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Roglic alza el puño

El esloveno, magistral en la crono de Tirana que vence Tarling por un segundo, se viste de rosa y logra una buena ventaja respecto al resto de rivales

Roglic alza el puñoEfe

En Tirana, el sol estupendo, el ambiente de fiesta, las voces animosas proclamando el Giro, los rodillos calentaban los organismos para afrontar el primer test contrarreloj del la carrera italiana, 13,7 kilómetros, en un circuito urbano con la chepa de Sauk como elemento disruptivo entre avenidas. En esa cota, Primoz Roglic fue el rey, solo superado por Joshua Tarling en el recuento final.

Joshua Tarling, ganador de la crono.

Apenas un segundo le concedió la victoria al galés en una crono que pintó al esloveno de rosa, líder del Giro. Fue muy serio el aviso de Roglic, estupenda su puesta en escena. Conquistó la Corsa rosa de 2023 en una agónica crono en la que remontó a Thomas en Monte Lussari, y en Tirana colocó la primera piedra para escalar las murallas de Roma el primero de junio.

Apunta el esloveno sin disimulo a la Ciudad Eterna. Imperial en su propuesta, Roglic es un excelso competidor que desnudó la maglia rosa de Mads Pedersen por un par de segundos.

La grandeza de Roglic se adentra en los entresijos del ser humano, en un territorio inhóspito que nada tiene que ver con los vatios, los cálculos o los estados de forma. Roglic, además de su inequívoca calidad, es un campeón refractario a las excusas y al malditismo, al que bien podría agarrarse.

Rentas interesantes

Lejos de explotar cualquier aliento de victimización, el esloveno fue a por todas desde la rampa de salida. Conocedor de la marca de Juan Ayuso, le dio un bocado en el primer vis a vis de una crono que por su textura debía favorecer al alicantino. Roglic le negó la alegría.

El esloveno, un metrónomo, marcó el mejor registro en la pequeña cima que servía para establecer el paso intermedio. Allí tenía una renta de 8 segundos respecto a Ayuso y en meta aventajó en 16 segundos al insolente, descarado y ambicioso líder del UAE, que pretende su primer Giro. El mensaje de Roglic, aunque sereno, fue contundente. No concederá ni una pulgada de terreno.

Estableció su jerarquía en Tirana con un ejercicio excelso de punta a punta, sólido y formidable en cada palmo del recorrido. Cargó con 25 segundos a Antonio Tiberi, la esperanza italiana. A los hermanos Yates les colocó más de medio minuto.

A Carapaz le cayeron 37 segundos y a Bernal, 48. Todos ellos obligados a remontar desde el segundo día de competición tras una crono corta. Habló alto y claro Roglic, sin necesidad de intérpretes.

Giro de Italia

Segunda etapa

1. Joshua Tarling (Ineos) 16:07

2. Primoz Roglic (Red Bull) a 1’’

3. Jay Vine (UAE) a 3’’

4. Edoardo Affini (Visma) a 6’’

24. Xabier Mikel Azparren (Q36.5) a 32’’

103. Jonathan Lastra (Cofidis) a 1:28

133. Igor Arrieta (UAE) a 1:43

135. Jonathan Castroviejo (Ineos) a 1:45 

137. Jon Barrenetxea (Movistar) m.t.

159. Pello Bilbao (Bahrain) a 1:59


General

1. Primoz Roglic (Red Bull) 3h52:32

2. Mads Pedersen (Lidl) a 1’’

3. Mathias Vacek (Lidl) a 5’’

4. Brandon McNulty (UAE) a 12’’

77. Igor Arrieta (UAE) a 4:01

79. Jon Barrenetxea (Movistar) a 4:04

98. Jonathan Lastra (Cofidis) a 7:02

100. Pello Bilbao (Bahrain) a 7:31

113. Jonathan Castroviejo (Ineos) a 10:02

139. Xabier Mikel Azparren (Q36.5) a 12:55

Landa, agradecido

Mientras los generales del Giro se emplazaban para el duelo en las manecillas del reloj, Mikel Landa trataba de no moverse en la cama de un hospital de la capital albanesa impregnado con el aroma de las carreras. El paciente albanés permanecía quieto, como una estatua, para que la vértebra fracturada fuera encolándose.

De luto su Giro, fundido a negro, su carrera, compleja, es la de la recuperación, que se antoja larga. Fuera de competición, la Corsa rosa estaba metida en el televisor. Landa, que quería ser protagonista, que soñaba con el podio, era un espectador inmóvil.

El escalador de Murgia siempre fue alérgico a las cronos, que le incomodaban la ergonomía y le retorcían el cuerpo. Le sentaban mal. Nunca pudo adecuarse a sus leyes. Indomables.

Sobre la cama del centro sanitario, dolorido por la brutal caída de la víspera, el de Murgia echaba de menos las cronos, su liturgia, su bicis extrañas y maquiavélicas, la tortura de ir a tope, en los cantos de los límites, peleando contra el reloj, el juez insobornable.

Con la ropa de paciente, Landa extrañaba los buzos ligeros por donde resbala el aire, los calcetines altos pero no demasiado para que sean legales y los cascos modernos que se empeñan en la mejor aerodinámica posible.

Landa, Ecce homo, estaba en el escenario, pero no participaba en la función, quebrado el cuerpo. Tan cerca y tan lejos. Un castigo mental. Desde el hospital lanzó un mensaje en las redes sociales.

Una estampa suya con el corazón roto y una sola palabra: Thanks. Gracias. Las sábanas del cariño y la almohada del amor reconfortaban a Landa, un ciclista muy querido.

Roglic, a la conclusión de la crono.

Roglic no disimula

Los otros corazones, los de la crono, palpitaban a un ritmo frenético en un recorrido escueto que convocaba a especialistas y a nobles indistintamente. Un redoble de tambor recorría el callejero de Tirana, emocionada con el Giro.

En ese ejercicio a solas se tasaban los mejores, los que imaginan los fastos de Roma, que aguardan el 1 de junio. En las cronos todo queda a descubierto, es una autopsia a cielo abierto.

En ese escenario, sin nada en lo que camuflarse salvo en los cascos de astronautas, el reloj seleccionó a Tarling como vencedor. Fue el galés el más fuerte, que salvó el gaznate por un solo segundo respecto a un extraordinario Roglic.

El esloveno, que tomó precauciones en algunas curvas y arriesgó lo justo porque su punto de fuga es Roma, fijó la hora del Giro de los favoritos. Roglic alza el puño.