donostia - Ganó Enrico Battaglin, que salió en la foto, pero todos miraban a Froome en el final de Santa Ninfa, donde el británico padeció de nuevo, cogido por alfileres cuando se aceleró todo. Al del Sky, aún parcheada la moral tras su caída en Jerusalén Oeste y la pérdida de tiempo en la crono inaugural y frente al primer muro del Giro, le está sentando mal la carrera italiana, que no acaba de digerir. Alrededor de Froome revolotean las dudas, demasiadas en un ciclista que siempre se ha mostrado sólido, sin apenas grietas en su rostro inanimado en carrera. La subida al Etna, 30 kilómetros de ascensión con una pendiente media del 8%, servirá para desenmascarar a los favoritos, para que enseñen el gesto que no se puede ocultar ante semejantes desafíos.
Será el primer test que peritará a cada corredor. No servirán las caretas en un puerto sin cobijo, entre fumarolas y un paisaje lunar. El Etna marcará a fuego y tomará la temperatura de los jerarcas de la carrera, entre los que destaca Dumoulin, que aventaja en 54 segundos a Froome. “Veremos qué pasa en el Etna. Hay muchos escaladores que no han tenido su oportunidad y querrán distanciar a Dumoulin. Será la primera gran etapa de montaña del Giro, puede ser muy explosiva y muy movida al final. Intentaré hacerlo lo mejor posible. He perdido algo de tiempo y espero ir recuperándolo”, apuntó Froome sobre una etapa que dirá quién es quién en el Giro. Se espera calor en el Etna, un escenario volcánico. -C. Ortuzar