"En 'Bi hitz' el tema fue el desamor pero no pienso especializarme; ahora trabajo en otro enfoque"
Invitada por Donostia Kultura y el Gremio de Libreros de Gipuzkoa, Garazi Goia (Segura, 1978) hablará mañana, a las 19.30 horas, en la Biblioteca Central, de su primera novela, 'Bi hitz' (Alberdania), que disfruta de una segunda vida con su traducción al castellano ('Dos palabras')
donostia. Goia trabaja en Londres, en el área de Estrategia y Distribución de la BBC, labor que compagina con la escritura, un "equilibrio" que encuentra "muy satisfactorio". "De momento me gustaría seguir así, estoy muy contenta con mi trabajo, pero ¡quién sabe lo que puede pasar en el futuro!", aventura la autora guipuzcoana, una de las voces que ha refrescado el panorama de la literatura vasca contemporánea.
Escribe desde joven, pero escogió una carrera de Ciencias.
Desde muy joven he leído mucho, en casa de mis padres siempre ha habido muchos libros y así desarrolle la afición por la literatura; también empecé a escribir desde joven pero siempre lo he considerado como algo que hago en mi tiempo libre. Cuando tuve que escoger la carrera, también me interesaban las Ciencias y me convenció más hacer la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones. Quizá con la perspectiva que tengo ahora, habría decidido otra cosa, ¡pero no me arrepiento!
¿Siempre quiso ser escritora?
Lo de escritora son palabras mayores. Siempre me ha interesado la literatura y me aporta mucho poder escribir. Pero hasta ahora solo he dado un paso pequeño: he publicado una novela y he colaborado en un libro colectivo con otras autoras; de momento está siendo una experiencia muy buena, estoy disfrutando y espero continuar haciendo colaboraciones y publicar más trabajos. Pero en este momento, el gran problema es el tiempo. ¡Me falta tiempo para hacer todo lo que quiero!
¿Cuándo tomó la decisión de enviar su texto a una editorial?
Había estado trabajando en la novela durante bastante tiempo; al principio lo estaba escribiendo para mi, mi objetivo inicial no era publicarlo. Conocía al editor Inazio Mujika Iraola y le envié el borrador, en principio solo para saber su opinión; y de ahí surgió todo, empezamos a trabajar con el borrador y me ofreció la oportunidad de publicar -por lo cual siempre le estaré muy agradecida- y me animé a seguir adelante. Fue una experiencia muy interesante.
¿Por qué no lo tradujo? ¿Por la tentación de reescribirlo?
Cuando surgió la oportunidad de traducirlo al castellano, tuve claro desde el primer momento que lo haría otra persona; hace casi tres años que publiqué la novela en euskera y de alguna forma es un capítulo cerrado; ahora estoy trabajando en otras cosas y prefiero enfocarme en ellas; también prefería que lo hiciera una persona con experiencia; hacer traducciones buenas es muy difícil y me habría llevado mucho tiempo conseguir un buen resultado. Por cierto, aprovecho para comentar que estoy muy contenta con el trabajo que ha hecho Jorge (Giménez Bech). Si llego a haber hecho la traducción, no creo que tendría la tentación de reescribirlo, pero sí que es cierto que quizá habría algunas partes en las que tendería a ser más subjetiva, es inevitable. Otra persona siempre va a conseguir hacerlo con total objetividad, que es de lo que se trata.
¿En algún momento le preocupó que se confundiera a la autora con la protagonista?
El hecho de que esté escrito en primera persona puede hacer que el lector confunda a la protagonista con la autora. La narración y el estilo pedían escribir en primera persona, daba mucha más intensidad y eso era lo que buscaba. Además, como en algunos capítulos la ficción se lleva a extremos, puede que genere interpretaciones como que podría ser, por ejemplo, un diario de una chica más real; pero esa posible confusión tampoco me preocupó, es una novela de ficción y quería estar convencida con el resultado, y eso requería que estuviera escrita en primera persona. Hace poco he leído un libro de Marie Darrieussecq, Tom est mort, que trata de la historia de una madre obsesionada con la pérdida de su hijo, escrita en primera persona con una técnica y una elocuencia impresionantes. Y la verdad, a mí también me generó la misma confusión entre autora y protagonista. En muchas entrevistas le preguntaban cómo podía escribir con una psicología e intensidad tan reales sin haber vivido una experiencia similar. Y como decía Darrieussecq, no hay necesidad de justificar todo lo que se escribe y no se puede limitar a vivencias personales para escribir ficción, hay muchas más fuentes de inspiración.
¿Es el (des)amor su principal fuente de inspiración?
No, no; en Bi hitz fue el tema clave pero no pienso especializarme en este tema (risas). Puedo adelantar que el proyecto en el que estoy trabajando ahora no se enfoca en eso.
¿Diría que nuestra época ha inventado un nuevo romanticismo, en un momento en el que todo, incluidas las relaciones sentimentales, tiende a ser más efímero? ¿Y que la literatura es un reflejo de ello?
No estoy de acuerdo; creo que simplemente los temas se tratan con más naturalidad, se han perdido los tabúes en ciertos aspectos y también hay más libertad a la hora de escribir de muchas más cosas; pero en mi opinión eso no lo hace más efímero.
Le he leído que cree que cada lector le dará un significado a 'Bi hitz' pero ¿para usted cuáles son esas dos palabras? ¿Qué significado tienen?
En el libro no se define cuáles son las dos palabras, y a cada lector le pueden sugerir distintas interpretaciones. Por ejemplo cuando escribí la novela significaban una cosa distinta de lo que me sugieren ahora. Creo que puede depender de cuándo lo leas, cómo te sientes, con qué relacionas la historia, etc. Ya lo siento, pero no voy a desvelar el secreto (ríe).
¿Qué escribe ahora?
Hago colaboraciones semanales en Berria y estoy trabajando en una novela, que espero tener terminada, por lo menos el primer borrador, para finales de año. Por falta de tiempo lo llevo mucho más despacio de lo que me gustaría. Pero mejor si no me pongo fechas para terminar. No me gusta escribir bajo presión.
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