"Igor está increíble; nunca le he visto como este año"
Igor Anton, uno de los grandes candidatos en la Vuelta, y Beñat Intxausti, los dos puntas de lanza que Euskaltel-Euskadi pone en liza en la Vuelta, dialogan para este periódico horas antes de que la noche de Sevilla diera el banderazo de salida a la tercera grande de la temporada
Sevilla. En 2008, Igor Anton exploraba su límite en la Vuelta, discutía a Contador y Valverde en la montaña, asomaba intrépido y desacomplejado, cuando una caída en el descenso de El Cordal le partió la cadera, la clavícula y su proyección. "Dejé el trabajo a medias", dice el galdakoztarra, 27 años, una primavera memorable. "Ahora he venido a acabarlo". Cuenta con unas piernas asombrosas -dicen que las más frescas y suficientes que jamás haya tenido- y con Beñat Intxausti, 24 años, un fenómeno que se explora en su segunda Vuelta.
La Vuelta cumple 75 años. ¿De cuántos se acuerdan ustedes?
Igor Anton: ¡Puff! Acordarme de pocos, pero siempre he oído hablar mucho de Bahamontes, de sus Tours y de sus Vueltas. Recuerdo también que en casa alguna vez se ha hablado de cuando la Vuelta llegaba a Bilbao, de la cantidad de gente que se desplazaba para ver a los ciclistas. Los que lo han vivido cuentan que aquello era un espectáculo, que había una afición increíble, que se aplaudía a los ciclistas como a héroes y que todo se vivía de una forma muy intensa. Da envidia escuchar esas cosas porque ahora todo eso se ha perdido. Aunque quizás algún día lo recuperemos.
Beñat Intxausti: Yo no llego a tanto. De Bahamontes y esa época he escuchado poco. Me acuerdo bien de los últimos diez años. De Olano, de Heras, de Beloki, de Igor Galdeano, de El Chava…
Es que cuando Marino ganó la Vuelta, en 1982, ustedes ni habían nacido.
B.I.: Eso es. Yo a Marino ni siquiera le he visto andar en bici.
I.A.: La primera Vuelta que vi, probablemente, fue la de 2000, con Heras atacando en la montaña. La verdad es que de chaval no he sido un forofo del ciclismo, de esos que seguían todas las carreras sin perderse ni una. Entonces estaba a otras cosas.
De Langarica, Loroño, Gabica, Perurena y compañía ni hablamos, claro.
I.A.: Nada. Nosotros te podemos hablar de Olano, de aquella Vuelta que ganó con tanto sufrimiento. Y también de Ullrich, en 1999, cuando vino a por la Vuelta después de no poder correr el Tour. Si empiezo a tirar del hilo ya me llegan algunos recuerdos.
B.I.: ¿Y lo de Vandenbroucke? Creo que fue en Navalmoral, camino de Ávila. ¡Qué exhibición! Aunque he de reconocer que yo no lo vi entonces en directo, sino hace poco, en Youtube. Metes la carnicería de Vandenbroucke en Navalmoral y te aparece. Merece la pena verlo. Pero de Langarica, Loroño y esos nada. Y mira si han sido importantes en la historia de nuestro ciclismo, pero nada.
I.A.: No tenemos perdón. Pero nosotros somos más de Laiseka, Mayo, David Etxebarria… que también son historia, porque Roberto, por ejemplo, antes de ganar en el Tour, también lo hizo en la Vuelta, en Abantos.
Usted también ha ganado en la Vuelta -en Calar Alto, en 2006- la carrera que le ha encumbrado.
I.A.: De momento, es la carrera que mejor se me ha dado. Siempre me ha salido bien, salvo el pasado año, que no estaba bien y no acabé de arrancar. Tengo buenos recuerdos de esta carrera, y más aquel primer año, que fue el de mi explosión. Figúrate, con 23 años, ante Valverde y Vinokourov, en un final en alto… Por eso creo que siempre le tendré mucho aprecio a esta carrera.
B.I.: Yo sólo la he corrido una vez y apenas puedo opinar, pero te puedo asegurar que se va muy rápido.
