Vivimos inmersos en una atmósfera de desasosiego; tiempos convulsos. Los próceres europeos actúan como una cofradía, una secta: la secta de la guerra cuyo fin es prepararnos mediante la técnica del sirimiri para enfrentarnos a un enemigo feroz y despiadado, según ellos, dispuesto a invadirnos. La élite política abriga la esperanza de convertir Europa en un polvorín; la secta actúa convencida de que puede lograr su objetivo bélico aunque públicamente reconoce que sus hijos no se alistarían en dicha guerra, (Ursula von der Leyen dixit).
¡Envía tu carta!
Si quieres enviar tu Carta al Director, no puede exceder las 30 líneas y debe ir firmada. Debe adjuntarse fotocopia del DNI del remitente y número de teléfono. NOTICIAS DE GIPUZKOA se reserva el derecho de publicarlos, así como el de resumirlos y extractarlos. La dirección de envío es cartas@noticiasdegipuzkoa.eus
Afirmar que Rusia desea poco menos que llegar hasta el Alentejo es una intoxicación informativa, ergo, un chantaje emocional. El presidente galo Emmanuel Macron está decidido a emular a Napoleón, mientras que el Premier británico Starmer cree ser el mariscal Montgomery y Zelenski el flautista de Hamelin, arengándonos con soflamas vehementes en su peculiar jerigonza. Los europeos somos víctimas de una guerra psicológica en la que ya nos recomiendan adquirir estuches de supervivencia. No vivimos en 1914 cuando Europa, alborozada y cantando, se presentaba en los banderines de enganche; en 1918 se firmó el armisticio con veinte millones de muertos como testigos invisibles. Sesenta millones tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuántos en la tercera? Que lleven ellos el macuto.