Donostia. ¿Cómo llega al Tour?
He corrido algo menos que otros años, pero voy con la misma ilusión. Estuve dos semanas en Sierra Nevada antes de ir a Suiza, y en carrera me sentí muy bien, muy contento.
Tras ganar en Mont Ventoux, ¿se afronta el Tour con otra mentalidad una vez cumplido un sueño?
Voy igual que el año pasado, con la misma ambición y el mismo rol en el equipo. Lo que no tengo es el gusanillo de qué sería ganar una etapa, porque ya la tengo, pero si se me presenta otra oportunidad intentaré aprovecharla. Voy con las ideas muy claras, porque Rabobank me fichó para ayudar a los líderes en el Tour.
En 2009 era nuevo en el equipo, y quizá tenía algo que demostrar. ¿Ahora va más liberado de presión?
Sí, porque el año pasado hubo una cierta polémica en la prensa holandesa por mi presencia en el Tour, porque era extranjero y algo veterano para lo que es la filosofía del equipo. Este año no hay dudas, porque saben que pueden contar conmigo y estoy dispuesto a trabajar.
¿Les convencería su trabajo en 2009 y su éxito en Mont Ventoux?
Sí, sí. Tras el Tour pasé a otro nivel para la prensa. Nunca me he sentido mal querido, pero sí que es cierto que se habló algo de mí antes del Tour. ¡Si luego les salvé el Tour! (risas).
Y con su labor en la Vuelta a Suiza con Gesink, los tiene camelados...
(Sonríe). La Vuelta a España de 2009 creo que fue importante y lo valoró el equipo. Fue un trabajo más psicológico, que no se ve tanto, pero que lleves a un tío como Gesink protegido en carrera -el holandés acabó sexto en la general-, aunque no hables con él, pero que te muevas con cierta tranquilidad y él lo vea, es importante para un ciclista joven como él (24 años), con mucho motor pero también muy impaciente.
Gesink impresionó en Suiza.
¡Va mucho! Pero en Suiza me di cuenta de que llevando el jersey de líder se pone nervioso -en la París-Niza 2008, cedió el amarillo a Rebellin el penúltimo día en un pésimo descenso del Tanneron-. Pero es joven, y está para aprender. Le dije que no me alegraba, pero que de esa experiencia iba a sacar cosas muy positivas.
No es especialista y la crono no le iba, pero era capaz de hacerlo mejor.
Pero estaba muy nervioso desde dos días antes. La crono era contraria a sus características, era para gente potente, y no le salió nada bien.
Es su jefe de filas junto con Menchov.
En el equipo holandés, los dos están a la misma altura. Pero a Menchov lo veo con más galones. Denis ha ganado tres grandes y tiene madurez, conoce la carrera y es frío. Es justo lo contrario de Robert, que es como un cadete con un motor impresionante. Debe aprender, le falta poso, porque se vuelve loco enseguida, siempre va dando la cara, le gusta ir así, pero con los años se dará cuenta de que no es fácil ganar así.
Menchov y Gesink parten un escalón inferior a Contador, Schleck y Armstrong. ¿Eso les puede dar ventaja para aprovecharse de circunstancias?
Creo que el Tour será para un aprobetxategi. Será un Tour movido, algún día intentarán desbancar a Contador desde lejos porque si esperan al final él será el más fuerte. En cuanto tenga un despiste Saxo Bank o RadioShack pueden intentar dejarle sin equipo. Ahí es donde debemos ser vivos nosotros y esos ciclistas que van en el segundo grupo de favoritos.
¿Cómo ve el trazado del Tour?
Me preocupa la primera semana, sobre todo el pavés del tercer día. A la organización le puede salir el tiro por la culata, porque el pelotón del Tour no es el de la Roubaix, y si ese día se caen tres tíos gordos, la carrera se puede quedar más descafeinada. Pero eso también es ciclismo. El resto se concentra casi en diez días seguidos de montaña entre Alpes y Pirineos, pero no diría que es un Tour para escaladores, porque las etapas de Holanda y Bélgica y la crono de 52 kilómetros pueden perjudicarles mucho. Un ciclista de la experiencia de Armstrong puede sacar mucho provecho a este Tour.
Contador no tiene experiencia en pavés.
Ni experiencia, ni físico. Un ciclista de 60 kilos puede dar un bote en el primera adoquín y parar en el último. No son muchos trece kilómetros, pero están estratégicamente.
¿Ve un Contador contra todos?
Creo que hasta que empiece a dar puñetazos sobre la mesa en su terreno, será el que más palos reciba. Los demás no son tontos y no pueden llevarle en carroza a su terreno.
¿Por qué Holanda apuesta por las grandes vueltas? El público se vuelca, ¿cómo lo viven en Rabobank?
Holanda quiso llevar las tres grandes en un año, y la repercusión para nosotros es grandísima. En la última Vuelta, cuando se salió de Assen, nosotros parecíamos estrellas de fútbol. Fue una locura. Cuando salía un Rabobank en el prólogo en el circuito de motos, la ovación era impresionante. Tras la presentación, no podíamos llegar luego al autobús. Fue increíble. Y eso que era la Vuelta, en el Tour será mucho más.
Y si Freire gana en Holanda...
Sería la leche. Lars Boom está ilusionado con hacer un buen prólogo y buscar el amarillo el día del pavés, pero en el equipo le quieren quitar un poco esa idea, porque estamos para arropar a Menchov y Gesink.
¿Cómo está Freire?
Bien. No fue al Giro por una sinusitis, y aún tiene alguna secuela, pero confío en que esté bien. Le han pedido que esté a disposición del equipo, y lo ha aceptado.
¿Se ve a disposición de él en el Mundial de Melbourne?
¡Ojalá! De momento, (José Luis) De Santos me ha hecho ver que quiere que esté en el Mundial, no sólo con Freire, sino con el propio De Santos, porque le gustó cómo hicimos las cosas en 2009 y él necesita un referente en el pelotón que le encauce el trabajo que él quiere que se haga. Para mí, estar en un Mundial que le favorece tanto a Óscar y que él sabe que quizá sea la última ocasión de ser campeón del mundo, el aliciente es enorme.
Pese a que el circuito no es el que más le favorece a Juanma Garate.
No, pero tampoco es tan blando como se ha dicho. Es un Mundial tipo Stuttgart. Antes de que falleciera, vi en un periódico italiano una entrevista a Franco Ballerini, que leía muy bien las carreras, y me sorprendió cuando él hablaba de un circuito duro. De Santos tampoco lo ve como un trazado blando.
Armstrong corre su último Tour, Pereiro anuncia su retirada, Freire colgará en 2011... Con 34 años, ¿en qué punto se encuentra?
Mirando a mi alrededor, me veo con ganas, con ilusión. Joven. Me siento motivado para entrenar. No me veo como Pereiro, al que no veo integrado, sino como ausente en el pelotón. No le veía con una misión clara dentro del grupo. Es normal que llegue a su fin, como Óscar (Freire), que con su palmarés ya es difícil encontrar una motivación. Yo la mía la encuentro en ayudar a otros, me gusta aportar a los jóvenes, y con Gesink tengo una gran oportunidad, porque él te escucha y te agradece. La experiencia es lo único que le falta, y eso se lo dan los años o los que estemos cerca. Tengo la suerte de estar en un equipo en el que no nos falta de nada, nadie te pide explicaciones y confían en nuestra profesionalidad. Así es un modo más cómodo de ser ciclista.