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[A rueda] "Otros ciclismos" , por Miguel Usabiaga

[A rueda] "Otros ciclismos" , por Miguel UsabiagaMiguel Toña

La quinta etapa de la Itzulia ha sido una auténtica trampa. Sobre el perfil de ruta no había puertos en los últimos setenta kilómetros, lo que podía dar a entender un recorrido fácil con un final al esprint. Nada más lejos de la realidad, era un continuo sube y baja, y los últimos veinte kilómetros metieron a los corredores por carreteritas estrechas, pistas forestales, alguna de cemento, entre bosques, que la hicieron durísima. Y en esas rutas sobresalió un hombre, el vencedor, el irlandés Ben Healy. Marchaba en un grupo de escapados y se fue solo, a 56 kilómetros de meta. Nunca dejó de aumentar su ventaja, a pesar de que el grupo, en esos repechos, y tras cazar al resto de jugados, no fue despacio; al contrario, el UAE impuso un alto ritmo y se sucedieron los ataques, de ciclistas de Ineos, de Alex Aramburu, de Lipowitz. Healy hizo una verdadera contrarreloj, portentosa. Este corredor no es ningún desconocido. Ha mostrado grandes cualidades en cabalgadas en solitario como la de hoy, un arte del viejo ciclismo que se está perdiendo. Y en las cronos. Hace dos años fue el único que estuvo cerca de Pogacar, y le mantuvo la distancia, cuando éste atacó y venció en el Tour de Flandes.

Ciclismos fuera del foco

El triunfo de un corredor irlandés sucede al de un portugués, Joao Almeida, que marcha líder y ese muy posible que se lleve la Itzulia Y eso pone sobre el tapete la presencia de otros ciclismos distintos al de las grandes potencias históricas, países que no suelen estar, a ojos de la opinión pública, en la palestra de los vencedores tradicionales. Pero, por eso mismo, porque no están en el foco de los medios, interesa más hablar de ellos.

El ciclismo de las islas, Gran Bretaña e Irlanda, ha tenido olas de flujo, con corredores importantes, y otras en las que desaparecían de la escena del ciclismo europeo. Gran Bretaña tuvo al legendario Ton Simpson, campeón del mundo en el mundial de Donostia en 1965, escapado con el alemán Rudo Altig a quien derrotó al esprint; y cuya muerte en el Ventoux en el Tour de 1967 constituye uno de los mayores dramas de la historia del ciclismo, abriendo las puertas a los controles antidopaje, ya que se demostró que iba dopado con anfetaminas. Tras Simpson, desaparecieron de la ruta, se refugiaron en la pista, quizá más acogedora para el clima lluvioso de las islas, donde sí lograban grandes éxitos, hasta la llegada de Wiggins, que ganó un Tour; y al que sucedió Froome, con sus cuatro Tours de Francia. Los irlandeses siguieron una línea oscilante similar. Tuvieron al gran Sean Kelly, un todoterreno que ganaba en cualquier circunstancia de carrera, como nuestro Perurena, y tras él Stephen Roche, que en el mismo año ganó el Giro, el Tour y un Mundial. Luego desaparecieron, salvo los pinitos de su hijo Nicolas. Hasta ahora, con Healy, que, por su juventud tiene un futuro prometedor.

El ciclismo en Portugal

El ciclismo portugués tiene una idiosincrasia particular. Tuvieron una gran estrella, Joaquim Agostinho, soldado en Angola y Mozambique, un tipo duro que sin ganar ninguna gran Vuelta era muy regular, sumando muchos puestos de honor, victorias de etapas, y carreras de un día. Murió dramáticamente por un derrame cerebral, entonces no se llevaba casco, tras una caída motivada por la irrupción de perro en la carretera en la Vuelta al Algarve. Desde entonces hasta ahora, con Almeida y Morgado, otro joven portugués, pocas cosas. Sin embargo, aunque eso pareciera indicar que no hay mucho ciclismo en Portugal, la realidad es que allí es un deporte muy popular, tienen muchos equipos profesionales, en los que incluso corren algunos ciclistas nuestros, pero no salen apenas de sus fronteras, y corren sólo en su país, donde existe una rivalidad muy intensa, encendida, teniendo como cenit la Vuelta Portugal.

Los que sigan el ciclismo con constancia y pasión, recordarán que los nombres de Ben Healy y Joao Almeida, ya eran populares en Bizkaia. Ellos dos, como Remco Evenepoel, Carlos Rodríguez, u Oier Lazkano, fueron destacados juveniles que obtuvieron éxitos y triunfos en la Bira de Bizkaia junior, en los años 2016, 2017, 2018, 2019. Una Vuelta para juveniles donde se foguearon estas figuras que ahora dominan el panorama ciclista, una carrera que este año ha desaparecido por problemas económicos, como tantas otras. Eso induce a la reflexión. Un ciclismo de mucho lustre por arriba, donde lo que cobran las figuras se ha multiplicado hasta acercarse a las del futbol, y sin dinero para sostener las pruebas de las categorías inferiores, de donde salen esas figuras. Se está invirtiendo la pirámide y eso tendrá repercusiones. Salvo que prefiramos un ciclismo sin apenas carreras en la base, donde los juveniles sean cooptados por sus valores físicos por los equipos millonarios, que los formarán en sus laboratorios. Un ciclismo que no sé si es posible, pero que, para mí, no es deseable.

Conociendo que estos corredores, Healy, Almeida, ganaron en esas mismas carreteras cercanas a Gernika cuando eran juveniles, mientras los veía rodar me preguntaba en qué pensarían ahora que son campeones, si los recuerdos de su reciente juventud por esas rutas aflorarían, y me preguntaba si esos recuerdos les conducirían a un estado cercano a la plenitud, al de una obra realizada, al de un sueño cumplido.