Pues este viernes me tocó a mí también... Estamos ante la Itzulia de las caídas y me fui al suelo en el mismo incidente que obligó a retirarse a Mikel Landa. Fue un enganchón tonto en medio del pelotón, a una velocidad importante. Se lo comió primero mi compañero Silva. Después, el propio Landa. Y justo detrás de Mikel iba yo. Estuve un rato tumbado en la carretera, con dos bicis encima, y cuando me levantaron no las tenía todas conmigo. Estábamos a punto de empezar a subir Urkiola y, ya en marcha de nuevo, costó bastante entrar otra vez en calor. Íbamos Silva y yo solos, con el coche escoba justo detrás, y me molestaba bastante una rodilla, pero todo mejoraría luego.

El dolor menguó poco a poco. Y además, justo al coronar, contactamos con un grupito de diez. Faltaban aún unos 90 kilómetros y tuvimos que apretar bien apretado para no llegar fuera de control, cosa que al final conseguimos con cierta holgura. Entramos en meta a 16 minutos del ganador Romain Grégoire: cuando él estaba celebrando la victoria, nosotros empezábamos a bajar Muniketagaina. Lo recuerdo porque justo ahí recibí a través del pinganillo la noticia del segundo puesto de Orluis. ¡Qué pena! El chaval estaba afectado en el autobús, porque vio muy cerca el triunfo.

A ver ahora cómo me recupero para la etapa final, tras el golpe y también tras la paliza que me había pegado antes para intentar entrar en la fuga. La primera hora de carrera fue una locura, pero la escapada no se hizo y me quedé con las ganas... Respecto a lo que comentaba aquí ayer sobre las caídas, ya he ido leyendo que mi opinión es compartida por casi todo el pelotón: a veces vamos demasiado rápido. El problema está muy claro, pero hallarle solución es difícil, porque la velocidad y la tensión significan ingredientes propios de cualquier carrera.