Si le preguntas a los muy jóvenes si conocen algún adulto que no sepa leer y escribir te dirán que no. Damos por sentado que eso es normal, cuando lo normal en la historia de nuestros mayores es que la mayoría no supiera leer ni escribir. Mi nieto de doce años flipó el otro día cuando escuchó a dos agüeletes charlar de que a la edad que tiene él ahora ya llevaban algún año trabajando.
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