Días antes de nuestra gran fiesta, era frecuente escuchar al anochecer, el ensayo de las tamborradas, y al oír a lo lejos el estruendo de los tambores, recordaba, a los que peinamos canas, a los Tambores de Fumanchú, película que se proyectaba en tres jornadas, allá en la década de los años 40. Bien es cierto que los tambores en la película que cito, trataban de asustar al espectador, y los del ensayo para las tamborradas, nos anunciaban que se avecinaba nuestra fiesta que ofrecemos a nuestro patrón San Sebastián, y que posiblemente se pregunte ¿a qué viene tanto estruendo? Y que cada año no deja de aumentar el número de participantes, hasta llegar como este año a 16.000, hasta el punto de escucharse en una ciudad de Polonia, cuyo nombre no es nada fácil pronunciar.

Haciendo un símil de nuestras tamborradas con el espectáculo que nos están dando hoy nuestros políticos, tendríamos que el partido en la oposición tocaría el tambor, y el partido en el poder lo haría con el barril, pues como sabemos, tal y como se están produciendo los acontecimientos, el partido que ambiciona gobernar trata de meter más ruido, y de ahí que toque el tambor, y el partido actualmente en el poder lo hace con el barril, que como sabemos es más silencioso y más tímido.

No sabemos cómo acabará esta tamborrada política, que con las últimas elecciones se izó la bandera, y no se vislumbra nada nuevo para cuando llegue la arriada, lo cual hace esperar que se repita la tamborrada, y sea nuevamente el pueblo quien diga, a quién otorga el tambor, y a quién el barril, en la confianza de que en esta ocasión se sabrá respetar su voluntad.