Antonio Oteiza (Donostia, 1926), religioso, misionero, artista plástico y escultor, al igual que su célebre hermano Jorge Oteiza, falleció el pasado lunes en Madrid a los 99 años de edad. Oteiza seguía en activo y tenía pendiente la inauguración de un nuevo proyecto, el Museum Ciriza Oteiza, construido en Estella, en unos terrenos de los Padres Capuchinos, y que prevé su inauguración este mismo año. Dicho centro, albergaría tanto las obras del escultor donostiarra como las de Carlos Ciriza.

Jorge y Antonio se llevaban una diferencia de 18 años. Cuando el primero marchó a Argentina con su padre en 1928, el segundo apenas tenía dos años. Se quedó al cargo de su madre, que también cuidó de los otros cuatro hijos más pequeños.

A mediados de la década de los cuarenta comenzó su formación religiosa en Bilbao, donde se formó en Filosofía y Teología. Se ordenó sacerdote en Madrid en 1953, para saltar el Atlántico y ser misionero en Cuba y Venezuela.

Tras un fugaz tonteo con el mundo artístico en Latinoamérica, cuando retornó al Estado a comienzos de los sesenta empezó a recibir formación artística de parte del escultor Víctor de los Ríos y Amadeo Roca. Poco después, y durante un verano, participó en un curso de la Academia Internacional de Bellas Artes de Perugia, antes de abrir un pequeño taller en un convento capuchino en Madrid.

En 1969, pasó un año en el Santuario de Arantzazu, junto a su hermano Jorge, para trabajar en la obra de la basílica, junto al arquitecto Saénz de Oiza y los artistas Luis Chillida, Lucio Muñoz, Carlos Pascual de Lara, Néstor Basterretxea y Javier M. de Eulate.

Posteriormente, volvió a pasar varios periodos como misionero, alternando sus estancias con Ávila, Madrid o Gijón.

En su temática artística, enmarcada en el expresionismo, apostó por temática religiosa y también por oficios populares o escenas urbanas y rurales.