El Irudek Bidasoa Irun se desangró en el Miguel Salas de Puente Genil el día que menos podía hacerlo para conseguir uno de los objetivos de la temporada: lograr uno de los dos billetes europeos que restaban por repartir en la Liga (33-25). La temporada no ha terminado y el otro lo repartirá la Copa de Irun. Una baraja aún con dos cartas con la que el club guipuzcoano podrá jugar si recupera algo de físico y, sobre todo, lo mental.

Cuarto clasificado al final de la Liga, el tren liguero de Europa ha terminado yendo más rápido que lo que podía correr un Irudek Bidasoa Irun que apenas solo un mes después de maravillar en Kassel ante Melsungen terminó roto en Puente Genil. En algunos casos en lo físico, con bolsas de hielo y demás aparatajes en brazos, codos y otras partes del cuerpo, y en otros casos, en lo anímico, con balonmanistas al borde del llanto.

Derrota arrastrada

El Miguel Salas, donde el conjunto guipuzcoano se presentaba con tres victorias en nueve visitas, sepultó las opciones de un billete que se le empezó a ir en choques anteriores. En empates en partidos que no acertó a cerrar -sí, en otros duelos puntuó cuando parecía a punto de perder- y en una derrota en casa ante Logroño que saltó por los aires la ilusión de un grupo que aún pareció aquejado de desánimo en Córdoba.

Y no porque no arrancara bien. Con una pequeña bombonera de 900 almas que querían que los suyos evitaran el descenso a Plata 12 años después, el equipo que dirige Álex Mozas entró bien a un duelo marcado por errores y nervios, con Skrzyniarz bajo palos y Francisco da Silva y Jevtic en el centro de una zaga que debía vigilar el gran trabajo silencioso del pivote Dani Ramos, facilitador para los bombarderos exteriores, a los que jugadores como Rodrigo Salinas y Asier Nieto trataban de obstaculizar en sus salidas.

Jánosi pegó primero y con cuatro de los ocho goles iniciales, obligó al técnico bidasotarra a solicitar en el minuto 11 su primer tiempo muerto. En las filas doradas algunas acciones defensivas quedaban desajustadas y en ataque, la responsabilidad terminaba por caer en la espalda de Iñaki Cavero o Dariel García. El equipo precisaba más producción ofensiva tanto en la generacíon de juego como en su finalización. Nada que no se empezara a apreciar en duelos anteriores, que pese a los resultados, emitían ciertas señales.

Señales 

Dijo Álex Mozas en la previa del choque que a estas alturas y con los equipos cogidos con pinzas, había poco para preparar más allá de algún detalle concreto adaptado a cada rival. Como los estudiantes que el día antes del examen no pueden estudiar todo lo que no han hecho hasta entonces, el Bidasoa no pudo solventar en Puente Genil los achaques que presentó en citas como Anaitasuna en casa, donde ganó; en Valladolid, donde empató; y ante Logroño en Irun, donde cayó. A diferencia de la vaga cigarra, el Bidasoa es la laboriosa hormiga que justo al final se puede quedar sin premio. Deporte.

La defensa no alcanzaba esa eficacia mostrada en gran parte de la Liga, la portería se movía en porcentajes inferiores al resto del año y el ataque se atascaba en esas citadas rachas aciagas que le condenarían a plomo. En el Miguel Salas, en cuatro minutos se pasó del 5-4 al 8-4 y en otros cinco minutos sin gol, del 10-8 al 13-9. 

El parcial final de 8-2 en apenas 12 minutos desde ese 10-8 que firmó Julen Mujika en el minuto 18 lo decía todo, incluso pese a probar una defensa más abierta y un ataque con siete jugadores al que los cordobeses se adaptaron rápido y castigarían con dos goles de Paco Bernabéu a puerta vacía.

Ocho también al final

Con 18-10 al descanso en un pabellón que cuando el equipo local, con una nómina de buenos balonmanistas pese a la clasificación, las cosas le van de cara, la tarea en la segunda parte se antojaba harto complicada. Por mucho que los irundarras probaron e intentaron, no hubo más que un ejercicio de goma

Los bidasotarras, que intentaron no perderle la cara al choque como sí habían conseguido las 29 tardes ligueras anteriores, se pusieron a siete goles con opción de seis, en un contraataque que desbarató un inconmensurable Álvaro de Hita a Iñaki Cavero en el minuto 41. En esa goma, los locales respondieron con hasta diez goles de diferencia que a falta de siete minutos firmó David Estepa (31-21).

Fueron minutos en los que destacó el aporte goleador de Asier Nieto, que cerró la tarde como máximo realizador de los suyos, y varias paradas de mérito de Skrzyniarz, de vuelta en la portería, para evitar que Ángel Ximénez se fuera por encima del cartón 33.

La opción de la copa

Con los dos últimos mazazos tras casi sin tres meses de Liga sin conocer la derrota, a la plantilla dorada, que por momentos pudo acabar en el quinto puesto si Ademar hubiera completado la tarde de contratiempos ganando en Logroño, le urge recuperar su propia autoestima para devolver a su afición todo lo que quieren darle. 

Así conectará con la ilusión que generó la opción de jugar la Copa en Irun. Todo eso ahora mismo está evaporado y la calma para recuperarlo será el primer paso para tener opciones en el torneo del KO.

La competición pone en juego una plaza de EHF European League para el campeón, que en caso de que esté clasificado para competición europea vía Liga, recaería sobre el subcampeón. En función de la final y si el subcampeón lo estuviera, ese billete puede terminar en la Liga.