BILBAO. Ahora, el barcelonés de Lavapiés dice adiós al grupo con Carne de canción (Warner), un doble CD y DVD con vídeos que alterna canciones nuevas y antiguas, pero regrabadas o en versiones curiosas. Lo presentará el 19 y el 21 de diciembre en el BEC de Barakaldo, junto a sus amigos Fito y Fitipaldis. "Una retirada a tiempo es una victoria", asegura Lichis, que trabaja como productor, le da al blues en un grupo paralelo y prepara el proyecto Miguelito, más orientado al pop.

Parafraseando uno de sus temas ¿el mundo ya no necesita más canciones del grupo?

Yo necesitaba otras canciones ya, y quería hacer una despedida guay, con alegría. Y creo que estoy ganando, lo de la retirada a tiempo y eso. En la vida es importante saber llegar, saber estar y saber irse.

Regresa tras varios años para irse. Es curioso ¿no?

Pasé una temporada con necesidad de motivarme de nuevo con la música. De ahí esa ausencia. Paré porque vi que aquello no era lo que quería y como no he conseguido hacer cambiar la visión a la gente de La Cabra, sin rencores, se acabó la cosa.

Lo normal es dejarse llevar.

Sí, pero es una tendencia que está cambiando. Yo vociferé mucho hace años, quedándome más solo que la una. Ahora, la situación es insostenible, se palpa el cambio en el ambiente. Los artistas van a saltar, ya lo están haciendo.

¿Al grupo le falta empuje o le sobran ya tablas?

Las dos cosas. No quería convertirme en una mala imitación de mí mismo y, además, existe una visión externa sobre mí y mi música con cuyo personaje no me identifico. Esa etiqueta del rumberito canalla que se la metan por donde les quepa.

Algunos le meten ahí, junto a Estopa y Melendi.

Es que no me identifico con el mensaje que lanzan, que es parco, bobo y torpe. Y causa confusión y crea una mala imagen de la música.

El ratito de gloria

Nada es gratis. Y lo que no te mata, te cura. Así me pasó a mí. Evidentemente, todos hemos cogido influencias de alguien anterior, pero hay gente que nos hemos hecho músicos a base de leernos los discos, investigar, conocer las apuestas de cada músico, ver qué puertas se le cerraron para evitar llamarlas... Eso es lo importante, lo que muestra respeto por la música. Y no quiero hablar mal de nadie.

El éxito de No me llames iluso

Lo curioso es que no pegué el pelotazo con esa canción. Vendí dos veces menos que con el disco de La lista de la compra, de María Jiménez. Lo lió todo el anuncio de televisión. Todo surgió de un publicista de televisión, que hizo una canción con el "rollo" de La Cabra para la ONCE. Me pareció una mierda de canción, una mezcla de Georgie Dann y Leonardo Dantés. No pasaría un descarte de mis canciones. Pero me convencieron de que, cambiando la letra, podía ser mi oportunidad de hacerme conocido, el aperitivo para conocer mi disco de verdad. A regañadientes, acepté y traté de darle dignidad. No lo logré.

Y sus canciones de verdad no llegaron al gran público.

Exacto. No soy Lorca, ni Mozart, ni Einstein, ni lo pretendo. No pretendo que me chupen la polla (excepto en el sexo). Pero tengo un estilo propio. Y una dignidad.

Su espíritu ha sido transgresor.

Lo he sido más por la mojigatería de la industria musical. Ahora, por ejemplo, en la tele, ves unas cosas... Como una serie en la que el profesor se folla a las alumnas. Y viceversa. A nadie les escandaliza. Eso sí, no se te ocurra decir en una canción droga, teta o polla porque no sonará en la radio, te lo censurarán. A mí, me pasó. Se ha producido una involución tremenda. Cuando empezamos, en los 90, lo que sí hicimos fue una mezcla de cosas pionera. Eran momentos de mestizaje, pero éramos una rara avis en aquel movimiento porque no sonábamos a Manu Chao. Estábamos en tierra de nadie, donde no sabían colocarnos. Se nos cerraron muchas puertas, pero ya lo he superado.

El recopilatorio combina tres inéditos y viejas canciones, pero regrabadas o en tomas curiosas.

De las tres nuevas, Carne de canción y Valientes hubieran sido dos canciones bandera del grupo. Yayo Yaya es más de relleno, la hice para una serie de tv que no llegó a emitirse. Y el resto, lo de regrabar las viejas canciones es un regalo para los fans, para el que nos ha entendido.

¿El futuro?

Voy a seguir como productor, en Barcelona, donde tengo el estudio. Estoy ahora con el disco de Daniel Higiénico. Sigo tocando mogollón con el proyecto de blues y prepararé el sello Felicidad Producciones y compondré, para quitarme la mala baba. Y está el proyecto de Miguelito.