaz, Lucio Muñoz, Jorge Oteiza, Manessier, Soulages, Hartung, Kokoschka, Pollock, Rothko, son algunos de los maestros e influencias que pueden detectarse en distintos momentos de su producción pictórica y escultórica.
Comienza con una obra figurativa de carácter realista expresivo, como San Francisco (1945 y 53), y Maximo Zinkonaindia (1949), para pasar a una obra más matérica expresiva como su notables temas bíblicos sobre Ezekiel (1963), Lukas (64), Alleluia! (56), y sus versiones de Paisajes (64), de clara influencia de Muñoz, y desembocar en un mundo más abstracto como las vidrieras de Arantzazu (1956), sus paisaje (74, 77, 92) o más figurativos (74 al 87), en los que la sombra de los expresionistas americanos está cada vez más presente. Eulate elabora paisaje propio, entre místico y trascendente, como transfigurado por la oración y la palabra bíblica, como renacido de las entrañas de la misma tierra. Eulate se toma tan en serio la tierra como el cielo, logrando con ellos una interesante síntesis y simbiosis
Muy interesantes son también sus temas religiosos sobre la Muerte y Crucifixión de Cristo (76, 77), la Piedad, la Santa Faz (77), las distintas series sobre la Zarza ardiendo, Diagonales (82) y, sobre todo, sus magníficos Espacios para una aparición (1985, 91, 92). En este apartado echamos en falta algunas excelentes versiones de la Santa Faz (como las de Loyola y Dios Nuestro Padre de Donostia), y temas de la Vida de San Francisco (colección notable en el Santuario de Arantzazu).
En sus retratos de Oteiza y Egaña se vuelve más pastoso, y vuelve a elevar su nivel en sus Naturalezas muertas (1983), algunas por cierto magníficas.