Mires hacia donde mires, te encuentras atrapado por la estupidez humana. Einstein ya lo vaticinaba: “la estupidez humana no tiene límites”. Cabezabuques los hay de muchos tipos, pero lo peor es cuando se juntan varios del mismo estilo.

En política sucede todos los días. Vean y analicen los comportamientos de las y los señores diputados cuando sale al estrado algún político que no es de su bola y todos los demás se lanzan al cuello plagado de insultos y descalificaciones.

A día de hoy consideramos estúpidos,a las personas torpes y a los cretinos. La estupidez no tiene límites, pero sí los hay cuando hablamos de los listillos de turno, de los indocumentados que pretenden impresionar y que lo único que consiguen es hacer el ridículo.

Pero yo creo que la estupidez sí tiene límites y somos nosotros quienes debemos fijarlos. El gran problema es la desmadrada e ilimitada proliferación de estúpidos entre los que espero no encontrarme aunque a veces me haya comportado como tal.

Es en la actividad política donde aparecen elementos que influyen en el comportamiento de toda la sociedad, y especialmente en nuestros prohombres públicos, que se puede medir, que se puede determinar objetivamente y, lo más preocupante, que actualmente se encuentran en estado de crecimiento y desarrollo. 

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