Lo cierto es que no tengo la menor esperanza en que los aludidos vayan a leer esta carta; ni esta ni... ¡es que igual ni saben! Pero es el caso que en el parque de Ametzagaña, rincón maravilloso de nuestra ciudad, con demasiada frecuencia actúan esos –de momento omitiré los epítetos– que se dedican a destrozar cuanto se topan a su paso, y si es un bien público el ensañamiento es aún mayor, como si les molestase o algo. Claro, tratándose del lugar en cuestión, lo más trillado y sin recurrir a la extrema derecha de forma automática, es apuntar a los chavales acogidos en el edificio que gestiona Traperos de Emaús; ¡bah, teniendo en cuenta que la mayoría, si no todos, son extranjeros, más de encuadrarlos en el concepto “menas” que otra cosa, ya me dirás!. ¿O crees acaso que pueda ser obra de alguna asociación de jubilatas, de esos que andan últimamente muy a la gresca?
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No, efectivamente, tiene razón el argumentador, más teniendo en cuenta en qué consisten esos actos que hace años se daban casi a diario dejando pinturitas por todo, como seña de identidad del artista del momento, bien fuera con aquel enigmático “Mátame camión”, que, tristemente, a nadie le dio por ser obediente y ejecutarlo, o bien dejando su firma o iniciales en plan “por aquí he pasado yo”, al que sólo le faltaba añadir el correspondiente “mamón”, mientras que en los últimos días les ha dado por destrozar los bancos que había en el magnífico mirador del lugar. Claro, ya sabemos que en el Ayuntamiento no tienen dinero; por otra parte, a nadie se le ocurre pasar por allí y dar unas charlas, un poco en la línea de “No muerdas la mano que te da de comer”, explicando un concepto tan básico en toda su extensión, ni, tras la vigilancia pertinente y pillados los autores en plena hazaña, que enmienden el entuerto, el primero de los casos a base de lengüetazos limpiando todo lo pintado, y el segundo volviendo a montar los bancos en cuestión sólo que a cabezazos en lugar de usar los más comunes y sobrevalorados martillos. Estoy persuadido de que aprenderían. Apliquen y verán...