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Tour de Francia | El sueño de 1992: Arnould resistió en La Zurriola

El galo se fugó con Lino y Elli tras el descenso de Jaizkibel y venció en Donostia con el pelotón pisándole lo talones

Tour de Francia | El sueño de 1992: Arnould resistió en La ZurriolaMiroir du Cyclisme

Otra jornada de Tour. Y otra jornada de lluvia. La primera etapa en línea de la edición de 1992 implicó para los ciclistas, esta vez sí, mojarse en competición, dentro de un trazado muy similar al de la Clásica San Sebastián. El pelotón puso rumbo a Zarautz por Añorga y Usurbil. Siguió hasta Zumaia por la carretera de la costa. Recorrió luego el valle del Urola transitando Azpeitia, Azkoitia y Zumarraga. Y regresó a Donostia bajando junto al caudal del río Oria. Tras un primer paso por meta, finalmente, subió Jaizkibel, Gurutze y Perurena para entrar de nuevo en la capital guipuzcoana dejando atrás Hernani, Galarreta y otra vez Añorga.

Los primeros kilómetros no se vieron marcados por la clásica escapada, sino por un ataque de Alex Zulle subiendo el alto de Orio. Unos kilómetros más adelante, en Zarautz, había un esprint bonificado, y el suizo llegó al mismo en solitario para obtener seis segundos extra y esperar pacientemente al pelotón. Así forjó el maillot amarillo con el que se vestiría luego a la conclusión de la etapa, logro para cuya obtención tuvo que sufrir en las rampas de Jaizkibel, donde hubo batalla entre los mejores.

Chioccioli lanzó un primer ataque en la zona más dura del puerto, antes del descansillo intermedio. Y le siguieron Leblanc y Bugno, quien enseguida empezó a tirar del trío cabecero. Sin embargo, Indurain conectó desde atrás en el mencionado respiro que concede la subida, generándose un grupo de nueve unidades en el que también figuraban Chiapucci, Hampsten, Breukink, Roche y Lelli. Ni atisbo de Zulle (ni de Lemond), quienes dieron caza durante el descenso integrados en un pelotón de unas 40 unidades.

Después, en Hondarribia, saltaron de ese gran grupo Pascal Lino, Alberto Elli y Dominique Arnould, quienes entraron juntos en Donostia con el pelotón pisándoles los talones. Cuando parecían alcanzados, el propio Arnould atacó al final del Paseo de La Concha, llegando a la calle San Martín, y resistió hasta La Zurriola el empuje perseguidor.