Visto lo visto ayer, parece un pequeño milagro que el Gipuzkoa Basket tenga la permanencia al alcance de la mano, porque perdió por un escandaloso 99-68 en su visita al UCAM Murcia, pero así es. Si gana el domingo que viene al Sevilla en Illunbe, se garantizará su continuidad en la ACB. Pero incluso perdiendo sus dos últimos partidos -tras recibir al Sevilla visitará al CAI Zaragoza- parece difícil que descienda porque para que eso suceda el Fuenlabrada y el Manresa tendrían que sumar dos triunfos en otras tantas jornadas, algo improbable. El agónico final de temporada en el que se encuentra sumido el GBC parece que tocará a su fin de manera feliz.
Si acaba confirmándose esa salvación, habrá que celebrarlo porque sería un logro notable teniendo en cuenta todas las dificultades que ha atravesado el equipo durante todo el curso, agravadas en una recta final de temporada a la que el GBC ha llegado con el gancho. El inesperado adiós de Taquan Dean, una pérdida total de intensidad traducida en una defensa nula, la escasa aportación de buena parte de la plantilla... problemas serios que se han traducido en siete derrotas en los últimos ocho encuentros. La victoria lograda hace ocho días ante el Tenerife fue como un oasis dentro del desierto de mal juego y peores sensaciones que está atravesando el conjunto de Ponsarnau. Pero un oasis que puede valer una temporada, porque ese triunfo le da una tranquilidad y un margen en la clasificación que, por juego, no tiene ahora mismo. El cuadro guipuzcoano pide el fin de curso a gritos.
El GBC volvió a ofrecer ayer una pésima imagen a domicilio. Cada partido fuera de casa se está convirtiendo en una pequeña tortura, con cuatro palizas consecutivas que dejan en muy mal lugar a los jugadores: -26 en Bilbao, -23 en Valencia, -25 en Badalona y -31 ayer en el Palacio Municipal de Deportes de Murcia. Puede que la derrota no tenga ningún significado al final de la campaña, pero no es ninguna broma porque en ocho años en la ACB solo siete veces ha perdido el Gipuzkoa Basket por 30 o más puntos. Una de ellas fue ayer, otro día para guardar en el capítulo de bochornos. Menos mal que Ponsarnau había advertido que estaba “prohibido relajarse”, porque si no... con todo lo que había en juego es incomprensible la actitud de los guipuzcoanos, más confiados en ser favorecidos por los resultados ajenos que en sus propias fuerzas. Una pena, porque este tipo de derrotas dejan un mal sabor de boca en la afición que convendría evitar.
En ningún momento dio la sensación de que el GBC podía plantar cara a un UCAM Murcia que es mejor, pero que también le puso bastantes más ganas. Empezó ganando 9-2 y al término del primer cuarto ya vencía por trece puntos (30-17), con Thomas Kelati, autor de cuatro triples, como estrella. Un paseo de los locales ante un equipo visitante que defendía con la mirada. La tónica se mantuvo hasta mediado el segundo cuarto (39-21), momento en el que el GBC emitió las únicas señales de reacción del partido. Un triple de Huertas, otro de Dani Díez y una bonita acción individual de Franch le dieron un parcial de 0-8 que permitían pensar en un choque más equilibrado (39-29). Pero ahí quedó la reacción del equipo guipuzcoano. Tres minutos de inspiración que dieron paso a un nuevo monólogo del Murcia. Un par de ataques fallados, defensas blandas y quince abajo al descanso (50-35). Un equipo que iba a por todas frente a otro que las veía venir. Está claro que la derrota la víspera del Fuenlabrada dio tranquilidad a los jugadores. Igual demasiada.
El tercer cuarto fue de transición. El Murcia sabía que tenía el partido en el bolsillo y se limitó a mantener su renta frente a un GBC que apenas inquietaba. Solo Jordi Grimau, con la ayuda esporádica de Dani Díez, tenía la capacidad suficiente para inventar algo en ataque. Jared Jordan se vio totalmente superados por los bases rivales, David Doblas, muy solo en el juego interior, estaba muy vigilado y la llamada segunda unidad volvió a evidenciar que no da la talla, incluyendo ahí a los dos cuatros, Iarochevitch y Hanley, flojísimos en esta recta final de temporada. Especialmente malo fue el partido del belga, que con el paso de los partidos, en lugar de progresar, empeora. Además de seguir siendo demasiado blando, ya ni anota.
ni juego ni mentalidad Por si el marcador de 67-52 en el minuto 30 fuera poco castigo, el último cuarto resultó lamentable. El ex del GBC Raúl Neto se bastó él solito para destrozar al equipo de Ponsarnau, que encajó un parcial de 20-2 que disparó la desventaja hasta los 35 puntos (89-54). El conjunto guipuzcoano se dejó llevar de forma incomprensible. Se vio arrollado por un Murcia al que le bastó el empuje de sus reservas para dejar en evidencia al GBC, que ha llegado vacío a este sprint final de la temporada. Está claro que los jugadores lo dieron todo en su trascendental victoria contra el Tenerife y que ya no les quedan fuerzas. Ni físicas ni mentales, porque ayer evidenciaron tener muy pocas ganas de batalla en cuanto las cosas se torcieron. Estuvieron blandos en defensa y fallones en ataque. Incluso despistados. Superados en todos los lances individuales. Incapaces.
Solo quedan dos capítulos para cumplir, pese a todo, el objetivo. El día señalado es el del próximo domingo, 17 de mayo, en Illunbe contra un Sevilla que tampoco está salvado. Ganar tiene premio aunque para hacerlo el GBC tendrá que mostrar al menos una versión más batalladora, que es la que suele exhibir ante su público. La otra opción para salvarse el domingo, aún perdiendo, es que el Fuenlabrada caiga en Tenerife y que el Manresa no pueda en su cancha con el Estudiantes. Pero mejor no depender de los demás y, menos aún, alcanzar la última jornada con los deberes por hacer porque eso ya sería un cara o cruz. Si este equipo aún tiene fuerzas para ganar algún partido más, debe sacarlas el domingo.