Donostia. 2009 se despidió ayer a traición. En el penúltimo día del año se fue Iván Zulueta (Donostia, 1943), el cineasta que con solo dos largometrajes inscribió su nombre entre los grandes realizadores.
Su producción fue corta y exquisita en todos los ámbitos, también como cartelista y diseñador gráfico. Zulueta, figura inquietante, fascinante y enigmática, amante y devorador de imágenes, falleció ayer, a primera hora de la mañana en Donostia, a los 66 años. Hacía tres días había ingresado con una dolencia en una pierna en el Hospital Donostia, a cuyo tanatorio se trasladaron ayer la familia y amigos más íntimos del cineasta.
Su última aparición pública fue el pasada primavera, en la undécima edición del Festival de Cine Español de Málaga, cuando recibió el premio Película de Oro por Arrebato (1980), 105 minutos que cambiaron su vida para siempre.
A juicio del propio director, su éxito se debe, simplemente, a que se trata de "una película honrada y el público eso lo agradece". Estaba seguro de que "la ha visto más gente de lo que se dice".
Zulueta siempre fue el más humilde de sus críticos. Peio Aldazabal, ex director de la Filmoteca Vasca, volvió a ver Arrebato el año pasado y se reafirmó en su consideración de "película maravillosamente bien hecha, muy avanzada, que rompió moldes y sigue teniendo el encanto y la frescura de un realizador con las ideas muy claras y espontaneidad". Aldazabal, "impactado" por la noticia -"me ha dolido su pérdida, no me la esperaba"-, destacó a "un hombre de un ingenio extraordinario, que cada vez que nos encontrábamos, que no han sido muchas, siempre era amable, interesándose por cómo estabas y qué estabas haciendo".
En el zinemaldia Arrebato se proyectó en el Zinemaldia en la sección de Zabaltegi. Y, curiosamente, el director actual del certamen, Mikel Olaciregui, asistió al estreno de la película. La proyección contó con la presencia de Zulueta, Cecilia Roth y Eusebio Poncela. "Estaban pasados. Fue un momento de creatividad de Iván y de ese grupo que se estaba cociendo, que luego fructificaría en la movida (madrileña)", rememoró anoche. "La película me dejó muy impresionado. Por derecho propio figura como una de las grandes películas del cine español", opinó. El festival le incluyó en una retrospectiva en el 97, dentro de un ciclo dedicado a cineastas incorrectos, que proyectó Arrebato en un Astoria abarrotado.
Pero el vínculo con el Zinemaldia del artista donostiarra viene de lejos. Su padre, Antonio Zulueta, dirigió el Festival de Cine de San Sebastián durante tres años, el último, la edición número 57, la de Hitchcock. Era 1960, Iván tenía 17 años y la fotografía que figura en el archivo histórico del festival, del director del festival saludando al realizador de Psicosis, es suya.
Las drogas Tras el episodio mitómano, vendría la Escuela Oficial de Cinematografía, donde coincidió con Pilar Miró, Jaime Chávarri -con quien trabajaría después como ayudante de dirección y en cuya finca rodó Arrebato- y José Luis Borau, que ejerció de padrino de Zulueta y sus compañeros de generación.
Once años antes, en 1969, había filmado su primer largometraje, Un, dos, tres, el escondite inglés (1969), que se estrenó en Cannes. Después vendrían los cortometrajes KingKong (1971), Frank Stein (1972), Masaje (1972) -estos dos últimos restaurados por la Filmoteca Vasca-, Roma-Brescia-Cannes (1974) o Leo es pardo (1976). Después, la gran explosión. No sólo para el séptimo arte, también para él: en sus siguientes 29 años de vida no volvería a rodar una película.
Cuando le preguntaban por qué no había regresado al cine, Zulueta no se andaba con circunloquios: "Estuve una temporada muy larga metido en las drogas, que era un tema que me interesaba mucho y del que no pensaba prescindir, porque según yo lo llevaba muy bien y lo tenía muy controlado". Después de Arrebato, "tuve la brillante idea de ir a Ibiza para descolgarme de las drogas... Un infierno, épocas suicidas, y me perdí. Fue una pérdida absoluta de control".
Cuando se lo permitió su salud, filmó varias producciones para televisión como Párpados (1989) o Ritesti (1992), un capítulo para la serie Crónicas del mal. Imanol Uribe rescata un recuerdo de aquella época. A Zulueta le encargaron un capítulo para una serie de televisión, Luna negra, pero finalmente no llegó a un acuerdo con el productor. Después se lo ofrecieron a Uribe que le llamó a Zulueta para preguntarle si le importaba. El cineasta donostiarra le dio luz verde. Uribe y Zulueta se habían conocido a finales de los 70 en Donostia porque el realizador de Un, dos, tres, el escondite inglés hizo un afiche para la primera película que produjo el realizador vasco: De fresa, limón y menta. "Diseñó un afiche muy bonito. Era una faceta menos conocida de Iván, pero su trabajo era estupendo", subrayó. Zulueta firmó -celebrados- carteles para Almodóvar, Garci o Gutiérrez Aragón, que inspiraron exposiciones.
En el koldo mitxelena En 2002 se celebró una muestra gráfica-plástica en el centro cultural Koldo Mitxelena de Donostia en el que exploraba las polaroids imborrables que confeccionó para la Galería DV. Mucha gente le vio allí por última vez en Donostia, donde, como explicaba Uribe, "tenía una vida muy suya, muy encerrada, muy oculta, se dejaba ver poco", algo en lo que coinciden todos las fuentes consultadas para elaborar su semblanza.
El año pasado, en el Festival de Málaga, aseguró que seguía queriendo hacer cine, y aludía a la paradoja de que, después de haber trabajado "con los medios más cutres" -Arrebato costó cuatro millones de pesetas, según su productor, Augusto Martínez Torres; tampoco recaudó "ni un duro"- no era "capaz de rodar con las facilidades que existen ahora". "Pero no tiro la toalla".
Es probable que en sus últimos días siguiera imaginando títulos para películas que ya no rodará. Su funeral se celebrará este lunes, en la iglesia de San Sebastián Mártir, en el barrio donostiarra de El Antiguo.