I.A.: Claro, la exigencia es igual que en las otras grandes. La gente dice que es la más asequible, pero hay que andar mucho para estar adelante. No hay ninguna carrera fácil, aunque sí es cierto que estando bien la Vuelta es la que más oportunidades te da para dejarte ver. A mí se me ha dado bien, quizás también porque estas fechas, final de temporada, siempre, desde aficionados y categorías inferiores, me van. No es el Tour, con los Alpes y los Pirineos, o el Giro, con los Dolomitas, pero tiene otro encanto. Quizás sea esa cercanía, la sensación de sentirte cerca de casa en muchas ocasiones, de conocer los lugares…
B.I.: Por lo poco que he visto, en la Vuelta suelen ser claves la frescura y las ganas.
I.A.: Eso es. Y los dos, tanto Beñat como yo, tenemos ambas. Ganas y frescura. Así llegamos y no es un mal comienzo. Es más, creo que es vital sentirse así antes de la salida en una carrera de tres semanas.
B.I.: Claro, Igor. Tú ya has demostrado que te adaptas bien a una carrera de tres semanas. Yo sólo he corrido una vez una grande (la Vuelta del año pasado) y, de momento, ya veremos cómo me apaño.
I.A.: Ya veremos cómo te manejas, claro, pero creo que este tipo de carreras se te van a dar bien. El año pasado, por ejemplo, ya demostraste cosas. En La Pandera, casi al final de la Vuelta, en la tercera semana, se vio que te recuperas bien de los esfuerzos. Eso es importante. Ahora sólo te queda ir aprendiendo paso a paso. No puedes pretender llegar el primer año y salirte. Has mostrado cosas y ahora tu margen de mejora es grande.
B.I.: Lo que te digo, ya veremos.
Igor, usted dice que llega a la Vuelta para acabar aquello que dejó a medias en 2008, cuando se cayó en el descenso de El Cordal y tuvo que abandonar. ¿Le ha dado muchas vueltas a aquello?
I.A.: No, qué va, las justas. De veras que no tengo un recuerdo malísimo de aquello. Fue una caída, algo que un ciclista tiene que asumir que en algún momento puede ocurrir. Yo me quedo con lo bueno. Con que en aquella Vuelta estaba andando muy bien, con que el equipo confió en mí, me dio la responsabilidad y supe llevar la presión. Pero mentiría si dijese que no me dio pena no poder acabar el trabajo.
Quizás ahora tenga la ocasión.
I.A.: Ésa es mi intención. Me gustaría volver a entrar en esa dinámica. Pero sin ponerme un objetivo concreto. No voy más allá de soñar con lo que nunca he conseguido. Hay que ser realistas, tener los pies en el suelo. Un objetivo bonito, también para Beñat, podría ser un triunfo de etapa. Luego, si con ello vas mejorando y te ves delante en la general…
B.I.: Hay cosas peores para un ciclista que una caída, como la que tuvo Igor hace dos años. La gente se olvida muchas veces de que los ciclistas somos personas. De que esto no consiste sólo en dar pedales. Aparte de andar en bicicleta tenemos nuestra vida personal y ésta no se puede separar de la deportiva. Todo va unido. Los momentos malos de una y otra se mezclan. Todo afecta. Y en el deporte tienes que conseguir mantener la cabeza en equilibrio porque se te exige el cien por cien.
I.A.: Y ese tener que estar al cien por cien es lo que hace que cualquier detalle te pueda dejar una huella que te debilite. Por eso creo que una caída tiene solución mientras que hay otras cosas que cuestan más borrar.
¿Conocen ustedes ya cuál puede ser su límite en el ciclismo?
I.A.: Yo no, y creo que Beñat, que es más joven, menos todavía. De todas maneras, soy de los que piensa que nunca se deja de aprender y de mejorar. El ejemplo claro es Samuel. Ha ido mejorando año a año y ahora mismo, con 32, nadie puede decir que sabe cuál será su límite. Por eso, yo estoy convencido de que tanto Beñat como yo tenemos mucho margen de mejora. Aunque tenga ya 27 años, ¡cómo pasa el tiempo!, puedo seguir avanzando.
¿Esta Vuelta puede darles una pista de hasta dónde pueden llegar?
I.A.: No lo sé, quizás. Cuando empezó el año mi único objetivo era volver a sentirme bien, en plenitud, y creo que lo he conseguido. Ahora llega la Vuelta y sólo espero seguir en esa línea.
