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En el cincuentenario del fallecimiento de Julián Barrenechea

Este año se ha cumplido el 50º aniversario de la muerte del sacerdote-organista D. Julián Barrenechea Odriozola, que nació el 9 de julio de 1890 en Mutriku y falleció en Azpeitia el 30 de marzo 1961. Inició sus estudios musicales con el organista de Mutriku D. Ramón Iturrino. Ingresado joven en el Seminario de Orense y ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1915, tuvo su primer destino en Urarte (Álava), de donde pasó al poco tiempo, en 1916, a Santander para hacerse cargo del puesto de organista de la iglesia de San Francisco. D. Julián, que en su formación musical complementaria había recibido clases de piano de D. Francisco Sainar y de órgano y armonía con D. Luis Arteaga, llegó en 1921 a Azpeitia como organista de la parroquia y capellán de las Jesuitinas.

En nuestra iglesia parroquial de San Sebastián de Soreasu a lo largo de 40 años desarrolló una amplia e importante labor musical con el Coro y su Escolanía de Tiples, por donde pasaron centenares de niños que en su tiempo interpretaron numerosas misas cantadas de autores diversos a varias voces mixtas. El reconocimiento en vida a su labor fue unánime y el cariño con que supo tratar, en especial, a sus tiples en aquella sala de ensayos de la casa parroquial dejó en ellos, a la vez que el eco de unas sintonías musicales inolvidables y gratas, el recuerdo permanente de gratitud a que se hizo merecedor por su aportación a la formación musical de los mismos que tan positiva repercusión tuvo en la vida de la parroquia y que, en no pocas ocasiones, se extendía por nuestras calles y escenarios diversos.

Fue autor, entre otras composiciones, de dos obras musicales -siempre entrañables- que los azpeitiarras seguimos cantando con especial fervor: el Himno Eucarístico de Azpeitia, el Pozez beterik gatoz (1940), y el Himno a la Virgen de Olatz (1952). Sin que podamos dejar de reseñar las partituras a 4.v.m. compuestas para las Completas que se cantan el 30 de julio, víspera de la festividad de San Ignacio, en la Basílica de Loyola, y la Salve final a 4.v.m. y órgano de su autoría.

El eco de las bellas voces de sus tiples traspasó los límites locales y provinciales, participando en el Primer Congreso Nacional de Pueri Cantores de Zaragoza (1952), en el Internacional de Colonia (Alemania, 1953) y en el viaje artístico a Edimburgo (Escocia) en el verano de 1956.

Prestigiosos músicos compositores le visitaban en su sala de ensayos. El sacerdote D. Norberto Almandoz, el P. Nemesio Otaño, S.J. el P. José Ignacio Prieto, presidente de la Federación Nacional de Pueri Cantores, el secretario de la misma entidad, el sacramentino P. Martín Gorostidi, etc. Sería la pluma de este visitante, quien en un artículo publicado en la Revista Tesoro Sacro Musical en abril de 1951 escribía:

"Acabo de visitar algunas escolanías importantes de las provincias vascas. San Sebastián, Rentería, Azpeitia. Volé a Azpeitia para oír unos breves instantes al coro infantil de la parroquia. D. Julián Barrenechea, presbítero, es el organista de la misma. Hombre sencillo y virtuoso sacerdote, me recibe con los brazos abiertos. D. Julián es un infatigable trabajador. Basta este dato para darse cuenta de la labor realizada por él. Desde su llegada hace 30 años, se han interpretado en la parroquia, 30 misas distintas. ¿Cuántas catedrales españolas pueden atribuirse esta victoria? Téngase en cuenta que la mayoría de estas misas requieren la participación de dos voces blancas. ¡Qué labor tan abrumadora para tener siempre preparado un enjambre de tiples! Después de Dios, don Julián es el artífice de todo este plantel de músicos y semillero de vocaciones sacerdotales, porque todo es la Escolanía de Tiples.".

El pueblo de Azpeitia tras la muerte en 1961 de D. Julián Barrenechea, ha organizado diversos actos de homenaje en su honor: conciertos, exposiciones, etc. Este mismo año 2011 y coincidiendo con el 50º aniversario de su fallecimiento y el 25º de la fundación de Julian Barrenetxea Abesbatza, una bella carroza conmemorativa de tales efemérides recorrió las calles de Azpeitia en el desfile de la Tamborrada Infantil del Día de San Sebastián.

La continuidad en la que el recuerdo agradecido al organista D. Julián Barrenechea se ha venido dando en nuestro pueblo de Azpeitia por cuantos tuvieron la suerte de recibir de él las enseñanzas musicales y compartirlas en su entorno, nos hace repensar el valor permanente que tiene el testimonio de personas que hacen de su quehacer diario una hoja de servicio noble a favor de los demás, por cuanto que esa ejemplar aportación, además de enriquecer en valores a los que la reciben, hace posible que lo recibido se vaya transmitiendo a los demás.

Fiel reflejo de esa sensibilidad agradecida constituye el hecho de que ahora, al cumplirse el 50º aniversario del fallecimiento de Barrenechea, nuestro querido organista, el coro parroquial y Julian Barrenetxea Abesbatza, en una gestión conjunta y retomando un antiguo acuerdo del Ayuntamiento de Azpeitia, tras la muerte del finado organista, plantearon recientemente a la Comisión de Cultura municipal la propuesta de nominar la travesía callejera que D. Julián recorría diariamente para trasladarse desde su casita de capellán de las Hijas de Jesús situada en la calle Emparan hasta la parroquia de Azpeitia, con su nombre, propuesta acogida con prontitud y agrado desde el Ayuntamiento acordando que tal tránsito callejero se llame D. Julian Barrenetxea-Kantoia.

Además, el Ayuntamiento de Azpeitia, adhiriéndose plenamente a la celebración del cincuentenario de fallecimiento de Barrenechea, procedió el pasado día 2 de abril a la colocación de una placa en su honor en el referido lugar, acto que fue presidido por el alcalde, Julián Eizmendi, que pronunció unas emotivas palabras de reconocimiento a la labor del finado organista en nuestro pueblo. También le dedicó unas palabras Carmelo Otaegui, componente del coro parroquial, tras las que no faltó el Agurra bailado por dos dantzaris de Dantza Suelto Eskola, con el acompañamiento de varias flautistas de la Musika Eskola Juan de Antxieta. Los coros parroquial y Julian Barrenetxea Abesbatza finalizaron el acto cantando conjuntamente el Kantuz de Labordes y el Agur Jaunak.

Agur, D. Julián, Azpeitia le seguirá recordando con cariño y corazón agradecido.