Estamos en septiembre. Es inicio del nuevo periodo de trabajo, es casi como estrenar un nuevo calendario. La vida nos exige renovarnos constantemente y recomenzar de nuevo. Nada se nos da hecho para toda la vida. Nada está trillado hasta el final. La condición humana nos obliga a recomenzar una y otra vez nuestra existencia y darle un nuevo impulso. Sin este recomenzar constante nos convertimos en unas momias ambulantes que carecen de ilusión y de proyectos y viven anquilosadas en la rutina.
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Al “nacer”, “vivir” y “morir” hay que añadirle el “renacer”, que es lo único que puede abrirnos nuevos horizontes de esperanza. Ha sido un verano con grandes altibajos y con la desgracia del aumento de los incendios de muchos bosques y parajes naturales. Hay mucha asignatura pendiente. Es fundamental la coherencia entre el pensar, sentir y actuar. Muchas personas hoy no logran la unidad ni la armonía entre lo que piensan, sienten y hacen. Que sigamos saboreando la vida poco a poco. La vida es como un vino precioso, que debemos degustar sorbo a sorbo. Personalmente, me alegra esta vuelta al trabajo, a levantarse más temprano, la vuelta al cole, a la rutina de todos los días. ¡Viva la normalidad!