EL cazador y su perro son uno de los mejores ejemplos de simbiosis. El uno no es nada sin el otro. Hasta tal punto deben estar compenetrados que sin una comunicación estrecha la actividad cinegética no ofrece los resultados deseados.
El andoaindarra Joxan Rekondo es un experto en adiestramiento. Ha dedicado cerca de 40 años a esta actividad y ha logrado más de mil premios en certámenes estatales e internacionales. Su especialidad es el setter inglés, el perro de muestra que prefieren más de la mitad de los cazadores. Rekondo es un cazador enamorado de esta raza. Mejor dicho, de sus perros. Entrena una treintena cada año. Todos para su cantera. Cuando se refiere a ellos, casi los personifica. En parte, porque hay ciertos rasgos básicos de su carácter que se pueden equiparar a los humanos y, también porque la relación del cazador con sus perros es muy estrecha. Muy de tú a tú. "Tenemos 60 días de caza al año y los otros diez meses hay que convivir". Esta cohabitación se hace más fácil si el perro reúne unas características determinadas. El setter inglés es "perfecto", a juicio de Rekondo, debido a la ternura de su carácter. "Es un perro muy noble y dulce con su propietario". Además, apunta, tiene unas excelentes cualidades físicas y psíquicas. "Por su psique y su morfología soporta muy bien la humedad y el frío. Debe cazar al galope. Su forma de hacerlo es muy felina. Cuando detecta una emanación se queda en muestra, estático, indicándote con su olfato, su mirada y su posición dónde está la pieza. El cazador la mata y el perro la cobra".
El entrenamiento empieza con dos meses y medio. Se separa al cachorro de su madre y comienza la socialización. A partir de un año y hasta el año y medio continúa el adiestramiento en llamada, sentado y en obediencia básica. Con 18 o 20 meses el perro de caza está preparado.
Los mejores pasan a una siguiente fase más exigente. Son los que se dedicarán en exclusiva a la competición. Rekondo asegura que no es fácil obtener un campeón. "Cuando hablamos de competición, hablamos de Fórmula Uno". Posee un campeón del mundo y cinco campeones de España. Aprecia ciertos rasgos comunes a todos ellos. "La gente diría que tienen mucho olfato, pero eso, como el valor en el Ejército, se les supone. Su característica principal es que son muy competitivos. Se les nota desde pequeños y lo son absolutamente en todo. Son los que ganan siempre".
Rekondo dedica varias horas diarias a cuidar de sus perros, y aún más los fines de semana. Es una rutina que comparte con la mayoría de los cazadores. "La gente cree que tenemos a los perros metidos en un armario. Pero el perro no es una escopeta. Requiere atenciones y cuidados permanentes. Si el cazador quiere que el perro cace y que cace bien, tiene que convivir con él. Es muy importante el contacto, el tiempo que les dedicas". Hay que darles de comer pienso de buena calidad y acompañarles a hacer ejercicio, ya que "el perro es un atleta". También necesitan cariño: "Hay algunos que piden roce y se lo tienes que dar. Otros no, son más dominantes y te acatan como su jefe".
Los perros de caza no son ajenos a la evolución que se ha producido en el cuidado de los animales en general en los últimos años. "Antes vivían más atados a la cadena y ahora se está más pendientes de lo que piden". Rekondo constata que "se ha multiplicado la atención veterinaria" y la venta de pienso de gama alta se ha quintuplicado. "Ahora tenemos perros de doce años que cazan y antes se morían con ocho años. Con la alimentación y los cuidados viven mucho más y viven mejor. Como los humanos". Incluso se les conserva hasta el final. "Mis perros mueren en mi perrera y en el caso de muchos cazadores ocurre así también". Y es que reconoce que es "imposible desprenderse de un ejemplar que te ha dado alegrías durante ocho o diez años. Solo lo haces para que vaya con alguien conocido, porque son muchas horas compartidas".