B.I.: Creo que Igor puede estar muy arriba. Le conozco hace tiempo, pero de verdad digo que nunca le he visto como este año. Está increíble. Puede estar cerca del podio.
I.A.: Bueno, con calma. Ya veremos hasta dónde llego, pero claro que he venido a hacerlo bien.
B.I.: Y yo para que Igor esté lo más arriba posible. Sobre todo en la montaña, que es mi terreno, le ayudaré todo lo posible, que para eso estoy. También tengo la inquietud de saber cómo aguanto tres semanas a tope. Quiero hacerlo bien, vengo con ganas y no descarto nada.
I.A.: Beñat ya conoció esta carrera el año pasado, con lo que, de momento, ya no tiene el miedo de saber si aguantará o no. Claro, siempre tienes dudas de hasta qué punto de bien o de mal estás, pero este año nos podemos aliar para dar a los aficionados vascos una buena Vuelta. Yo puedo andar bien, pero también puede ocurrir que Beñat sea la gran sensación de la carrera, como lo fui yo en 2006.
Por primera vez en mucho tiempo, usted Anton, por la ausencia de Samuel, asume la responsabilidad de Euskaltel en una "grande".
I.A.: Samuel… He compartido muchas cosas con él, le he visto cómo hace las cosas, su forma de trabajar, y he llegado a la conclusión de que yo no soy capaz de imitarle. Quizás tampoco me gustaría, porque no soy tan obstinado, tan metódico, como él. Samuel es un corredor muy diferente que lleva todo a rajatabla y luego obtiene resultados.
B.I.: Samuel es un tío muy tranquilo en carrera. Sabe relajarse y no gastar cuando no debe. Es uno de esos ciclistas de los que se pueden aprender muchas cosas. Yo sólo he convivido este año con él. Hicimos juntos París-Niza, Critérium, País Vasco… Recuerdo que antes de comenzar a subir Arrate me dijo que estuviese tranquilo, que no me precipitara, que no empezase a tope y regulara. Lo hice y me salió bien.
¿A sus 27 años Igor se considera un ciclista maduro?
I.A.: ¿Totalmente maduro? No, porque uno nunca deja de madurar hasta que te caes de viejo. Pero es la vida la que te hace madurar, no el ciclismo. No es lo mismo cuando tienes 20 años y la cabeza llena de pájaros que ahora, con 27, que sabes leer las situaciones. Yo me considero maduro, más que antes al menos. Reconozco, de todas formas, que ésa, quizás, haya sido mi asignatura pendiente. Por eso, me sorprende Beñat. Me gusta que, siendo tan joven, parezca tan maduro. Nunca pierde la compostura. En la Vuelta al País Vasco supo gestionar la presión. Yo soy más inquieto.
B.I. ¿Sí? Bueno, puede ser. La verdad es que nunca lo he pensado. Simplemente, soy así.
¿La Vuelta es para escaladores, para tipos frescos y con ganas como ustedes?
B.I.: Para nosotros no lo sé, pero sí para escaladores como Igor. Hay montaña, seis finales en alto, pero también hay una crono de 46 kilómetros y muchas etapas en las que hay que estar atento para que no se escape el caballo... Influyen muchos factores, no sólo la montaña.
I.A.: Se habla mucho de la Bola del Mundo, pero quizás haya etapas más decisivas que ésa.
B.I.: La de Cotobello, por ejemplo. Sobre el perfil es la etapa más dura.
I.A.: En la Bola del Mundo puede pasar como en el Tourmalet, que está todo tan definido y justito que apenas hay diferencias. De todas formas, es un final precioso. Y durísimo. No te puedes fiar.
¡Cómo pasa el tiempo, ya nadie habla de los Lagos de Covadonga, con lo que han sido!
B.I.: No, no los olvidamos y seguro que hará daño.
I.A.: Es un puerto que me encanta.
Ustedes no se acordarán, son muy jóvenes, pero Lagos de Covadonga lo estrenó Marino en 1983.
B.I.: ¿Sí? ¿Ganó allí? Yo, al menos, no lo sabía. Aquello me queda muy lejos. Ya he dicho que no vi correr a Marino.
I.A.: Marino, El Junco. Aquel sí que fue un mito.