En Ruanda, en Kigali, en una cita histórica en África, se saludaron dos arcoíris, el que cubre todo el cielo, el firmamento en sí mismo, que condecora a Tadej Pogacar, el ciclista del infinito y más allá, el sonriente marciano, y el que pinta el reloj del ciclismo, el del dorado Remco Evenepoel, ensortijado al tiempo, su dueño, casco de oro el suyo. Alado como sus pies. Mercurio.
Ambos celebrados como héroes en el BK Arena entre la alegría y el sonido de tambores, que retumbaban en la ceremonia del calentamiento, sobre el rodillo.
La liturgia antes de subirse al ring del asfalto, donde Evenepoel mandó a la lona al esloveno, sombreado por el fulgor del campeón.
Mundial CRI
Clasificación élite masculina
Oro. Remco Evenepoel (Bélgica) 49:46
Plata. Jay Vine (Australia) a 1:14
Bronce. Ilan van Wilder (Bélgica) a 2:36
El belga martirizó a Pogacar, al que hizo cenizas tras una exhibición sobrecogedora. Se coronó el belga por tercera vez en el Mundial de contrarreloj. La era Evenepoel, cuya jerarquía en la especialidad no tiene fecha de caducidad.
El astro belga se entronizó por delante de Jay Vine e Ilan van Wilder. A Pogacar, que dijo estar enfermo, se le escapó el bronce por un segundo. El peor regalo posible el día de su 27ª cumpleaños. Un regalo envenenado.
Las dos luminarias se medían el latifundio del belga, en la esgrima de las manecillas, en un recorrido de mentón orgulloso y cuellos almidonados.
El ruandés Shemu Nsengiyumva anunció el recorrido, con cuatro cotas sobresalían en los 40,6 kilómetros de trazado y 750 metros de desnivel, donde reinó inmisericorde Evenepoel.
El belga extendió su dominio con un ejercicio de estilo impecable que le enmarcar entre los más grandes de la modalidad.
Es un puño de dragón que abre en canal el aire. Una bola de demolición que solo deja escombros a su paso. Vapuleó a todos con una demostración sideral.
Evenepoel dobla a Pogacar
Evenepoel dobló a Pogacar en uno de esos instantes que quedan para la memoria. En el muro de la Côte de Kimihurura, donde perecía la crono, le apedreó con saña, con el instinto de la venganza.
Un depredador con las fauces abiertas que perseguía a su presa sin descanso. En esos fotogramas de desplome, de derrota absoluta, se le escurrió al esloveno el podio, que lo perdió por un segundo frente a Van Wilder, la otra candidatura belga.
La plata se la quedó un impecable Jay Vine, a 1:14 del salvaje Evenepoel, un extraterrestre en Kigali.
El australiano estaba, con todo, en las antípodas del dominador del tiempo. El belga estableció un registro de 49:46.
La suya fue una demostración hiperbólica. Orgullo y pasión en cada pedalada. 48,9 kilómetros por hora de media. Alzó la voz atronadora de Evenepoel, dictador absoluto. Autoritario de punta a punta.
Victoria por aplastamiento
En la primera toma de tiempos, resquebrajó la esperanza de Pogacar, al que le endosó 45 segundos. Isaac del Toro, condecía 33. Jay Vine, 46.
Los rastreadores del prodigioso belga, lucían banderas distintas pero pertenecen a la misma escuadra el UAE, la formación que batió la marca de 85 victorias del HTC. McNulty celebró la 86 lejos de Kigali.
Evenepoel, motorizado, una cohete, pulverizó a sus rivales. Estrategia de tierra quemada la suya. En la segunda baliza, Vine le rastreaba un mundo: 1:17 y se desfiguraba Pogacar, abrumado, encajando 1:42. Del Toro despareció de la pelea por el podio. Van Wilder era el listón.
El oro pertenecía a Evenepoel, una apisonadora que rugía con el motor de un Fórmula 1. Intratable, decapó cualquier resistencia. El belga corría contra sí mismo. Él era su único rival. Nadie fue capaz de aproximarse a sus números.
Imparable, atravesó cada cota del circuito. Los 2,5 kilómetros a la Côte de Nyanza al 5,8% y 6,6 kilómetros al 3,5% en el reverso de la misma subida y el enlace con la Côte de Peage, 2 kilómetros al 6%.
De remate una última ascensión con más de 1 kilómetro de empedrado. El adoquín de la Côte de Kimihurura (1,3 kilómetro al 6,3%).
Tocaba masticar piedra en una cronoescalada encubierta, camuflada, que el belga, repleto de energía, desplomó para convertirla en un paseo por las nubes. Remco permanece en el arcoíris. No se bajó de él. Evenepoel es el dios del tiempo.