Vivir permanentemente bajo el miedo y con decadencia de valores. Este es el camino que sigue Europa, una sociedad cada vez más descaracterizada y desculturizada. El miedo a decir la verdad, el miedo a actuar por el bien común, el miedo a ser genuino, el miedo de quedarse solo. La pobreza por la pérdida de valores fundamentales, la pobreza por no ser libres, la pobreza por vivir una vida que no es verdadera, la pobreza porque no se cuida la vida, la pobreza porque cada uno está cada vez más solo.

Hay un silencio en el aire de voces amordazadas por el miedo y por la pobreza de humanidad.

Silencio que asfixia a toda una sociedad hasta matarla. La conquista es silenciosa y se aprovecha, no de una auténtica ingenuidad, sino de la hipocresía y la pobreza presentes en una sociedad cada vez más mundana y débil.

Mirarse el ombligo, vocalizar mantras, desear eternamente lo imposible y, sobre todo, vivir sólo la tranquilidad y para el propio bien es como apuntarse a la necrológica antes de morir.

¿Será por un estado de inmadurez que parece universalizarse o por un aumento de necios? La democracia implica la experiencia de la libertad responsable. Los extremos se encuentran, y es muy fácil que un mundo entero quede atrapado por la fusión de los extremos.

Las lágrimas no servirán de nada.