Es el megáfono suicida que deja al descubierto las cloacas del sistema de los Estados. Nada nos debe sorprender, todo lo contrario: nos confirma la existencia de que el poder de unos pocos controla a unos muchos en un sistema mundial sin escrúpulos, capaces de eliminar todo lo que les afecte a sus pretensiones con la excusa de motivos de Estado, un entramado que domina a jefes de Estado, ministros, jueces, fiscales, todos ellos rehenes del silencio, ciudadanos víctimas de la complicidad del miedo? Es la ley del más fuerte, el símil del chulo de barrio que intimida al resto, que se rodea de interesados, pelotas, serviles, débiles marionetas del matón que se divierte jugando al gato y al ratón, individuos que están por encima del bien y del mal, que se nutren de espías, matones, asesinos de guante blanco, que invaden y controlan todas las capas del poder, y si no eres obediente te mandan un correo diplomáticamente vía embajada. Si continúas ignorándoles te visitan personalmente, y si continúas sordo, al despedirse se te arriman a tu oreja y te dicen al oído que las puertas de los ascensores pueden abrirse. Entre tanto cable y tanta cloaca alguno terminará electrocutado. ¡Así de sencillo...! Ya pocas cosas me sorprenden.
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