ciclista del xacobeo-Galicia

Donostia. Alberto Fernández Sainz (Santander, 1981), acababa de cumplir tres años cuando una tragedia le arrebató a sus padres, Alberto y Macu.

¿Qué recuerdos tiene de sus padres?

Recuerdos, ninguno. Tengo imágenes fotográficas, algún vídeo, cosas que me han contado... Yo sólo tenía tres años. Tengo sólo flashes.

¿Guarda los recortes de periódicos?

Sí, eso sí. Mi madre lo recopilaba todo. Tengo fotos, recortes, cintas de vídeo que grababa mi madre...

¿Suele visionar esas cintas?

No demasiado, pero de vez en cuando sí. Este invierno estoy aprovechando para pasarlas a formato DVD.

¿Alguna carrera en especial?

No, todas más o menos por igual.

¿Ni la famosa Vuelta de 1984?

Es la carrera que más referencias me da la gente. Me sorprende, porque han pasado 25 años y la gente aún me cuenta historias. Sobre todo, me recuerdan esa Vuelta. Eran los años 80, en los que comenzaba la televisión y el ciclismo se vivía mucho más que ahora. Es una pena que eso se haya perdido.

¿Qué es lo que más le recuerdan?

Más que carreras, me destacan su vida personal, su forma de ser. Me destacan su factor humano. Yo trato de ser objetivo, porque cuando una persona falta siempre se suele recordar lo bueno. Hace poco, me llamó un chico para pedirme permiso para colgar unas cosas en youtube. ¿Cómo me va a importar que se acuerden de mi padre? Es un orgullo que aún lo hagáis. Lo que más me destacan es su capacidad humana. Debió de ser mejor persona que ciclista.

¿Conserva maillots, bicicletas de él?

En casa están sus maillots, y también guardo una bicicleta de contrarreloj. Entonces no había cabras, pero es una bici normal, ya sabes: más ligera, con las vainas más cortas...

Su padre solía destacar la ilusión que le hizo ganar la Subida a Arrate junior.

¡Sí! Es que ese año Ocaña ganó en profesionales. Luego él también lo lograría. Le iba muy bien correr en el norte, y le gustaba mucho hacerlo en el País Vasco. A mí también. Lo he hecho desde juvenil, y el público se vuelca como en ningún otro sitio.

Su padre no pudo transmitirle la pasión ciclista. ¿De dónde le viene?

No sé. Me crié con los abuelos maternos (Manolo y Carmina), y no les hacía gracia que corriera en bici. El hermano pequeño de mi padre también corrió algo. A mí me gustaba, y con 14 años me apunté al CC Besaya.

¿Su padre era cántabro o palentino?

Era cántabro, de Cuena, pero de niño su familia se fue a Aguilar de Campoo (Palencia). Allí conoció a mi madre, que es cántabra pero estudiaba allí. En invierno, para evitar las nieves, mi padre solía vivir en Barros (Cantabria), donde ahora vivo yo, con mis abuelos maternos. Luego, mis padres se fueron a vivir a Santander. Yo sigo yendo a Aguilar, donde viven mis tíos y mis abuelos, y también descansan mis padres.

A usted le costó dar el salto.

Sí, pasé algo tarde. El último año amateur gané la Bira, y eso fue clave. Los tres años anteriores hice 25 ó 30 puestos entre los diez primeros, pero me costaba rematar. Hice segundo en las vueltas a Galicia o Tarragona, en la Copa de España...

Ahora que ha comprobado lo que cuesta andar arriba, ¿valora más el palmarés de su padre?

Desde luego. Fue segundo y tercero en la Vuelta, fue tercero en su primer Giro con dos etapas... Ojalá yo llegara a la mitad de lo que él logró.

Va a por su tercer año profesional...

Sí. Los dos primeros, entre enfermedades y caídas, me ha costado ser regular, que es mi principal característica, como también mi padre, aunque soy consciente de mis limitaciones. Este año he notado un salto, y espero confirmarlo el año que viene.

Su director, Álvaro Pino, fue compañero de su padre. ¿Eso le ayuda?

Alguna vez me ha contado algo de mi padre, pero no recibo un trato especial. Estoy muy a gusto en el equipo, y a él sí le estoy muy agradecido por darme la oportunidad de pasar. No quisiera un trato de favor respecto a los compañeros. Este año fui a la Vuelta por méritos propios.

Y no tuvo suerte...

Sufrí un cólico renal, con fuerte deshidratación. Pasé una semana en el hospital, pero me recuperé bien. Me dio mucha pena retirarme. Espero tener más suerte en el futuro.