La cita de Düsseldorf no permitía especulaciones. Penúltima y decisiva jornada en la que la victoria bidasotarra era necesaria para validar el pase a la siguiente ronda y no depender de los demás resultados, ni del último encuentro de la fase en Artaleku, la semana que viene. Los de Cuétara volvieron a tropezar en la misma piedra por enésima vez en la presente campaña. Terminaron perdiendo un partido que tenían en la mano. No fueron capaces de rematar la faena y sucumbieron (33-31) ante un equipo competitivo que se jugaba su última baza para intentar la heroica en la última jornada. Los irundarras, por su parte, clasificados tras las derrotas de Eurofarm Pelister y Aguas Santas, podrán vivir el próximo martes un choque festivo contra el poderoso Skanderborg-Aarhus.

La referencia más puntual y concreta correspondía al partido de ida en el que los irundarras terminaron imponiéndose (26-22) en un completo segundo tiempo. Acudieron a la cita de Düsseldorf con dos jugadores que no fueron de la partida en la primera vuelta, Rodrigo Salinas y Pedro Pacheco, al tiempo que los ucranianos cambiaban tres de la lista. Las novedades se ceñían a un tercer portero (Budko) y a dos jóvenes laterales de envergadura (Shcherbina y Onnufriienko). 

Un gol de Rodrigo Salinas (cien por cien de efectividad en sus lanzamientos) sobre la bocina ponía fin a un primer tiempo muy igualado, en el que el balance defensivo no fue brillante, ni tampoco la aportación de las porterías. Los ataques encontraron relativas facilidades, pero ninguno de ambos logró imponer su ley, ya que las ventajas favorables de unos u otros nunca pasaron de dos tantos (8-6, 13-11, 14-12). Un tanto del eficaz Iñaki Cavero desde los siete metros adelantaba por última vez a los suyos en la primera mitad (9-10)

El Bidasoa debía estar atento para que el pivote Tiutiunnyk recibiera el menor número de pases porque, si gana la posición, es demoledor. Al igual que el lanzamiento exterior donde Turchenko, Horiha y Denysov llevan el peso del equipo. Quizás por eso, Jacobo Cuétara decidió cambiar de portero sobre la marcha, tratando de mejorar el porcentaje de éxito. Ni en el primer tiempo, ni en el segundo, la decisión obtuvo mejor respuesta.

No era fácil el ataque para los irundarras porque los ucranianos disponen de mayor envergadura y peso. Trabajo ímprobo de los pivotes para forzar situaciones de siete metros o habilitar espacios para Asier Nieto, Víctor Rodríguez o Rodrigo Salinas. Entre ellos y el acierto en los tiros de Cavero, el cuadro de Artaleku se mantuvo de pie y con todas las opciones en su mano. 

Llegar al descanso en igualdad no era baladí. Para empezar, los colegiados polacos que decidieron dos exclusiones en la primera media hora bajaron el nivel y en menos de diez minutos llevaban siete. Es decir que, al juego se incorporó una nueva exigencia que se relacionaba saber gestionar superioridades e inferioridades.

Los parciales siguieron muy igualados. Incluso, a falta de diez minutos, la ventaja era guipuzcoana (26-27). Impensable en aquel momento intuir lo que vino después. Como le ha pasado lejos de casa durante toda la temporada, al equipo se le funden plomos e ideas y echan por tierra en poco tiempo todo el esfuerzo anterior. No es casualidad. Un parcial de 5-0 le condenó, porque no quedaba espacio para reaccionar y enmendar la plana. Ni el tiempo muerto del entrenador, ni la voluntad de los jugadores fueron suficientes para evitar otra derrota lejos del hogar.

Al Bidasoa le penalizaron los trece goles de Turchenko, que junto a los seis de Horiha y los de Denysov, desde la primera línea, causaban estragos en el plan de los guipuzcoanos. En el segundo periodo, sólo Rodrigo Salinas atinaba desde fuera con el aporte de Dariel García e Iñaki Cavero en los extremos. Entre los tres, doce de los quince goles que marcó el equipo. Insuficiente bagaje.